Doctor Salvífico

Yo soy el doctor salvífico del alma. 
Cuando me adentro en su adentro voy curando heridas sentimentales, voy llenándola de mi substancia, y ejercito mi función salvífica. 
La adapto a mis deseos. 
La lleno de caricias inenarrables. 
A medida que el alma da apertura a su Aposentador, va curándose internamente. 
Hay almas que tienen enfermedades internas que la tienen de tal forma atada que sangra el alma herida. 
Yo soy un médico de amor delicado y curo esas heridas besando esa alma. 
A medida que el alma va sanando, Yo voy actuando con libertad absoluta, y el mejor remedio –os lo digo en verdad- es el amor. 
 
Yo soy un Dios cautivador, un Dios silencioso, un Dios lleno de hermosura sin igual. 
Yo soy la sonrisa de Dios. 
Yo soy el huésped honorífico del alma. 
 
Cuando me adentro en el alma y toco al alma, a mi llamado se presenta un alma raquítica, enfermiza y débil, que al oír mi llamado se abraza al Amor; y, ya en mis brazos, inicio en ella mi deseo. 
A medida que esa alma va dando de sí al Dios sempiterno, sus heridas se transfiguran con la ayuda del ‘Dedo de Dios’. 
Yo injerto en esa alma células de vida, pues Yo soy doctor del alma. 
Y es lo repito: mi medicina es el amor. 
 
Hay almas de una parálisis espiritual, y Yo me presento a esa alma con mi verdad y la enseño a caminar en el camino de vida, sostenida por el fuego de amor. 
Hay almas de enfermedades llenas de dolores inenarrables. Esas almas son aquellas que en su vivir no permiten escuchar al Dios verdadero y tienen todos sus sentidos al servicio del mundo. 
Hay almas que, llenas de úlceras espirituales, sufren en verdad por la falta de fe y de confianza en el Dios que las ama. 
Hay otras que, enfermas de tibieza espiritual, no pueden respirar, y Yo, el Dios fuego inextinguible, les inyecto de mi amor, y el alma comienza a tomar vida de mi vida. 
Hay otras enfermas de soledad. A esas, en principio, me acerco sutilmente, las acaricio y las lleno del fuego de Dios, las atraigo a mi ser, y ya en Mí vuelven a ser almas deseosas de perfección. 
Hay almas que sucumben por falta de consejos y llenas de odio parecen morir. Yo a esas las sano, llenándolas de esperanza en Dios, que vive y siempre vivirá. 
 
Yo tomo a toda alma y la lleno de mi luz. Y esa luz es curativa en toda alma, pues el alma ante esa luz comienza a descubrir su enfermedad. 
Yo soy el Dios místico que al alma sonrío, al alma la voy arrebatando en amor, y ya iluminada por el deseo de darse al Amor, esa alma va llenándose una fuerza que es transmitida por mi omnipotencia. 
Por eso, hijitos míos, dadme vuestras almas y no os resistáis a mis inspiraciones. Yo os quiero sanar. 
 
Yo soy el Dios que en fuego desciende al alma, y con mi fuego cicatrizo toda herida; elimino toda atadura, la limpio de toda imperfección, y le voy sanando herida tras herida. 
Yo soy el Doctor del alma –no lo olvidéis- que en unión del Padre, que sostiene a sus hijos en su regazo, y del Hijo, voy ayudando al alma y llenándola de esperanza, para llevarla en pos del Padre, que es amor, y del Hijo, que es amor y redención. 
 
El alma en mi ser va regustando de la belleza de Dios; va caminando, ya no en tinieblas, sino maravillada por la luz de Dios. 
Yo estoy dentro de vuestro ser, creédmelo, hijos mío, creédmelo, y me hago presente con insistencia. 
 
Hay almas que no aceptan mi amistad y rechazan mis inspiraciones. 
Esas están a punto de morir. 
A ésas les alimenta una fe débil, muy débil, que en cualquier momento se podrá apagar. 
 
Yo en el alma soy el solícito servidor, que al alma atiendo con amor. 
Yo soy el servidor del alma. 
No es el alma la que sirve a su Dios, sino el Dios del alma el que en todo instante estoy solícito a cumplir sus deseos. 
Aquí me refiero a la vida de unión perfectísima en el alma. 
Yo le voy abriendo cada habitación de aquella mansión, hasta adentrarla ahí, donde habita la Trinidad de amor. 
El alma en el recorrido de la vida espiritual y ante el llamado, me ayuda a irle descubriendo todo lo que necesita para ser alabanza de Dios. 
Yo la inquieto con amor, y ella, ante mi amor, apresura a su Dios, fuego de amor, a que derrame en su alma el néctar del verdadero amor. 
Arrebatada el alma ante tanta dulzura, se va transfigurando en el deseo de oración, en el deseo de mayor perfección, en el deseo de toda virtud, en el deseo de adquirir las cosas eternas, donde en plenitud el alma gozará cara a cara de la hermosura increada. 
 
