Actitud Ante la Tentación

El Hijo del hombre también fue tentado y triunfó con la confianza en el Padre y en actitud de oración perseverante. 
 
Dile que su Dios es un Dios de amor y misericordia que se quiso hacer semejante al hombre para asimismo comprenderlo más en sus luchas contra Satanás. 
Pero que su Dios no permitirá que su enemigo lo tiente más de lo que pueda soportar. 
Que invoque con fe y con amor al Espíritu de mi Padre, porque Él le dará las gracias necesarias para triunfar, Él es el que da calma y tranquilidad al alma, y consuela al afligido y lo llena de amor, de un amor inquebrantable que derrumba montañas, y con mayor facilidad destruye una tentación que será de gran provecho al alma. 
Después de una fuerte lucha viene una gran paz. 
 
Que tenga fe, amor, mucha oración, entrega completa. 
 
El Padre le amará, el Hijo también, y el Espíritu del Padre lo fortificará. 
Que durante la lucha le dé alabanza y gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y encontrará paz. 
Que no piense en el efecto que le deja la tentación. 
Que piense en las manifestaciones de amor que ha recibido de su Dios. 
Ese Dios que siempre da amor y, a cambio, recibe desprecios e ingratitudes. 
Que con esa tentación me dé gloria, ofreciéndola a mi Padre, como reparación de las infidelidades de mis almas sacerdotales. 
Que piense que el alma saldrá triunfante de la lucha, cuando con clamor de amor suplique al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. 
Que la purificación de un alma es dolor y lucha, pero que después viene la transformación al amor único y verdadero que sólo se puede hallar en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo. 
Que quiero que con esta lucha, aunque para él sea fuerte, con ella dé gloria a mi Padre. 
Que piense en los bienaventurados que lucharon como él y después de tantas fatigas y sufrimientos ofrecidos con amor, han alcanzado tan altos grados de gloria. 
 
Mi amor lo tendrá siempre. 
Cada vez que acuda a Mí con sinceridad y confianza lo llenaré de mis gracias y por medio de ellas triunfará. 
Que en la perseverancia encontrará fidelidad y fuerza. 
Nada es mucho para el que ama. 
Que sea un alma que dé consuelo a mi corazón, este corazón que sólo sabe amar y consolar al atribulado. 
Que muchas veces he repetido: “Venid a Mí los que estéis agobiados, porque Yo os aliviaré y sostendré”. 
 
Sois mis hermanos y como tales os ofrezco a mi Padre; y mi Padre y Yo nos complacemos en aquellos que acuden a nosotros, y su Espíritu esparce gracias abundantes para los que perseveran con fe y esperanza en cualquier lucha. 
Tomad mi yugo que es suave. Eso dice el Señor su Dios, el que por amor sufrió, el que por amor dejó la gloria del Padre, para abrazarse a la cruz y así, por medio del sufrimiento, atraer las miradas de los impíos y con su sangre purificar a los que estaban manchados por el pecado. 
Luchad con amor y abrazaos a la cruz con ese mismo amor. 
Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo. 
Porque dándonos gloria alcanzaréis la paz y subiréis como nube clarísima hasta la gloria del Padre. 
 
 
 Diciembre, 1980.

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