¡Salve, hijitos del Fuego sempiterno de amor!
Os doy el ósculo de amor y os digo con efusión plena de amor que seáis mensajeros trinitarios.
Y quiero que digáis a vuestros hijos y amigos que les amo.
En nombre del Padre os bendigo.
En nombre del Hijo redentor os bendigo.
Yo soy la unción salvífica.
Yo soy el amor de Ambos.
Os amo, hijitos míos. Os amo.
Santificad vuestras almas.
Os repito: os amo, hijitos de la Trinidad omnipotente.
21 de mayo de 1983.
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