Después de este hermoso diálogo, el Señor me dijo:
“¿Ves ese árbol y cómo se mueven sus ramas por el viento?
Pues así te dejas tú mover por tu enemigo cuando no oras y me buscas.
Pon firmeza en tus decisiones y que tus raíces sean profundas para que te sepas sostener ante la adversidad.
Florece para Mí y fortifícate con oración y penitencia.
Ámame y consuélame.
Yo te doy todo mi amor.
20 de marzo de 1981.
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