–¿Por qué tengo que leer a San Juan de la Cruz si amo tanto a Nuestro Padre San Francisco?
Porque Yo, que soy tu Dios y conozco los más profundos anhelos de tu ser, sé que en la espiritualidad de Juan de la Cruz se identificará tu alma con tu Dios y encontrarás la paz en tu Señor y se hará un alma de auténtica oración. En sus escritos verás lo que es Dios para el alma amante y deseosa de mayor unión.
El Cántico Espiritual es una canción de complacencia, donde por medio de esas palabras el alma enternece a Dios.
Su alma era pura y su amor se desprendía de su corazón hacia su Dios rápido y directo como una flecha.
Su memoria era como la de un serafín: lúcida, extensa. Todo lo sublimaba, todo lo exaltaba. Era de un profundo conocimiento. Él lo adquirió por el amor. Así se adquiere el conocimiento de la ciencia del amor de Dios.
Era pleno en cuanto al conocimiento de las almas atribuladas.
Era sencillo al tratar directamente con los que le rodeaban. Su mirar era dulce y apacible. Era como un pequeño ciervillo, que cuando cantaba a los bosques parecía que la naturaleza compartía también su gran amor.
En el mirar interior era tan profundo y lúcido. Matizaba lo natural con lo divino. Todo en él era dulce esperanza en el fiel cumplimiento de su deber.
El sufrimiento era para Él un encuentro de amor para acercarse con más plenitud a su Dios.
Era sencillo y humilde; no era arrogante. Su porte era de un plebeyo que con apariencia sencilla ocultaba su gran grandeza.
Era corto de pies, pero grande, muy grande en su espíritu. Tenía un corazón abierto al amor divino. Su postura al enfrentarse a sus adversarios era serena y afable. Con eso hacía temblar a los incautos y tercos de espíritu.
Su heroísmo en la humildad era grande. Era un ángel revestido de carne. ¡Oh, cuánta gloria y grandeza! Ese es vuestro Padre, que amó a su Dios en profundidad. Es un místico con sabor a azahar. Es como una violeta de grato perfume, escondido para el mundo, pero radiante ante su Dios.
Su mente, iluminada por el Espíritu de Dios, llenó la faz de la tierra, para que las almas comprendieran más en qué consiste la verdadera entrega por medio de su palabra.
Sé alma desnuda para tu Dios.
Ora en el silencio de tu interior; ahí encontrarás mucha paz y ahí será como un collado insondable, grato y sonoro para los que se acerquen a ti.
Él es una estrella de pequeña dimensión, pero su brillo es tan refulgente que opaca con su luz muchas otras estrellas de mayor apariencia según el mundo. El mundo desconoce y no sabe distinguir el brillo de sus estrellas; por eso es que Yo las selecciono y las lleno de más luz que los del mundo no conocen, porque no los reconocen y no conocen el verdadero brillo de esos astros humanos, llenos de santidad.
La palabra santidad significa amor y entrega en comunión, alma y Dios,
transparencia en su espíritu,
clarificación del alma,
purificación de los sentidos,
suficiencia en Dios,
despego para las cosas del mundo,
humildad profunda,
absoluta apertura al conocimiento del amor,
soltura de espíritu,
tranquilidad en el dolor y en las adversidades,
fluidez de palabras cuando hay que hablar de la ciencia de Dios; en fin, todo esto se puede resumir en una sola palabra: ‘amor a tu Dios’.
Perseverad en el amor y terminad vuestras vidas con aumento de amor.
El alma egoísta se desvirtúa por sí sola ante la mirada de su Creador. En cambio el alma humilde y sencilla con espíritu recto, en suma pobreza, se ennoblece en unión y comunión con el ser infinito de su Dios.
Ese ennoblecimiento se adquiere con el propio esfuerzo que el alma hace de vencer sus propias pasiones.
El alma en el transcurso de la purgación de los sentidos debe:
Practicar la humildad en grado heroico.
Respetar y cumplir las leyes de Dios.
Enmendar las culpas, y amar con entrega desinteresada solamente a su Dios.
Abrir su espíritu en entrega de voluntad a las cosas que deben relacionarlo con su Dios.
Acoger con resignación todo lo que a través de su existir Dios permita para su bien espiritual.
Vaciarse por completo y llenarse de virtudes adquiridas por amor y vencimiento.
Con esto el alma tendrá tanta paz y cruzará el mar tormentoso de este mundo con fortaleza y luz para saber guiar su alma, que es como una barca, que, por medio del amor, la llevará hacia la eternidad.
3 de febrero de 1981.
El demonio de la disipación es el engañador principal que domina a mis criaturas creadas por amor. Enséñales a orar con rectitud, a ser dóciles a mis mandamientos, a ser perfectas, a ser caritativas y no disolutas. En eso podréis ayudarlas.
Exorcízalas en mi nombre, pero recuerda que ellas deben cooperar en su eterna salvación.
Yo soy el verdadero Dios, el Aposentador, el que doy luz al entendimiento, y el que en el discernimiento pone la claridad de elegir el bien y el mal.
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