Unidad Trinitaria

La inmersión fundamental para entrar en la vida espiritual es el amor, la paz y la sublimidad total de todos los actos de la vida, para ser alabanza de mi gloria. 
No es aceptar su propio yo personal; al contrario, el alma deberá aumentar el deseo de ser un alma escondida, desapareciendo constantemente para ser alabanza del Dios eterno, prescindiendo siempre de una personalidad equivocada. 
 
El hombre deberá dejar que actúe en él mi Espíritu que es verdad, siendo siempre almas de oración. 
Me agrada la oración verbal, pero toda alma deberá de ser escondida para que sea verdadera, porque necesario es que el alma viva en recogimiento para ser alegre en verdad, para ser maestros perfectos de oración, para que Dios viva complacido en esa alma; para que viviendo en ese recogimiento sepa dar una palabra de aliento al que lo necesite, y su alma sea luz de vida. 
 
Recogerse no implica no aceptar al que a tu lado está; es ser ejemplo vivo de tu soledad; es ser un alma clarificada en las verdades eternas; es ser un alma que obtenga la humildad por oblación al Amado; es ser silenciosa, para requerir al Amado y que su Amado lo guíe en la perfección. 
 
Siendo abierta al Amor, el alma deberá reconocer que es el Espíritu de verdad el que la guiará, cuando inicie el despojo de su personalidad y se vaya transfigurando en ella la figura del Ser supremo, para que al morir a sus ideas, a sus caprichos, a su yo, vaya ascendiendo con Cristo al Padre. 
Cada despojo personal es ascender en verdad al cielo. 
 
No miréis las cosas de abajo; mirad las cosas que no fenecen. 
Amad a mi Santo Espíritu, y sed siempre almas que le invoquéis y le améis. 
 
Ascender al Padre es darle gloria, siendo tu vivir un continuar hacia el Padre por las gracias sacramentales, por la superación personal en la vida unitiva, por la inspiración santa de mi Santo Espíritu, y por el amor del Hijo que, en su mensaje específico de amor, se ofreció al Padre como víctima de amor por todos los pecados del hombre, para, después de su surgir, subir a su Padre en unión del Espíritu, para estar a la derecha del que lo envió para redimirnos. 
 
Ascender al Padre es darle gloria, siendo tu vivir un continuar hacia el Padre por las gracias sacramentales, por la superación personal en la vida unitiva, por la inspiración santa de mi Santo Espíritu, y por el amor del Hijo que, en su mensaje específico de amor, se ofreció al Padre como víctima de amor por todos los pecados del hombre, para, después de su sufrir, subir a su Padre en unión del Espíritu, para estar a la derecha del que lo envió para redimirnos. 
 
Ascender es también purificarse el alma en el dolor; es ser mensajeros del deseo del Padre, guiados por el Espíritu salvífico y por la intercesión del Verbo divino. 
 
Debéis amar la verdad y ser almas de contemplación hacia el Amado. 
Dirigid siempre vuestro corazón al Ser divino. 
Amad la justicia y proclamad las maravillas que el Señor Dios obra para que seáis alabanzas de amor. 
Gozad siempre cuando os humillen. 
Debéis ascender, siendo virtuosos, siendo sencillos, siendo luz de vida, viviendo vuestra vida solícitos al Amor. 
Venid al Reino del Padre: os invito con amor. 
-Yo soy el Dios Unigénito, el Dios que siendo Hijo del Altísimo, os vine a hablar de pobreza, de perdón, de oblación, de amor, de ser verdad, de vivir en verdad, y de ser siempre almas de oración al Padre. 
 
-Yo soy el Dios que enciendo al alma de amor y que consustancialmente con el Padre y el Hijo doy vida al alma y la transformo, para que sea alabanza de amor a la Trinidad de amor. 
Soy luz invisible que penetro hasta lo más recóndito del ser del hombre, y me muevo con inquietud santa, y doy al alma la belleza delicada para que sea gloria del Eterno. 
 
Soy verdad de enseñanza doctrinal. 
Soy fuego inextinguible que aliento al alma. 
Soy el Dios sapientísimo que oblativamente me ofrezco al alma, para ayudarla en el camino de la verdad. 
Yo soy el que transverbero al alma de un amor sublime hacia el Dios que es y será. 
Soy un Dios que da alegría al hombre, para que valore su ser y sea, en el ser mismo del Eterno, alabanza de vida. 
 
Soy magnificencia, pues siendo el que soy, con i presencia inquieto y apaciento al ser del hombre. 
Soy la belleza, pues ante mi belleza el hombre toma de mi belleza. 
Soy, siendo un solo Dios, el Dios de unidad perfecta; el Dios que en unidad y perfección es eterno y sapientísimo. 
Soy vida, pues el que vive en Mí no morirá, sino que tendrá vida eterna. 
 
Limitada es la inteligencia del hombre, pero sin igual es el alma que crece en verdad, siendo alabanza de amor. 
 
Soy el Dios que en mi omnipotencia soy comunión perpetua con el hombre. 
Y es fecundo y real el misterio del Amor. 
Soy un Dios generoso, un Dios que en su existencia y magnificencia encierra en su misterio lo sublime de verdad. 
Y siendo verdad, soy majestad, siendo un Dios absoluto y vivo, actuando visible e invisiblemente en todo ser. 
Soy sabiduría eterna, luz de luz, belleza sobre toda belleza, magnificencia trascendental. 
Soy visibilidad omnipotente. 
Soy Divinidad creadora e irresistible. 
Soy signo luminoso e irresistible ante cualquier ser. 
Soy como una esfera de luz que actúo en el hombre, siendo misterio de transición absoluta para actuar en su ser. 
Soy clarividencia infinita. 
Soy un Dios consustancial. 
Soy un Dios explícito en bondad. 
Soy fuerza irresistible de amor perenne. 
Soy vitalidad de sabiduría gremial que, siendo invisible, camino por todo lo creado. 
 
