Meditando 1Co 3 y 4.
Mirad cómo sufren los santos.
Vosotros sois santos, porque Yo habito en vosotros, estoy con vosotros, os asisto, os alabo y os bendigo.
Si me obedecéis, triunfaréis y venceréis y destruiréis a mi enemigo que es vuestro enemigo.
Yo os asistiré.
Yo os guiaré.
Yo hablaré por vosotros cuando sea necesario, porque sois mis elegidos.
Yo os confortaré en vuestros trabajos, que también son mis trabajos.
Yo os llenaré de luz por medio de mi Espíritu.
Yo no os abandonaré.
Os amo.
Amadme.
Mi amor es inquebrantable.
No destruyáis, pues, vosotros ese amor que habita en vuestro interior, por el contrario, aumentadlo.
Ayudadme en mi Iglesia, que es vuestra Iglesia.
Sed como alabastros.
Purificad vuestro entendimiento y voluntad: todo vuestro ser.
Vuestra propia transformación será el perfume que embriague a mi Iglesia.
Tened fe.
Que vuestra fe brille en cada momento.
Luchad por mi Reino.
El amor de vuestro Dios os llenará todo vuestro ser.
Tenéis las armas para vencer todas las dificultades.
Alabadme.
Orad y vigilad siempre vuestra oración.
No desfallezcáis en ella. Aumentadla.
Gloria y alabanza al Padre creador, al Hijo salvador, y al Espíritu Santo, vuestro guía y consolador.
Vuestro Dios os ama y agradece con creces, y caricias, y amor lo que hacéis por la gloria de mi Padre.
Luchad con fe y amor, y venceréis.
El arma mejor será vuestra fe y oración y vuestro completo abandono en los brazos amantes de vuestro Dios.
No temáis al dolor, ni a las calumnias, ni al desprecio, ni al qué dirán.
Mirad que vuestro Dios os mira complacido y Él es el que os guía y nadie os podrá derrotar.
Sed luminarias dondequiera que vayáis, que vuestro Padre, que habita en el cielo, os coronará en la eternidad a la cual habéis sido llamados.
Aumenta, pues, vuestra humildad y seguridad en vuestro Dios, Él es el que va con vosotros y os dirige y os guía.
Alabadme.
Yo os bendigo y siempre os deseo.
Amor infinito para vosotros de parte de vuestro Dios.
Yo os amo. ¿Qué importa quiénes sois, ni cómo sois? Para vuestro Dios sois grandes. Por eso os pido: renunciad al mundo y sus vanidades.
¿Qué os importa que los demás os desprecien, si vuestro Dios os ama tanto?
Dadme y recibiréis el triple de lo que me dais.
Alabanza al que os ama y al que os quiere purificar y transformar.
¿Sientes mi presencia en ti? – Sí,
Yo soy el eterno amante, el aposentador, el transformador, el que dirige tus pasos, el alentador, el aumentador de vuestra fe, el infinito amor, el que os guía y lleva a vuestro Padre y os deposita en los brazos amantes de Dios Hijo, vuestro redentor y salvador.
Dejadme que os guíe.
Abridme lugar para reposar en vosotros.
Sed dóciles y obedientes a mis mandatos.
Yo os guiaré y llenaré vuestras mentes de luz celestial.
Amadme con fuerza y fe.
Soy vuestro dador.
Sed inquietos por mis cosas que son vuestras cosas.
Yo soy aquel que os creé, el que vengo en medio de vosotros, el que envié mis ángeles para que os custodien y protejan, el que habita en vosotros, el que es infinito, el que no tiene ni principio ni fin, el que es único y eterno, el siempre poderoso, el siempre amante.
Mirad siempre y buscad a vuestro Dios.
Yo soy vuestro Padre que os espera en mi gloria, que será también la vuestra.
Os doy el ósculo de paz y amor.
17 de diciembre, 1980.
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