Todo sufrimiento e incomprensión es algo que duele y lastima vuestra sensibilidad, pero recuerda bien que eso ofrecido por amor embellece tu alma y la fortifica.
Aunque se duela físicamente no mata y eso es lo importante porque el alma con el dolor tiene más belleza de lo que tú te puedes imaginar.
El cuerpo es frágil, pero el alma es fuerte e invencible.
Si el cuerpo se resiente con el dolor no te preocupes, que a él le disgusta cualquier pesar o malestar.
El alma entregada se encarna en su Dios para ser su alabanza y dar testimonio vivo de la experiencia de un Dios que se comunica al hombre para su propia transformación.
El amor es deseo y es don.
Es también manifestación y entrega, y siempre se da a los demás a ejemplo mío.
El enojo es indispensable cuando es en bien de vosotros y de mi Obra, pero no debe ser continuo.
A él le falta entereza para cambiar, voluntad para no flaquear y perseverancia en sus propósitos para bien de mi Obra.
A ti –te lo repito- mayor entrega, profundo silencio y más amor a tus semejantes, y obrar haciendo mi voluntad y perseverando en Mí.
24 de abril de 1982.
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