Soy visibilidad de infinito acorde salvífico ante el ser del hombre; es decir, que me acoplo por infinito poder y sabiduría a todo hombre. 
 
Soy transfiguración en un conjunto de ideas filosóficas, trascendentales y específicas que ideológicamente doy al hombre con el deseo supremo de acercamiento mutuo, para vivir en relación continua. 
 
Soy, soy, soy el que soy, y soy, siendo el que soy, el Dios increado, perfectísimo, divino, humano. 
 
Soy grandeza ideal de una hermosura incomparable que ni el ojo ve, ni el oído escucha, ni lengua humana podrá hablar de lo que soy. 
Soy un Dios eterno que en su eternidad abarca toda dimensión: altitud, longitud, exaltitud, latitud, magnificencia superior a todo lo bello. 
 
Soy irresistible. 
Soy un Dios humanado que en su encarnación se transfiguró en un ser aparentemente normal por su humanidad, pero siendo un Dios de unidad ideológica, y en todo unidad. En mi ser humano estaba la Divinidad. 
Soy el Hijo del Dios increado que, creado en mi ser humano por su omnipotencia, soy luz de Luz, vida de Vida, y guía del alma por el amor hacia el Amor. 
Soy como un cristal de irresistible consistencia, en donde toda existencia se unifica en la existencia del Ser de la existencia, siendo uno con el Dios existente que con su existencia existe desde siempre, dando hálito de vida a todo ser. 
 
Soy un Dios consciente de toda deficiencia humana, pero con fuerza irresistible le hablo al hombre en motivación santa, llenándole de esperanza, de vida, de unión con el Dios sempiterno, dándole la sabiduría necesaria a su entender entre lo bueno y lo malo. 
 
Todo ser ha sido donado de gracias sobrenaturales que ayudan a su miseria a ser alabanza del Dios visible e invisible que en consustancialidad, siendo unidad, vive en amor unitivo, siendo el Dios verdad y eternidad. 
Soy luz visible e invisible con una dimensión trascendental, llena de magnificencia. 
Soy existencia increada. 
Soy luz de mi luz, siendo luz de Luz, dando luz al alma en invisibilidad de omnipotencia. 
Soy un Dios, hecho hombre de la existencia increada del Padre, siendo Verbo consustancial con el Padre y el Espíritu de amor. 
 
Soy Espíritu de vida, creativo, iluminativo, real y existente, que siendo Espíritu lleno de poder fortalece tu espíritu. 
 
Soy el Dios creador, lleno de omnipotencia, de quien proceden el Hijo y el Espíritu, siendo uno solo en Tres Personas, en consustancialidad. 
Somos unidad eterna. 
 
Soy Dios de Dios, pues soy un solo Dios en armonía unitiva que, en totalidad completa, somos Uno en el amor. 
Soy invisibilidad de mi invisibilidad, siendo visibilidad de mi invisibilidad; increado, sin tomar nada de lo creado, siendo un Dios creador.  
Soy ser de perfección salvífica en esencia y potencia, siendo Dios de Dios, Luz de Luz, Vida de Vida, llenando al ser del hombre de mi vida, pues todo lo creado existe de mi existencia. 
Tomé mi naturaleza humana, siendo increado, para humanamente ser creado, siendo hechura humana creada de la hechura increada, unión en relación con el Ser increado por la unidad e amor que es el Espíritu, que aposenta a todo ser creado. 
Y por ser divino, por obra y gracia del Espíritu increado, me encarné en el purísimo vientre, ofrecido con amor, para ser creado humanamente, siendo luz de vida eterna. 
Y por amor al mortal morí, siendo cruz viva de amor, para resucitar glorioso para dar gloria al Padre increado que, por su omnipotencia, me creó para ser el mensajero del Reino que es amor, de donde proviene cuanto existe, para que sea exaltado y glorificado. 
 
Somos Unidad Trinitaria en amor. 
El que ama al Hijo, por el Hijo ama al Padre, y vive en unión, siendo alabanza con el Santo Espíritu. 
 
Yo soy plenitud de esencia y potencia. 
Soy ser supremo, vida de Vida, Dios increado, dador de la vida, siendo el que soy, dador de lo que soy, siendo Dios hecho hombre, siendo Espíritu de unidad en el Padre y el Hijo. 
 
Es el Pentecostés sublime de la Obra Trinitaria. 
Por eso es mi deseo que os unifiquéis en amor, en exaltación de la Divinidad, y en oblación personal, siendo alabanzas vivas del Dios Trinidad que es vida. 
Yo soy Trinidad perfectísima, relación continua con el hombre, para que seáis mensajeros de tan augusto Misterio. 
 
Transfiguración es ser unión perfecta en relación, que es comunión, con el Padre y con el mediador entre el Padre y el Hijo, que es el Espíritu Santo. 
 
Ascensión es caminar ascendiendo en virtud, viviendo en continuidad, siendo almas de amor hacia ese Padre que es amor y suplicando al Padre que envíe su luz por mediación del Espíritu que es vida. 
 
Ascender hacia Dios es descender, siendo humildes, orantes y, sobre todo, amantes del Amor, siendo verdad para que seáis unidad con el Dios que es unidad de amor, siendo verdad. 
Pues el Padre alaba al Hijo y le ama, y el Hijo ama a su Padre, y el Espíritu está en el Padre y unifica al Hijo, para que, siendo Tres, sean Uno en amor, siendo misterio revelador no en plenitud hacia el hombre, pero sí en verdad para el hombre. 
 
 
15 de mayo de 1983. 

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