—Me puse en la presencia de Dios y, revisando mi progreso en la vida espiritual, sacaba la conclusión que no me sentía plenamente convencida de mi progreso. Deseo mucho más. Paréceme que no he desaparecido para mí misma, aún conociendo el inmenso amor de mi Dios y sus gracias que son innumerables. Muchas veces he deseado más despojo, más deseo de hablarles a mis hermanos de ese Dios santo y verdadero que en todo ser vive para ser amado y glorificado; pero se queda en deseos. Aún tengo esos temores de que no me dé a entender. Si me abandonara en mi Dios no sucedería eso, pero aún no he podido superar este punto tan importante para ser en plenitud su alabanza. El Señor me hizo saber que Él esperaba mayor respuesta a su amor y que les hablara a las almas de su Misterio inefable y salvífico.
Quiero explicarte cómo debe ser un alma alabanza perfecta de mi gloria.
¿Escuchas esa melodía, esa unificación perfecta de sus notas, y cómo se armonizan y realizan el efecto deseado de que el oído se deleite en verdad?
Pues así el alma deberá irse despojando de su yo personal y armonizando todo sus ser en un abandono total en aquel Ser eterno y supremo que desea recrearse en su entrega de amor para así unificarse en verdad en aquel que es su gozo y que con gozo desea que tú, que eres su verdad, goces en su misterio santísimo.
30 de octubre de 1983.
La eternidad del hombre se inicia desde su creación.
………. ………. ……….
Toda gracia es sobreabundancia de mi amor.
31 de octubre de 1983.
Comparte esta publicación:
Copyright © Todos los Derechos Reservados.
Se puede compartir e imprimir para fines apostólicos.
El material en esta página web irá aumentando.