Jornadas Trinitarias

Eran cerca de las tres de la mañana, cuando me desperté sintiendo la presencia de mi Dios y saludándole con el saludo que a Él le agrada: “Gloria al Padre, al Hijo y a su Santo Espíritu.”

Señor –le decía- también Yo te suplico por la Alianza. Danos Tú las indicaciones precisas que debemos seguir. Nosotros sólo deseamos amarte y servirte. 
El Señor me indicó: 

Debéis grabaros tres cosas: 

1ª. Amor al Amor. 
2ª. Conocimiento del Amor. 
3ª. Santificación absoluta. 

Debéis ser almas deseosas de estas tres cosas, para que podáis ser almas comprometidas en verdad. 
Tened en consideración que el que ama busca al que ama, y si en verdad me amáis debéis buscar ser gratos ante el Amor. 
Vivid en oración. 

Yo soy un Padre deseoso de que el hombre viva en mi amistad y que dé frutos de salvación. 

Debéis tener profundo deseo de dar honor y gloria a la augusta Trinidad. 
Renovaos en este sublime misterio. 
El mundo necesita renovación trinitaria. 
Sentid profundo compromiso ante el Amado, y sed palomas mensajeras de este sublime misterio. 

Es mi deseo que se hagan jornadas trinitarias, donde se dé a conocer el Misterio Trinitario y donde las almas conozcan la misión salvífica de cada una de las divinas Personas. 

Es necesario que deis el valor que ameritan mis mensajes, para que, al valorarlos y vivirlos, deis de vuestros conocimientos el fruto debido. 
Es tiempo de que sea reconocido y amado el Misterio Trinitario. 
El estudio pleno os llevará al amor, y Yo, vuestro Amor, os llenaré de mi luz. 

No busquéis vuestros deseos; sublimadlos en verdad, para que vosotros seáis medios efectivos de hablar al hombre de la Verdad. 
Caminad con decisión y decid al hombre que su Padre Dios le ama y que en él vivo deseoso de su amor y entrega. 

La vida de todo ser humano debe ser en relación continua con este Misterio divino de tan pocos conocido. 
Decid al hombre que Yo soy la Verdad. 
Que sea fiel a mis deseos y Yo, la suprema Verdad, le llenaré de mi verdad. 
Que el Amor es realización plena para el ser del hombre. 
Que si encauza su afectividad hacia la Trinidad de amor, Yo, el Dios sapientísimo, le haré sentir mi amor y su alma será saciada. 
Que toda alma sea clarificada en la verdad. 
Por eso vosotros, Alianza Trinitaria, atraed a mis almas con oración, con celo por el reconocimiento de mi Divinidad. 

Yo soy el ser omnipotente que habito en el alma que vive en gracia y que desea ser alma llena de todas mis gracias. 
El alma debe ser adoctrinada, no sólo filosóficamente. 
Transmitidles la esencia que es verdad y amor, sabiduría y santidad. 
No seáis como aquellos que sólo buscan en libros teológicos mi verdad, y no viven conforme a esa verdad. 
Debéis intuir en vuestro espíritu la necesidad de que la Trinidad de amor sea amada, glorificada y reconocida. 

Que el hombre busque ser alma de oración y no viva solamente bajo principios profanos. 
Que se realice en plenitud en el Amado. 
Que crezca en el carisma del amor a los demás. 
Que se asocie en plenitud a su Dios. 
Que conozca lo que significa la palabra oración y sea motivado al deseo de soledad en Dios. 
Que su espíritu, por vuestra palabra y enseñanza, sea renovado en el Misterio Trinitario. 

Enseñad al hombre que Dios Padre es amor y misericordia, y que mi Hijo es salvación y verdad, y que mi Santo Espíritu es vitalidad inefable de luz celestial. 
Que Él clarifica al alma en la verdad, y la motiva a la santidad, y es el Maestro del amor; pues Él es amor del Padre y del Hijo. 

No desoigáis mis súplicas y atended a mis deseos. 
Por eso es necesario que vuestro espíritu sea renovado, y que seáis plenamente trinitarios. 
Que vuestra escuela sea la transformación en el Misterio Trinitario. 

Sed almas limpias en verdad. 
Sed almas deseosas de la verdad. 
Sed almas santas en verdad. 

Dad vida a mi Alianza, que Yo, la vida, os he entregado un compendio de mi vida. 
Sabed que el amor a vuestro Dios no debe ser de palabras hermosas, sino de obras vivas que son lo más hermoso en mi presencia. 
La santidad es esencial, porque si vosotros os limitáis a predicar y no a vivir predicando con vuestro ejemplo, entonces vuestra santidad no será en plenitud, sino superficial. 

Decid al hombre: volved vuestros ojos al Misterio de Redención, porque el Padre es Dios increado, del cual proviene el Hijo que vino a redimiros, y el Espíritu es verdad del Padre y unidad del Hijo con su Padre. 

El PADRE, por su propio ser increado, no está formado de materia humana; su ser es divino. 
El HIJO, que proviene del Padre, es divino por su procedencia; pero es humano, porque tomó la naturaleza humana para habitar entre los hombres. 
Mi ESPÍRITU tampoco está formado de materia alguna: su procedencia es divina. 

El PADRE, sin ser humano, es Dios. 
El HIJO, siendo humano, pero por ser del ser del Padre, es divino. 
Y el ESPÍRITU, sin tener su ser nada de lo humano, es un ser divino y santo. 
Y los Tres somos uno solo. 
Pues el PADRE no es el HIJO. 
Y el HIJO no es el PADRE. 
Ni el ESPÍRITU es ninguno de los Dos. 
Sin embargo son un solo y único Dios, que se relacionan por el Amor, que es el ESPÍRITU que los unifica.

 

                   …..                                …..                                ….. 

 

Lo explicaré explícitamente. 

El Padre cuando da vida a un nuevo ser humano le impregna de su ser y ahí ya se inicia la relación, Padre y ser creado. 
Por lo tanto ya el Padre, al crear por amor a ese nuevo ser, inicia su misión salvífica transmitiéndole parte de su luz. 

 

2 de febrero de 1983. 

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