Canto al Padre

Voy a hablar de mi Padre. 
¿Quién, amándole como Yo le amo, pudiera dejar de hablar de quien es Padre, tan maravilloso Padre, con toda la amplitud de la palabra ‘PADRE’? 
 
-Ayúdame a decir al hombre no todo lo que Él es, porque todos los volúmenes serían pocos en comparación con lo que Él es realmente. 
 
¡PADRE! Tu nombre sea alabado ahora y siempre. 
Tú eres lo que eres, y, siendo lo que eres, todo lo eres. 
 
Gloria, honor y alabanza sean dadas a ti en todo momento. 
Preparen sus voces todos los Ángeles y Potestades todas. 
Santos, cantad al Amor. 
Y vosotros, hombres, cantad con murmullo de amor. 
 
¿Qué eres, Padre, sino lo que eres? 
Tú eres majestad y perpetuidad. 
Eres gloria eternal. 
 
Tú creaste los cielos, llenándolos de una hermosura sin igual; 
Plasmaste en ellos tu serenidad. 
A la tierra llenaste de tu gran belleza. 
 
Pero sollozaste con grande amor, 
Cuando al hombre creaste a tu semejanza. 
Te maravillaste de lo que creaste 
Y en él soplaste para darle vida de tu vida. 
Por eso, ¡oh Padre! Permite que el que te ama proclame con gozo lo que tanto anhelaba decir. 
 
¡Padre! ¡Abbá! ¡Padre! 
¡Qué gozo me da 
decirle a mi hermano  
que Tú eres bondad! 
 
Que en ti viva siempre, 
Pues eres la fuente 
De la amistad. 
 
Contemplad, hermanos, 
Al gran Portento, 
Que encierra en su ser 
Amor maternal. 
 
Tú eres mi Padre, 
¡oh Rey altísimo! 
Y Yo soy tu verdad. 
Eres remanso del alma 
Que busca en ti 
La felicidad. 
 
Tu nombre es arrullo, 
¡oh excelsa beldad! 
 
Eres sol de belleza sin igual. 
Tú eres, ¡oh Padre! 
Mi gran encanto 
Y ante ti pongo 
Mi gozo y mi canto. 
 
Que te dé gloria 
Todo el mundo entero. 
Que el hombre te busque 
Y te dé su amor. 
Y toda creatura 
Alabe a su Dios. 
 
Tú eres el Eterno. 
Tú eres el Señor. 
Eres el encanto 
Del gran pecador. 
 
¿Qué eres, ¡oh Padre! 
Para mis hermanos? 
Eres un Dios olvidado. 
 
¡Y pensar que eres 
siempre la bondad, 
la misericordia 
y el Dios paternal…! 
 
Tomas en tus manos 
Las flores marchitas 
Y les das vida de tu vida. 
 
No juzgas al hombre 
Ante su maldad, 
Pues esperas siempre 
El regreso a tu bondad. 
 
¡Oh Padre amoroso! 
Te beso con amor; 
Y vosotros, hermanos míos, 
Os digo que volváis al Amor. 
 
 
 
Señor de los cielos, 
Excelsa beldad, 
Llenas Tú lo creado 
De tu majestad. 
 
Las estrellas, llenas de tu hermosura, 
Dicen al hombre que Tú eres 
Hermosura y majestad. 
 
¿Y qué decir de las aves 
que alaban a Dios 
y con su gran canto  
le dan gloria a Dios? 
 
Las flores contemplan 
Siempre al Señor. 
Miradlas que siempre 
Posan para su Señor. 
 
El mar con su canto 
Le canta al Creador, 
Y los montes santos 
Le dan su esplendor. 
 
Tú eres, ¡oh Padre! 
El Dios del amor. 
Eres la belleza, 
Pues eres gran Dios. 
 
Tu grandeza es fuerza 
Para el pecador, 
Que postrado dice: 
‘perdón, mi Señor’. 
 
Aves cantarinas 
Decid con amor: 
‘bendito eres, Padre, 
por la creación.’ 
 
Señor de los cielos, 
Padre del amor: 
Sonríele a mi hermano 
Y dale tu amor. 
 
Gozad del Amado. 
Abrid vuestras almas, 
Sedientas de amor, 
Que dentro de vosotros  
Está vuestro Dios. 
 
¡Oh Dios generoso, 
Padre celestial! 
Tú eres la belleza 
Y la potestad. 
 
La naturaleza te dice 
En canto de amor: 
‘eres hermosura, 
eres mi Creador.’ 
 
Hombres de este mundo, 
Ya veis al Amor 
Que en vosotros vive 
Y es galardón. 
 
Mira, Padre bueno, 
Que en ti busca el hombre 
La paz verdadera 
Y desea darte loor. 
 
Tú eres el que eres 
Y porque eres, 
Eres el Señor. 
 
Tú eres la belleza, 
Eres la verdad; 
Y en ti todo está, 
Pues eres santidad. 
 
Eres Tú la fuente 
De la vida eterna; 
Pero sobre todo, Padre,  
Eres la bondad. 
 
Llenaste la tierra 
Con gozo eternal 
Cuando enviaste al hombre 
A tu Hijo, que es tu heredad. 
 
Tú eres la grandeza, 
Pues eres la esencia 
Y la omnipotencia, 
Y llenas la tierra  
De amor y verdad. 
 
Tú en lirio fragante 
Enviaste a la tierra 
A tu Hijo Emmanuel 
Y lo llenaste 
De todo tu poder. 
En mi infancia santa 
Tu me prodigabas  
Tu amor maternal, 
Y en ti me extasiaba 
Con gozo eternal. 
 
Unidos por siempre 
Los Tres nos hablábamos 
Y en eterno amor 
Por el hombre velábamos. 
 
Cuando en las fatigas  
De mi humanidad 
Clamaba hacia ti, 
Tú me prodigabas  
Y me regalabas 
Tu fuerza y bondad. 
 
Cuando a mis amigos 
Yo los elegí, 
Tomándolos para Mí 
Te di gloria a ti. 
 
Caminando por la tierra, 
Explicando al hombre 
Toda tu verdad, 
Mi ser se llenaba  
De amor sin igual. 
 
Cuando ante el hombre 
Me transfiguré, 
Con esplendor Yo le enseñé 
Todo tu poder. 
 
Y el hombre ya ansioso 
Y lleno de amor 
Tan sólo por ti, 
Pues Yo siempre hablaba 
Tan sólo de ti, 
Viéndome a Mí 
Y amándote a ti, 
Pues siempre en Mí 
Te vio sólo a ti, 
El hombre con gozo exclamó: 
‘vivamos aquí, 
pues es el Señor 
del eterno Amor 
el que ante nosotros 
se transfiguró, 
mostrándonos  
su gloria y esplendor.’ 
 
En Getsemaní 
Exclamé a ti: 
‘ven ya presuroso 
y vuelve tus ojos a Mí, 
pues mi humanidad débil 
necesita la fuerza 
que proviene de ti.’ 
Pues, ¡oh Padre santo!, 
Yo hice ante ti 
Lo que Yo anhelaba 
Hacer por tu gloria 
Y sólo por ti: 
Sufrir y morir 
Para exaltarte 
Y mostrar al hombre 
Lo que significa 
Amarte y ser uno en Ti. 
Pues tu voluntad 
Fue mi voluntad, 
Y tu exaltación 
Fue mi exaltación, 
Y siempre me inspiraste  
Para decidir: 
Y la salvación del hombre 
Por la cruz elegí. 
 
 
28 de febrero de 1983.

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