Trinidad de Amor

No todo el que me alaba está en Mí y procede según mis deseos. 
Porque en mi rebaño hay ovejas que tienen apariencia de serlo, pero en verdad son lobos revestidos de ovejas. 
Al que está en Mí vosotros lo descubriréis por su amor y caridad. 
En eso lo reconoceréis. 
El que está obrando –según el sentir de ellos- en mi verdad, son apáticos a mi verdad si mi verdad no está de acuerdo a su verdad. 
 
El santo en Mí, aunque no fuera mi verdad, procedería con caridad en Mí. 
 
(Ante el rechazo a la expresión ‘Yo soy Trinidad de amor’) 
 
¡Qué nefasto el hombre que niegue que Yo, su Dios, soy Trinidad de amor! 
Porque el Padre es amor. 
El Hijo procede del Padre que lo engendró por amor; por lo tanto es amor. 
El Espíritu, relación perfectísima del Padre y del Hijo, es el sostén del amor de los Dos. 
Por eso Yo me nombré ‘Trinidad de amor’, porque Yo soy un solo Dios en tres Personas distintas, unidas por un inmenso y supremo amor. 
Somos amor. 
Vivimos y nos unificamos por la relación de amor. 
Somos amor. 
Continuidad de amor. 
 
Soy un Dios omnipotente y sempiterno. 
Un Dios Padre del hombre, que ama al hombre y ve al hombre con amor de Padre y se inclina al hombre y lo comprende por mi corazón maternal. 
 
Y Yo, el Hijo, soy Unigénito enviado al hombre por amor, dando amor, viviendo de amor, dejando el Reino del Padre por amor, siendo sacrificado por amor y dando todo a vosotros por amor. 
 
Y Yo, el Espíritu de amor, soy fuego, y mi fuego es el amor. 
La flama encendida simbólicamente es el amor. 
La atracción a la santidad que ejerzo en vuestras almas es buscándoos por amor, y también purificando vuestro ser para que améis y seáis amor de Dios. 
 
Yo soy el Amor de los Dos. 
Amor infinito. 
Amor sublime. 
Amor que envuelve al Dios Padre en su Hijo. 
Amor. 
Somos amor. 
Soy Trinidad de amor. 
Soy el Dios del amor y dador del amor. 
El Padre es amor. 
El Hijo es amor. 
Y mi Espíritu es fuego de amor. 
(¿Quién habla cuando dice: ‘Soy Trinidad de amor’?) 
 
Habla el Dios único y verdadero en la persona del Dios Padre, en la persona del Dios Hijo, y en la persona de mi Espíritu. 
Pero el Dios amor se relaciona como Dios infinito, y Señor de cuanto existe y de cuanto procede de Dios. 
 
He tenido el deseo vivo de hablar al hombre del misterio eucarístico y salvífico, pero como mi tiempo no ha sido tu tiempo, espero con docilidad y paciencia que mi tiempo sea tu tiempo. 
Porque Yo soy un Dios Padre del hombre y entiendo al hombre, y perdono y disculpo las fallas del hombre. 
 
(Ante el Himno del Espíritu Santo cantado.) 
 
Cuando vosotros cantáis amándome, hacéis lo que una flor que se embellece y muestra su belleza y da su aroma sutil al amor. 
 
Dile que me embeleso con vuestro cantar. 
Mi música es selectísima y sobre todo hay (como suspiro de Dios) que ver la gloria que dais a vuestro excelso Dios. 
Porque el canto vuestro con amor es como mirra selecta y purísima que llega al trono del supremo Señor. 
Y vuestras voces, victoriosas al Amor, se elevan hacia el excelso trono del Dios música y amor. 
 
Diles a mis demás sacerdotes y Aliados que no se asombren de que les hablo tan claramente del Misterio Trinitario. 
¿Acaso no son Trinitarios? 
¿Acaso no han hecho Alianza de amor con la Trinidad de amor? 
Por eso, para confusión de los del mundo, me estoy manifestando no solamente en la persona del Hijo, o en la de mi santo Espíritu, o en la del Padre, dador de la vida, sino me estoy manifestando en un solo Dios que soy en tres Personas distintas. 
Y cada cual se manifiesta ante vosotros según su función salvífica. 
 
Yo, el Padre misericordioso y lleno de profundo amor. 
Yo, el Hijo, también lleno de amor y comprensión, por ser un Dios humanado y un Dios que en continuidad se manifiesta al hombre como hombre y también como Divinidad procedente de ese Padre santo y eterno. 
Y Yo, luz de amor, fuego de amor, poesía de amor. Santificador y amor perenne del Padre en su Hijo. 
Y que canta en el cielo al Amor, pues Yo soy unión perfectísima de los Dos. 
 
Yo soy, pues, alianza de amor. 
Dios supremo y excelso. 
Dios que es magnificencia y omnipotencia, exaltitud y latitud. 
Yo soy el alfa y la omega. 
Yo soy el que os vi nacer y el que espera que al morir estéis en mi Reino de amor. 
 
Dile que recuerde que muchos teólogos y sabios, fríos en el amor y para el Amor, hablan según la sabiduría excelsa, pero les falta impregnar en mis nuevos teólogos la esencia del amor y dejar en el ser de mis estudiados al Dios fuego de amor, al Dios Padre del amor, al Dios Hijo de mi amor. 
 