Yo soy fuerza, fuerza de vida en toda alma. 
Venid y encontraréis al Amor, que está tocando en este instante ante vuestro corazón, para suplicaros me dejéis vivir en amistad con vosotros. 
Yo soy sólo amor. 
No temáis que soy fuego de amor, y no os dañaré, sino que os curaré. 
Yo soy la mejor medicina para el alma. 
Yo soy el doctor que implantará en el ser del hombre la figura verdadera de la Trinidad de amor. 
¡Salve, hijitos! Estáis atónitos ante tanto amor. 
Yo sonrío al veros y os abrazo con delicado amor. 
Cuando el alma cae ante mi presencia, Yo me inclino hacia ella e inicio nuevos métodos para que vuelva a la verdad. 
 
Hijos del Fuego de amor, estáis enfermos de deseo de amor. 
Aquí está el Dios, fuego de amor, con inquietante deseo de hacer en vosotros verdad mi amor. 
 
Hijitos, un año tenéis, ¿no es verdad? 
Un año de luz en la Iglesia del Hijo, guiada por mi luz y llena de amor por el Padre del amor. 
 
¡Un año trinitario! 
Un año en que vivís en esta Alianza, que es sólo amor. 
¡Un año! 
No os desanime el pensar en todo lo pasado, pues Yo soy la prosperidad, la fecundidad, la latitud, la exaltitud. Soy dimensión. 
Soy un Dios que, en esencia perfectísima, habito a todo ser que vive en mi gracia. 
¡Ánimo, amigos! 
Mirad hacia el cielo, que ahí está vuestro Fuego, y baja a la tierra y la enciende de amor. 
¡Aliados del Fuego! ¿Qué esperáis de este Fuego? ¿Qué buscáis otros fuegos, si Yo soy el Fuego, amor sempiterno del Padre y del Hijo? 
 
Un año de vida tenéis en la Vida. 
Un año de gozo, un año que es vida. 
Mirad al Consuelo,  
que os da todo amor. 
Yo soy fuego eterno 
y soy salvación. 
¿Hay mejor fuego que el fuego de Dios? 
 
Yo canto a los hijos del Fuego. 
Hijitos del Fuego sempiterno, Yo soy canción de amor. 
Yo soy, hijitos, vuestro fuego. 
Yo soy el Dios que, en amor y en mi amor, os revisto de mi gracia. 
 
Hijitos, hay gozo en el Fuego sempiterno. 
¿Por qué será ese mi gozo? Pues os lo diré: es que tengo mi Alianza de amor. 
¿Hay mejor gloria que ser recibido en fuego en vuestro ser? 
¡Oh, qué fuego irresistible soy Yo! 
Soy fuego irresistible. 
¡Qué irresistible es el fuego del eterno Dios! 
Yo os consumiré con este mi fuego. 
 
Yo soy ese fuego, y presente aquí estoy, hijitos de la Alianza del Padre y del Hijo, que, arrebatado por este vuestro fuego, os regalaré todo mi amor. 
 
¡Oh qué fuego es mi fuego! 
Arrebatados en fuego, 
estaréis en mi amor. 
Hijitos, ¡qué bello es mi fuego!, 
pues sana al pecador. 
 
Yo soy fuego eterno 
que os llenaré de luz. 
¡Hay qué bello, qué bello es mi fuego, 
que quema vuestras almas! 
 
 
¡Que gozo hay en el Fuego 
que os dice con amor: 
‘hijitos del Fuego, 
aquí está vuestro Fuego, 
que es amor de los Dos’! 
 
¡Aliados, Aliados! 
¡Qué grande es este fuego 
que os quema en amor! 
 
¡Fuego, fuego 
cae a la tierra! 
¡Fuego, fuego soy 
y quiero arrebataros en mi fuego! 
 
Primavera del Fuego 
cantadle al Fuego, 
que os quiere encender  
en fuego, que es sólo amor. 
 
¡Alianza, Alianza! 
Que os queme este fuego, 
pues estoy deseoso de quemaros 
de este mi fuego. 
 
Yo soy el fuego sonriente 
del Padre y del Hijo, 
que en llamas de fuego 
desciende a la Iglesia militante. 
 
Decid, hijos míos, que el Fuego de amor 
descendió esta noche, envuelto en fuego, a esta mi Alianza. 
 
