Suplícale en mi nombre que proteja mi Alianza y la ame como Yo la amo, porque el hablar del Dios Trino y Uno es grandeza.
Escucha mi voz suplicante:
No desfallecer, sino amar.
No violentaros, sino amor.
No apartaros de mi amor, sino amarme más.
No dispersaros por miedo, sino unificaros con el valor que la fe imprime.
Orad y perdonad.
Os amo.
¡Oh Alianza santa! Proclamad al Dios Trinidad y mis gracias os vendrán.
Abiertos en cruz, amando y perdonando.
No me olvidéis.
Vosotros sois rebaño de elección.
Clamad al Dios Padre que perdone a aquellos que dañan mi Obra salvífica.
No desmayéis –os lo repito.-
Si tenéis que peregrinar por el destierro, cantad al Amado con gozo en el dolor, pues Yo soy el todo de la Alianza de amor.
17 de octubre de 1983.
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