–Un día, estando en la oración por los enfermos, al estar vaciando el agua bendita para los enfermos que la necesitaban, el Señor me dijo:
Mira esa agua; es reflejo del agua viva que da vida a tu alma.
Esa agua, si es tomada con amor y fe, curará el alma y el cuerpo.
No te preocupen tanto, ni te desalienten las calumnias hechas en tu contra. Si unes tu sufrimiento al mío, los dos daremos gloria al Padre, que es el supremo y eterno Dios.
–Señor, le dije, ya ves que dicen que soy un demonio.
¿Eso te preocupa?
Sonríe al adversario.
¿Acaso al Hijo del hombre no se le dijo demonio?
¿Por qué te espantas, pues, de esas palabras dichas en tu contra?
Gózate en el dolor.
Aspira a sufrir por tu Dios.
Consuélale y glorifícale.
No temas, florecilla silvestre, que tu Dios no creó al demonio; él mismo se convirtió en demonio, por querer ser como Dios.
–Ese mismo día, estando en Misa con una sequedad muy fuerte en el alma, después de suplicar al Señor que me ayudara y de ofrecerle todo mi ser, el Señor se hizo escuchar y tuve una experiencia que no sabría explicar. Era como si mi alma se moviera con paz y tranquilidad. Era gozo y deseo de Dios. Escuché la voz dulce y suave que tantas veces ya he escuchado. Me decía:
¿Por qué temes?
Yo siempre estoy contigo escuchándote y amándote.
Yo soy el Espíritu de Dios, el que te habla.
Yo trabajo silencioso en tu alma, aunque tú no escuches mi voz.
Mi trabajo es suave y delicado.
Continuamente moldeo mi obra, que eres tú.
Calladamente estoy presente en ti.
Soy como el viento que sopla silencioso, sin que nadie vea o perciba el pasar del viento.
Soy como un río silencioso que, misterioso, riega tu alma, y le da vida, y la transforma.
Soy una luz escondida que da claridad en la oscuridad.
Soy como un atardecer lleno de hermosura que extasía el alma y la llena en plenitud de cuanto ella desea, si tu alma experimenta paz, no pasividad, que es diferente.
La paz de Dios y el amor a Dios hacen guerra en el alma y luchan contra toda imperfección.
La pasividad para el amor a Dios destruye toda la labor del Espíritu de Dios que constantemente arrebata y cautiva a toda alma que vive en gracia y desea ser transformada en el amor; es decir: que todo lo que el alma ame sea para su Amado; que todo apetito desordenado sea destruido; que toda falsa piedad sea reconocida; que toda oscuridad de fe sea luz que transforme y que guíe hacia el Amor.
El alma tendrá centinelas extremadamente cuidadosos, que vigilarán día y noche el buen funcionamiento del amor en aquella alma.
Ellos son la fe, la esperanza, y la caridad.
Será como el amanecer de un bello día para el alma enamorada de su Dios.
No flaqueará ante el dolor.
Su alma se abrasará de amor.
Su ser será vivamente transformado en deseo de santidad.
Su amor será como zarza encendida.
La voz de su Dios será escuchada y respetada.
Todo a su alrededor le hará recordar vivamente a su Dios.
La mística del misterio del ser de Dios será revelado para ella.
La imitación de Dios será su anhelo.
El vivir en constante comunión con el Amado será para ella su alimento y deseo.
Brillará para ella la aurora.
Su transformación será suave y sincera.
La faz de su alma sonreirá al ser Amado y morirá exhausta y languidecida de amor.
¡La unión de amor será tan perfecta…!
Será el amor tan perfecto que el Ciervillo herirá mortalmente a su amada hasta matarla de amor y, abrazados los dos en íntima unión, transformada en ese amor.
El misterio de ese purísimo amor será abierto a su alma.
Yo soy el dador de todo bien.
Yo soy la paz, el consuelo y la felicidad del hombre.
Yo soy su Pastor, que pastorea en verdes praderas en busca de mi amada.
Yo soy el Ciervo prendado de mi amada.
Yo soy el que con la lanza del amor la atraigo a Mí con suave olor de mirra aromatizada.
Yo soy la fragancia del edén del amor.
Yo soy el que siempre la busca y la enamora.
Yo soy la omnipotencia.
Yo soy el que le doy sabiduría.
Yo el que muevo las más finas fibras de su ser para atraerla a Mí.
Yo vuelvo a mis ojos llenos de amor para arrobarla.
Yo hago florecer todo su ser.
Yo soy como el relámpago que la despierta de ese letargo de amor.
Yo soy el que a hurtadillas busco seducirla para que me ame y viva en Mí.
Yo soy Aquel que la desea y silencioso espera ser amado.
Yo soy el que prepara la boda de mi amada.
Yo soy Aquel que enamorado muere de amor por ella entre burlas e ignominia.
Yo soy la fragancia de Jericó.
Yo soy el exterminador del mal.
Yo soy el que cierra las puertas de la gloria del Padre, si no tenéis vuestras lámparas encendidas.
Vigilad y orad.
Haced penitencia para no caer en tentación.
Transfiguraos para la gloria del Padre.