—¡Oh Fuego! ¡Qué grande eres! 
Yo soy el Hijo del Eterno, que te saluda encendido de tu fuego. 
Desciende a mi Iglesia y enciende a todos mis hermanos en tu fuego  
que es amor y salvación. 
 
—Yo soy el Dador de ese Fuego. 
Yo soy Padre, que os envío mi Fuego. 
 
—Yo soy fuego y soy unión de Ellos, que son sólo amor. 
 
A mis Aliados que están en mi fuego, a todos, a todos os envío este fuego para que seáis encendidos de este fuego. 
Yo estoy aquí, hijitos, escuchando con fuego, y escucho con amor que le cantéis a este sonriente fuego. 
 
Yo soy sonrisa del alma. 
Yo canto y encanto a aquel que con canto me encanta. 
Yo soy la música que arrullo al alma. 
Yo soy el remanso del alma. 
Yo soy la luz en el alma. 
Yo soy el Dios que arrebato al alma. 
 
¡Oh cenáculo de Alianza! Yo soy fuego que cae desde el cielo sobre ella. 
¡Oh Alianza! Caminad encendidos de este divino fuego. 
 
Soy huésped honorífico en todo ser. 
Soy el Dios que brinda al alma dones de vida. 
Soy como un arroyo que da a beber al alma del agua de vida. 
Soy místico doctor; no lo olvidéis. 
Soy el que unifica consubstancialmente al Padre y al Hijo. 
 
Alianza del Fuego, os doy este Fuego, que es todo fuego. 
Decidle a vuestro Fuego que descienda a vosotros. 
Y Yo me quedaré en vosotros en fuego. 
 
Alianza, aclamad al Fuego que os eligió, para que seáis fuego del Fuego de Dios. 
Aliados, ¡qué bello es este vuestro fuego! 
Pues soy el transformador, que arrebato al alma con dulzura de fuego. 
Yo soy fuego embelesador. 
Soy aposentador. 
Soy el amor unitivo del Padre y de su amado Hijo. 
Soy volcán de fuego. 
 
Yo soy el Dios que vive con gozo en toda alma que desea vivir en este fuego. 
Yo soy, hijitos, y estoy oyendo ese sonoro canto que dice: “Ven fuego…” 
Pues aquí está vuestro Fuego que goza ante tanto amor. 
 
               …..                                 …..                                     ….. 
 
¿Sabéis qué significa alzar vuestras manos al Fuego? 
Es el abriros al Fuego. 
Y todos abiertos al Fuego, descenderá en fuego el que es sólo fuego. 
 
                …..                                 …..                                   ….. 
 
Hace un año que este vuestro Fuego tiene su cenáculo de amor. 
¡Oh qué gozo, qué gozo, es tener este cenáculo, donde Yo os hable de mi fuego! 
¿Me dejaréis más y más hablaros del deseo de mi fuego? 
¿O ya no queréis más fuego? 
Yo deseo hablaros por siempre de este mi fuego. 
 
               …..                                   …..                                   ….. 
 
¡Oh España santa!, que has vertido este fuego, da gloria a este Santo Fuego. 
México, te ama el Fuego, pues en unión de hermanos os he unido, para que unificados en mi fuego, viváis alabando a vuestro Dios fuego. 
 
¡Oh Alianza!, que ha unificado lo antiguo con lo nuevo en un solo fuego. 
Aliados, eso os indica que en mi fuego todos sois uno y nada limita este fuego, que se extiende por el mundo. 
Todos debéis de amaros con fuego. Este es el deseo de este vuestro Fuego. 
 
Alegres, alegres, alegres, cantad al Eterno, que es alegre; pues Yo soy el Dios tan alegre que siempre alegre, alegre, os hablo de mi amor. 
 
Yo tengo infinidad de sinónimos personales, pero me gusta que me digáis: el Dios sonriente, el Dios santo, el Fuego de Dios, el Dios que es amor de los Dos. 
 
Yo soy el Dios fuego que hace un año me abrí con fuego, e implanté esta Alianza, que es gloria del Fuego. 
 
Aliados, escuchad lo que os voy a decir. Ponedme atención. Deseo que perseveréis en la oración, que seáis almas de humildad profunda. 
No os desaliente la adversidad, que en el dolor florecen las más bellas flores. 
No vayáis a sucumbir en el pecado. 
Cuidad vuestra alma, pues ¡vale tanto un alma para vuestro Dios…! 
 
El alma deberá purificarse por amor a vuestro Dios. 
Sed alegres. 
Mi Alianza deberá de caracterizarse por la unión y el amor. Así transformaréis a vuestros enemigos. 
 
