–El Señor me dijo:
Hija, así debes hablar. –Se refirió a mi actitud cuando le dije, venciendo en algo muy fuerte:
‘Sí, Señor, sólo tuya soy y de nadie más’.
–El Señor me despertó muy temprano y me dijo:
Despierta.
Aquí estoy, pero necesitaba oír que me dijeras que me amas.
–Me sentí llena de gozo, y a la vez pensé: ‘¡con qué poquito te consuelas!
Mis pecados están ante ti; perdónamelos.
Quiero amarte. Te amo, Señor. Me consagro toda a ti. Dame más deseos de amarte.
El Señor se complació. Después me dijo:
¿Con qué vas a regalar a mi Corazón en el aniversario de tu entrega a Mí?
–Le contesté: ‘Señor, con más amor y entrega’ ¿Y Tú, Señor? –le pregunté.
Yo amándote y entregándome a ti.
JUAN DE LA CRUZ:
“Grandes cosas ha hecho el Señor en ti.
Construye con tus obras.
Sé solitaria para tu Amor.
Yo soy Juan de la Cruz que te ama y te requiere para que ames más al Amor único, excelso, eterno e incomparable.”
–El Señor me dijo:
Me gusta estar cerca de ti, para escucharte, para que me hables como tú sabes hacerlo, para que me consueles y me llenes de tu amor.
Regálame tus vencimientos.
Tú eres una florecilla silvestre, que se abre al Sol y se engalana para lucir al mismo Sol sin importarle las inclemencias del tiempo, siempre bella y lozana, siempre ardiente y llena de amor.
Los rayos de ese Sol la embellecen y la agigantan.
El Sol penetra hasta su más íntima profundidad y le da vida.
Ese Sol le da frescura y lozanía.
Su perfume suave y delicado es esencia recibida de la vida que recibe del mismo Sol.
La presencia del Dios infinito llena de gozo mi corazón. Mi alma se aquieta y quiere volar para ir a Él. Todo se armoniza ante su presencia. Cuando el alma atiende a cosas de la tierra y siente el impulso y deseo fuerte de darse en amor a su Dios, sufre del deseo de aquel amor.
A veces es una voz que no suena; sin embargo se escucha y ante aquella santa voz el entendimiento se abre para poder captar el mensaje que le da su Dios.
El oído interior se pone presuroso. El cuerpo se enciende al igual que el alma.
Se escucha la voz del mundo pero vence el deseo de amor para el gran Señor. El alma se engrandece, y a la vez se empequeñece. Se engrandece, porque es grande el Dios que se le comunica con ella; y se empequeñece porque ella sabe y comprende su miseria y el amor que hay de parte del Dios eterno para ella.
El Señor ve con ojos de Padre misericordioso al alma que ha sido despreciada y pisoteada en todos sus sentimientos.
A esa alma Dios la busca, la desea y quiere que su entrega sea solamente para Él.
El alma se prepara en el dolor.
Y Dios, valiéndose de aquel desprecio, la ama, la requiere, la hace suya en comunión, la cautiva, la embelesa, y la invita a unirse en desposorio con Él.
“BETANIA”
Será una casa de oración, donde se auxiliará a los enfermos, donde se reunirán las almas para aprender la doctrina evangélica, donde se suplicará a Dios por los atribulados y despreciados, y donde deberá reinar el amor.
No os preocupéis de qué vayáis a hablar.
Preocuparos de ser fieles a la voluntad del Padre.
El Espíritu del Padre vendrá en vuestro auxilio a la hora de la verdad.
2 de Octubre de 1981.
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