Vivid siempre llenos de amor; porque ¿a quién podréis ir que no os desprecie?
Venid a Mí, que Yo siempre os amaré y os haré almas de oración.
Apaciguad mi ardiente sed de amor.
Vivid en soledad, porque ahí os hablaré dentro, en lo más profundo de vuestras entrañas, donde habito para ser amado y darme en amor.
Caminad en amor y en perfección.
Vivid en humildad, caridad y docilidad a las inspiraciones del Espíritu de Dios.
Unificad vuestra oblación con la mía para glorificar y exaltar la magnificencia del Padre.
Morid a vosotros mismos para vivir solamente a los pies de vuestro Dios.
Clarificad vuestras mentes con la unción del amor.
Amad, amad, amad a Dios, vuestro eterno y supremo creador.
Alabanza y honor al Dios Trino y Uno.
A Él solamente toda vuestra dádiva.
Sed como ovejas fieles a un solo Dios que habita en la mansión de la paz y del amor.
Ahí seréis constantes alabanzas de su gloria por los siglos sin fin.
Gloria al Dios Trino y Uno.
Amor al Dios Trino y Uno.
Unión de amor al Dios Trinidad y hermosura, que es el gozo del cielo y que debe ser la alegría y la paz de la tierra.
Malditos aquellos que osen destruir mi imagen y que, llenos y guiados por el espíritu de destrucción, vivan para pisotear al Dios que le ama y los crio para ser amado y reverenciado por cuanta criatura racional e irracional habita en los confines de la tierra.
Mi ángel exterminador vendrá aquel día de confusión, cuando aparezca ante la faz de la tierra, para juzgar a vivos y muertos.
Ahí, ante la luz de todos, serán castigados y enviados a aquel lugar de castigo y soledad de Dios.
No morirán, vivirán eternamente despreciados del Dios que les amó y buscó para que le conocieran y le amaran.
En aquella hora suprema será el gozo para el que buscó a Dios con amor y penitencia, y será confusión y desesperación para todos aquellos que, seducidos por el espíritu destructor, le siguieron buscando el placer y su propia destrucción. Ante ellos apareceré como juez que buscará ser justo e implacable.
Será el gritar y el llorar de muchos, y el vivir de Dios eternamente para los pocos que quisieron vivir no según el mundo, sino según el deseo de Dios.
Ahí os callará el sonar de trompetas y veréis al Hijo de Dios bajar entre nubes, lleno de esplendor y de gloria, para juzgar a todo hombre creado.
Ahí os diré: ‘Venid, hijos del Padre, a gozar de su gloria’; e ‘Id vosotros al lugar del castigo eterno’.
Vivid, pues, con vuestras lámparas encendidas, para no ser confundidos en aquel día.
Alabad al Padre, amad a su Hijo y buscad al Dios luz y fuerza del Padre.
Abrazaos a vuestra cruz.
Vivid vuestra vida sosegados.
Velad y orad; orad siempre.
Refugiaos en mi amor.
Sed testigos de mi amor.
Curad toda lepra que dañe vuestra alma.
Alabad al Dios Trino y Uno.
Vivid en amor y caridad.
No busquéis las cosas de la tierra; buscad las cosas imperecederas de arriba.
Buscad, pues, el reino de Dios y su justicia y seréis bienaventurados en la gloria de Dios.
A vosotros os exhorto para que os améis los unos a los otros y no destruyáis la obra de Dios altísimo.
Sed como el grano de mostaza, pequeños pero sustanciosos.
Sed como el ciego de Jericó que buscó la luz del reino de Dios.
Yo soy el camino, la verdad y la vida –no lo olvidéis-; y todo el que tenga sed de Mí será saciado.
Yo soy el agua viva que vivo dentro de vosotros.
Yo os aliviaré de vuestras fatigas.
Yo os libertaré de vuestras cadenas.
Yo limpiaré el sudor de las fatigas de esta vida.
Yo os haré inmortales en la gloria del Padre.
Yo os perdonaré de vuestras culpas y os guiaré al Padre.
Yo viviré pendiente de vuestras súplicas y vuestros deseos serán cumplidos si son para mayor gloria de Dios.
Bienaventurados los oprimidos por el reino de Dios, porque ellos vivirán eternamente gloriosos en la presencia del Padre.
Vivid pobres de espíritu y seréis hartos de gracias por el Espíritu de mi Padre que os confortará, y seréis sellados eternamente por el amor del Eterno Dios.
Vivid y morid santamente.
Yo os amo.
Amadme.
Soy el Dios Padre, el Dios Hijo y el Dios Espíritu del Padre, el que os ha dirigido este mensaje de amor y salvación.
Vivid en humildad, en amor, en fe, en esperanza, en caridad, en oración, y en completo abandono en las manos del Señor del cielo y de la tierra.
Gloria y amor al Dios supremo ahora y siempre.
Os amo en el Hijo y en mi Espíritu.
Soy el Padre omnipotente que os espera, para que seáis glorificados en la eternidad.
A Mí el amor y la entrega en plenitud de todo vuestro ser.
24 de noviembre de 1981.
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