Yo os digo que esta Alianza fue deseo del Padre y del Hijo, bajo la inspiración del Fuego de Dios. 
Aliados, vuestras armas son la humildad y el amor en la Trinidad. 
Amad tan sublime misterio. 
Soy un Dios sempiterno. 
Soy verdad. 
Soy el que soy. 
 
Por eso, que cese un momento todo ruido y veréis que el alma e el silencio perseverará en la alegría de Dios. 
Debéis de ser mensajeros trinitarios. 
Debéis de dar ejemplo, pues vuestro vivir implica que estáis en mi verdad. 
No palabras, sino obras. 
Amor, amor, amor, amor, amor, amor… 
Que ése sea vuestra palabra: somos del Amor Trinitario y por eso deseamos ser amor. 
No seáis insensatos. 
No retrocedáis. 
¿No veis que el camino a seguir es el camino del amor? 
Aliados, podéis caminar con mayor perfección. 
No os quiero con tristezas. 
Si sufrís, amadme con alegría. 
Si todo viene con bien, también con alegría. 
Caminad en humildad. 
No os sintáis unos más que otros. Todos sois uno ante el Amor. 
No me gusta veros separados: causáis dolor al Ser increado. 
Si os enojáis, levantaos pronto, no se que por vuestros egoísmos destruyáis mi Obra que es de amor. 
 
Vosotros debéis ser ejemplos de amor. 
Vosotros debéis vivir en plenitud ese amor. 
Vosotros debéis ir ya muriendo a vuestro yo. 
 
¿Qué esperáis, si todo os lo he dado con amor? 
No digáis: ‘yo soy del Amor’ y con vuestras obras ofendáis a Aquel de quien decís que sois. 
Aliados, Aliados: santidad, santidad, santidad, no mediocridad. 
Santidad, santidad. 
Daos pronto a la santidad. 
Pocas son las almas que desean vivir la verdadera perfección. 
Quitad vuestros deseos y cumplid tan sólo mi voluntad. 
Vivid en amor. 
No vayáis a confundiros cuando decís: ‘vivimos en amor’ y sólo buscáis vuestro amor y no mi amor. 
El que vive en mi luz debe de irradiar esa luz. 
El que vive en el Amor debe de ser siempre amor. 
El amado del Amor deberá caracterizarse por la paciencia, la docilidad, el deseo de desaparecer, el deseo de ser verdad, el deseo de ser uno en el amor. 
 
¡Almas! Tengo sed de almas. 
Suplicad por todas las almas. 
Yo os amo, os amo. 
 
                     …..                                  …..                                       ….. 
 
Efesios 4: 
 
¿Por qué os asombráis? ¿Acaso el inspirador de esa palabra no es el mismo que os está diciendo que toda la salvación está compendiada en el amor? 
 
Por eso, Aliados, os digo en verdad, que espero que pronto cambiéis en verdad. 
¿Qué os cuesta? Es verdad, pero ¿acaso no contáis con el Dios que es verdad? 
 
—El cáncer espiritual es más dañoso… 
 
Has dicho una verdad, pues es más grave el cáncer interno que el externo, pues el que tiene cáncer interno morirá por toda una eternidad. 
Es verdad de fe. 
 
                …..                                 …..                                   ….. 
 
Os quiero recordar que sería gozo que llevéis en vuestro pecho el emblema trinitario, para que siempre recordéis que sois trinitarios. 
 
El escapulario es la defensa exterior del alma, pero el recordar el misterio es el recuerdo de tan sublime Misterio. 
Amigos, unios de la mano y yo os transmitiré mis dones, y sentiréis mi presencia por el deseo de renovación y de amor. 
Alzando las manos en señal de amor y oblación, deberéis de despediros con alabanza al que es la unión de amor del Padre y del Hijo. 
Y mis dones los infundiré en toda mi Alianza, y de un modo muy especial a los presentes. 
 
Los frutos se verán en vuestro vivir. 
Os amo. ¡Cuánto os amo! 
Soy el Dios, fuego divino. 
 
Este es el Pentecostés en la vida unitiva de la Trinidad de amor. 
¡Salve, hijos del Fuego! 
Os amo, hijos del Amor. 
Os saluda la Trinidad de amor. 
 
-En este primer novenario trinitario obtendréis gracias espirituales, para que seáis luz de mi luz; y, ya en mi luz, deis a conocer al mundo la inhabitación de este sublime Misterio. 
Este debe ser vuestro ministerio específico. 
 
Signo invisible es aquel que os he impreso en vuestro ser, del Misterio del amor. 
En eso consiste el sentir mi presencia en vuestra presencia. 
 
 
Durante la Vigilia de Pentecostés. 
22 de mayo de 1983. 

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