Corazón Transverbado

Estábamos leyendo a la Santa Teresa de Jesús y el Padre me explicaba que Dios está en todas partes por esencia, presencia y potencia. Me maravillé de esta hermosa explicación. El Señor me dijo: 
“Ves, hija mía, cómo de mi mirada nunca podrás escapar, pues estoy dentro y fuera de ti. 
En todo momento te escucho, a todas horas te busco y a cada instante quiero entregarte mi amor.” 
 
                                                     .          .          . 
 
Quiero transverberado tu corazón, y eso consiste en que lo dilates para Mí y se consuma de amor por Mí.” 
 
                                                     .          .          . 
 
El alma que se idolatra a sí misma muere ofuscada y llena de ignominia ante la presencia de Dios. 
El alma que, enamorada del ser de Dios, vive consumida en amor, florece como cedro perfumado llenando con su fragancia el recinto donde habita el Amado increado; y Yo con dardos de amor me dirijo al alma para atraerla a Mí. Yo con encendido fuego reavivo en ella la fe y su confianza. 
Cuando poseo un alma me recreo en ella y mis gracias las infundo plenamente en su ser. 
Soy fuego que arrebato y consumo. 
Soy sol que da calor y luz en el alma. 
Soy agua que vivifica. 
Soy cielo que engrandece al alma. 
Soy alegría y gozo inmensurable. 
Belleza soy, esposo incomparable, entregado y enamorado. 
Mi corazón os lo doy. 
Vivid, pues, dilatados en mi amor y Yo os recompensaré inmensamente en esta vida y en la eterna. 
Sed almas sedientas de Mí: Yo seré vuestro alimento. 
 
Que el día que va a comenzar sea alabanza, honor y amor a Mí. 
Tu mirada impregnada en la mía. 
Tu corazón sediento siempre de mi amor. 
Yo seré tu confort y tú serás mi alegría. 
Piensa que el Esposo de tu alma desea tu amor y entrega en plenitud. 
Dame consuelo y Yo seré tu luz. 
Dame tu amor y todo lo tendrás. 
 
Yo soy eternidad y tú eres amada de mi corazón. 
Mi yugo es suave; no lo desprecies. 
Bienaventurado el hombre que me ame porque de él es el Reino de mi Padre. 
Os amo con amor eterno –no lo olvidéis. 
Ceñíos con la virtud de la alegría y vuestros corazones se ennoblecerán. 
Limpiad vuestras mentes. 
Desatad toda atadura que perturbe vuestro corazón. 
Cantad con alegría. 
Orad con júbilo en el Señor. 
Sufrid con espíritu gozoso. 
Sed mansos y humildes, y que vuestro ser irradie de esa paz y armonía. 
Sed claros como el agua y fuertes para vencer. 
Sed limpios en el espíritu y rectos en vuestro proceder. 
Sed santos para mi gloria. 
Aquel que sucio esté no podrá entrar a la gloria del Padre hasta que limpio esté. 
Que tu alma enamorada destruya toda imperfección, para que el día de tu llamado esté purificado todo tu ser para la eterna unión. 
Transforma tu mirada. 
 
Que tu sonreír sea luz. 
Que tu caminar sea seguro y que mis preceptos los cumplas con amor y fidelidad. 
Que tus palabras evoquen mi existencia. 
Que en ti corra el agua viva en todo tu existir. 
Que seas transparente. 
Que seas luz para todos tus hermanos. 
No fragilidades; seriedad y honestidad en tus deseos. 
 
Salvaguarda mis consejos. 
Vive en mi paz. 
Alégrate en mi resurrección. 
Y que tu corazón sea fuente perenne de amor y paz. 
Ámame y serás como es mi deseo. 
Inmola tus pasiones y obtendrás gozo en Mí. 
Sé santa y verás la gloria que ya vive en ti. 
 
