Sed Perfectos

Las almas que quieran ser liberadas tienen que desearlo y, si no pueden, las personas que convivan con ellas. 
También es necesario vivir en gracia, ser conscientes de la presencia de Dios en ellas, pedir con fe y humildad. 

Las almas que deseen imitarme tienen que ser sacrificadas, sencillas, humildes. 

También deseo almas que amen a sus hermanos. 

Yo soy el Santo de los santos. 
Yo soy la pureza, la perfección, la omnipotencia, la alegría, el bienestar, la claridad interior. 
Soy la firmeza, la seguridad y, ante todo, soy el amor. 

Imitadme –Yo os lo suplico. 
Sed siervos de todos, como lo fue vuestro Maestro. 
Amad a aquel que os desprecia. 
Buscad el Reino de Dios y sed justos y rectos. 
Confianza.  
Fe y esperanza, y sobre todo humildad y pobreza. 
No entristezcáis con vuestras obras el corazón de vuestro Dios. 
Sed perfectos como lo es vuestro Padre celestial. 

Buscad a mis almas atormentadas, a mis pecadores y amadlos como Yo os amo. 

Sed sencillos como la paloma y nobles como los corderos. 
Pensad en aquellas palabras tantas veces dichas: 

EL QUE SE HUMILLE SERÁ PRIMERO EN EL REINO DEL PADRE. 
¿DE QUÉ LE SIRVE AL SOBERBIO GANAR MÉRITOS, HONOR Y GLORIA EN ESTE MUNDO SI AL FINAL DE SU EXISTIR PIERDE A AQUEL QUE LLENARÁ DE GOZO VUESTRO CORAZÓN? 

Haced, pues, méritos para merecer el Reino de Dios. 
Necesito pureza de espíritu, humildad, docilidad, obediencia, suma pobreza. 
Que todos sean servidores de todos. 
Calmad mi sed de amor. 
Dadme gloria –os lo pido. 
Os bendigo y os doy mi amor. 
Y os propongo: dejad todo odio y rencor, toda ira e incertidumbre, todo desasosiego, toda vanagloria por mi amor. 
Bienaventurado aquel que sólo aspire por la patria celestial, porque será grandemente recompensado. 
Sed, pues, dóciles a mis inspiraciones y clamad al Padre a cada instante. 
Revestíos de suma pobreza, oración y penitencia. 
No queráis lo que desean los del mundo. Sed diferentes a ellos en vuestro obrar y pensar. 
No os quiero mezquinos, sino humildes. 
Os quiero llenos de amor y caridad. 
Orad y venceréis al mundo. 
Sed perfectos como es vuestro Padre que os ama. 
Clarificad vuestras mentes. 
Entregad vuestra voluntad y entendimiento. 
Sed piadosos y no disolutos. 
Sed cándidos y sencillos. 
Sed virtuosos. 
Cantad con júbilo y gozo a vuestro Dios. 
Amadlo a cada instante. 
No penséis en vosotros; pensad y amad al que habita en vuestro interior. 
Cambiad vuestro modo de entender. 
Todo encauzadlo para la gloria del Padre. 
No os quiero como las serpientes que aparentan ser indefensas y son terribles cuando el hombre se acerca a ellas. 
Vosotros, atraed a vuestros hermanos primeramente con vuestra propia perfección y purificación. 
No os quiero imperfectos. 
Llenad vuestro corazón de mi amor y todo obtendréis. 
Que no haya entre vosotros distinciones; sed todos siervos de todos. 
Complaced a vuestro Dios y amaos los unos a los otros en caridad y amor. 
No os fijéis en la paja que está en el ojo de vuestro hermano, fijaos en vuestros propios defectos y pedid perdón y clemencia. 
Unidos en amor venceréis al mundo. 
No os preocupéis de qué comer y vestir, ya que el Hijo del Hombre no tenía en qué reclinar su cabeza. 
Despojaos de todo por amor. 
No queráis sacrificar a vuestro hermano; vosotros seréis los sacrificados para honra y gloria de la Trinidad. 
Conformaos con vestir en humildad y comer de caridad. 
Disculpad al que os ofende. 
Amonestad a aquel que ha menester pensando, al hacerlo, en vuestras propias flaquezas. 
Servid con alegría ya amor. 
No ociosidad. 
No intolerancia. 
No mediocridad. 
Sed inteligentes en el amor. 
Humildad en cada acto de vuestra vida. 
Sumisión a aquel que me va a representar. 
Serenidad en la adversidad. 
Perseverancia y fidelidad en la oración. 
Practicad la fe y la esperanza y daos a los demás en caridad. 
Mirad el firmamento y todo lo que hay sobre esta tierra creada por amor y no podréis ni siquiera mínimamente comparar lo que es ver frente a frente a vuestro Dios. 
Colmad de amor al desvalido y sonreíd a aquel que esté agobiado y triste. 
Visitad a mis enfermos. 
Dad sostén de alimento a aquel que os mendigue un mendrugo de pan. 
Hablad de Mí al que no me conoce. 
Dad consuelo a la viuda y a los huérfanos. 
Tened presente a mis religiosos y sacerdotes. 
Sed pobres para merecer. 
Orad. 
Vigilad vuestros defectos para no creeros más que vuestros hermanos. 
Tended vuestra mano a vuestros padres. 
Ahuyentad a mi Enemigo de mis almas. 
Visitad al oprimido. 
Y sed conscientes de que la verdadera libertad del hombre es vivir en gracia y santidad y amor a su Dios y a sus hermanos. 
Sed bondadosos e imitad a Aquel que murió de amor y por obediencia en una cruz. 
No os conforméis con pedírmelo; comenzad en la práctica y obtendréis la gloria de los bienaventurados. 
Socorred con vuestra doctrina que está en mis mensajes evangélicos al ignorante. 
Secad las lágrimas de mis enfermos. 
Cobijad al que tiene frío y dad agua a aquel que tenga sed. 
También os suplico penitencia cuando vuestro cuerpo sea rebelde a mi voluntad. 
Vivid en oración. 
No olvidéis mis enseñanzas. 
Sed rectos. 
No busquéis ser conocidos por vanidad y vanagloria. 
Sed los últimos para que seáis los primeros en aquella morada santa. 
Limitad vuestras posesiones. 
No olvidéis que vine al mundo para enseñar la verdad y esa verdad está en el libro de los santos. 
Sed puros de alma y cuerpo. 
Haced todo por amor y buscad el Reino del Padre. 
No marchéis a predicar el Evangelio llenos de opulencia. 
Revestíos de sencillez y suma pobreza. 
Llevad lleno vuestro corazón de mi doctrina y saciad la sed de los demás que no me conocen. 
Primero llenaos de Mí, y luego dad a los demás lo que vosotros ya vivís y entendéis. 
No os preocupéis si no os escuchan y os desprecian. 
Yo, el Hijo del Padre, sufrí todo por amor. 
Si os insultan y os escupen, sonreíd en mi nombre. 
Si os ignoran y os juzgan de fatuos no desmayéis. 
Seguid por el mundo llevando mis mensajes de amor. 
Aprended de Mí que soy mando y humilde y poned vuestra mirada en Aquel que os confortará y os llenará de ternura y consuelo. 
Amadme, ya que siempre seréis amados de la Trinidad. 
A mí todo el honor y la gloria. 

 

24 de febrero de 1981.

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