¿Sabes –me dijo Dios Padre- que la alabanza: ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por los siglos de los siglos!, es infinitamente agradable y de gran valor para Mí?
Recítala durante el día, pensando, al hacerlo, la magnitud que contiene cada alabanza que se da a cada Persona divina, y pensando, al hacerlo, en cada una de las Personas y dando a cada una honor y gloria.
Esta palabra ‘gloria’, ¿recuerdas? –me dijo- que la cantaron los ángeles en Belén en el nacimiento de mi único Hijo, porque en el cielo todos: coros angélicos, potestades, tronos, dominaciones y santos me alaban cantando sin cesar:
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!
Mi muy amado Hijo en su peregrinar por la tierra decía -¿lo recuerdas?-: “Dad gloria a vuestro Padre que está en los cielos”.
-Le pregunté sobre la oración del Padrenuestro y me contestó:
Es la enseñanza de cómo orar del Dios Hijo, para que el hombre se comunicara con su Padre.
Pero en el Gloria… se alaba al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Gracias por darme gloria.
El que recite, con fe y amor y para glorificar a la Trinidad, recibirá abundantes gracias.
. . .
También me recordó que iba a hacer un año que Dios había confiado a mí su inmenso amor y me regalaba con dones especiales, que preparara mi alma en silencio… Y me dijo: que hacía días venía preparando esa alma que hacía unos momentos había entrado en la sexta morada.
3 de julio de 1981.
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