-Señor (le supliqué) dame tu luz para conocer mis defectos y vencerlos. 
El Señor me dijo: 
 
Dile que es mi deseo que recéis el Oficio divino, que es salutación de ángeles y proclamación de alabanza. 
Por eso uníos en compañía de los coros angélicos, de los santos del cielo y de los justos de la tierra. 
No lo olvidéis: dadme vuestro tiempo. 
Estoy deseoso de darme en amor a vosotros. 
Iluminad la tierra con un espíritu puro y vacío de toda cosa imperfecta. 
Llamados sois a la santidad. 
Buscad mi Reino y seréis saciados. 
Orad juntos. 
Proclamad mis grandezas. 
 
Que vuestro corazón sea arca llena de virtudes. 
Que en vuestra esencia siempre reine la paz y el amor. 
Suplicad al Padre que os llene de amor para vuestros semejantes. 
Regocijaos en vuestro espíritu. 
No os apartéis de la verdad; buscadla, siendo pobres de espíritu. 
Buscad las cosas de lo alto. 
Encerraos en esa habitación íntima del amor. 
Aclamad al Amor. 
Encended vuestras lámparas. 
Sosegad vuestro espíritu. 
Amarrad vuestros deseos. 
No disimuléis ante el mundo el gozo de ser siervos míos. 
No busquéis ser amados; amad vosotros con generosidad. 
 
Sed almas abiertas a mi Espíritu. 
Gozo en el dolor. 
Unión en perfección. 
 
Sed corderos de mi rebaño. 
Sed fuentes de agua viva para que derraméis de esa agua a los demás. 
Confirmaos en la verdad. Yo soy la verdad. 
Purificaos de todo pecado. 
Ceñid vuestra cintura con la caridad, pobreza, humildad, pureza, celo de amor hacia Mí. 
Consoladme. Soy vuestro Dios que clama hacia vosotros, suplicándoos amor, entrega, generosidad. 
No os entibiéis en este estado de perfección. 
Caminad hacia Mí; para eso os he elegido. 
Sois rebaño santo. 
Yo os elegí; vosotros no me habéis elegido. 
Yo os llamé con amor que es perdurable. 
No seáis necios; sed almas llenas de Mí. 
Yo os proclamo: bienaventurado será el que abandone todo placer por Mí. 
 
Yo soy pureza, humildad, ternura, gozo. 
Aquel que sucio esté no podrá entrar a la gloria del Padre hasta que limpio esté. 
Que tu alma enamorada destruya toda imperfección para que el día de tu llamado esté purificado todo tu ser para la eterna unión. 
Transforma tu mirada. 
Que tu sonreír sea luz. 
Que tu caminar sea seguro. 
Y que mis preceptos los cumplas con amor y fidelidad. 
Que tus palabras evoquen mi existencia. 
Que en ti corra el agua viva en todo tu existir. 
Que seas transparente. 
Que seas luz para tus hermanos. 
No fragilidades, seriedad y honestidad en tus deseos. 
Salvaguarda mis consejos. 
Vive en mi paz. 
Alégrate en mi resurrección. 
Y que tu corazón sea fuente perenne de amor y paz. 
Ámame y serás como es mi deseo. 
Inmola tus pasiones y obtendrás gozo en Mí. 
Sé santa y verás la gloria que ya vive en ti. 
 
                                            .          .          . 
 
Señor –le supliqué- dame tu luz para conocer mis defectos y vencerlos. El Señor me dijo: 
 
Tienes mi amor y mi gracia, pero es indispensable tu esfuerzo y decisión. 
Sonríe al hermano por Mí. 
Hablad siempre de Mí y dad testimonio de que vivís para Mí y en Mí. 
Rezad el oficio divino que es la suprema alabanza que recita el hombre. 
Unid vuestro corazón para alabarme. 
Vivid y permaneced unidos en mi amor. 
Sed fuentes perennes de agua viva, no vasos frágiles fáciles de ser destruidos. 
Llenad vuestra mente de Mí. 
Vivid en continuidad alabándome y bendiciéndome. 
Sed como vuestro Dios os desea. 
 
 
14 de abril de 1982.

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