Hay teólogos deseosos y codiciosos de ser mundialmente reconocidos. 
Poca es una eminente biblioteca para su saber. 
Pero Yo, Dios inmensamente sabio, veo con tristeza que requieren de supremos conocimientos y profundizan con agudeza todo conocimiento del Dios hecho hombre por amor, del Dios creador y Padre de vuestro amor, y del Dios luz y fuerza de vuestro espíritu. 
 
Pero Yo te digo: muchos de ellos ni siquiera me dicen: ‘yo te amo’ con amor, y mueren llenos de fama y gloria, pero muertos al Amor. 
 
Y Yo, que les di sabiduría y les di un espíritu donde habita la Trinidad de amor, soy un Dios intelectual según su mirar. 
Y dentro de su ser no hay interlocución de amor con el Amor. 
Y por lo tanto, son sabios para hablar del conocimiento perfectísimo del misterio de Dios; lo dan a entender con realidades firmes y creíbles; pero no dejan impregnado el sello del amor, pueden no pueden dar de lo que carecen, que es amor al Dios que les creó, al Dios que les redimió, y al Dios que desea encenderlos de amor. 
Si vosotros, conocedores de mis misterios, morís sin amor para el Amor, seréis menos que una pobre sirvienta que sin conocerme teológicamente, me amó con profundidad y entrega. 
Dile que no me gusta hacer comparaciones; pero para daros a entender… Una pobre plebeya es de tan poco valor para el poder destructor de este mundo corruptible, y por eso os he hecho esta aclaración. 
Pero Yo os amo a todos y en Mí no existen distinciones, pues Yo os amor y os doy mi amor a la par. 
 
Di a mis teólogos que por mi ser tu ser da clases de teología viva y salvífica, para que veáis que por el amor y la humildad viene el conocimiento profundo y consubstancial del misterio del ser y actuar del Dios, Trinidad de amor. 
 
El humilde conocerá. 
El sabio en Mí tendrá relación profunda con la esencia que procede de mi esencia y omnipotencia. 
Yo soy la fuente del ser de todo ser. 
Yo soy la vida de cuanto tiene vida. 
Yo soy el que doy vida al alma y al cuerpo. 
Yo soy el creador y la esencia de todo. 
Yo soy la luz de esa luz. 
Yo soy el que da frescura a una flor. 
Yo soy el que vino al hombre por amor y a deciros: ‘venid al Padre por el amor y seréis santos en el Amor’. 
Yo soy fuego. 
Yo soy luz. 
Yo soy omnipotencia. 
Y yo también soy ‘El que soy’. 
Pues soy Dios Padre increado. 
Dios Hijo engendrado por amor, y Dios Espíritu de verdad y de amor. 
 
(Aclaración de la procesión del Hijo…) 
 
El Hijo es engendrado desde toda la eternidad por el Padre; procede del Padre su Hijo, unido a Él, por su santo Espíritu. 
 
 
                                      .          .          . 
 
     
 
Dile que aquí está el ser del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. 
El Dios de David. 
El Dios de los santos doctores del mismo Dios. 
El Dios que llevó al Pueblo de Dios al edén. 
El Dios de Margarita, mi sierva que tanto me amó. 
El Dios de Coleta, amada de Dios. 
El Dios de Teresa de mi amor.  
Y el Dios de ese santo, oculto ante el hombre, que en esta actualidad es un santo no muy reconocido, pero que en el cielo está cerca, muy cerca del Amor, por su amor angelical al Amor. 
 
Dile que ese es el pequeño gigante del amor: 
 
Cruz de amor, amor del Amor, Juan de mi amor. 
Santo en el Amor. 
Poeta para el Amor. 
Humilde por amor. 
Ángel de luz para dar amor por el Amor. 
 
Yo soy el Dios de todos los santos. 
El Dios de la creación. 
El Dios de la redención. 
El Dios que habita en vuestro ser para ser amado y glorificado. 
El Dios que sostiene mi Iglesia militante.  
Y el Dios que, siendo Dios, es amor, sólo amor. Pues el Amor encierra en sí la palabra Dios. 
 
Quise deciros de santos olvidados y de santos que siguen siendo tan reconocidos; pero que todos viven en Mí, están en Mí y me dan amor y alabanza a Mí. 
 
(¿Y Bernardo, cuya fiesta celebramos hoy?) 
 
Dile que como su curiosidad es por el deseo de esos que me dieron amor le diré que su corazón, henchido de amor, destellaba fuego de amor y quemaba su ser de tanto amor. 
Y fue pureza todo su ser. 
Pues aprendió de la Madre de Dios cómo amar con fidelidad al Amor. 
Y quiso imitar a Aquella que fue fuego puro para amar al Amor y que tanto amó al Hijo de Dios que consumió más amor que un serafín, pues sólo fue amor por amor al Amor. 
 
Bernardo del Amor. 
En el Amor y por el Amor aprendiste el amor por Aquella que sólo de amor vivía por el Amor, azucena que fue amor, fuiste engendrado a esa azucena purísima de amor y ahí aprendiste en su calor a amar y conocer al purísimo Amor. 
Tu vida fue transparencia que iluminó tu ser, pues tu maestra fue la Madre del Amor. 
 
Dile que él sea ejemplo vivo para mis Aliados primaverales, pues amando a esa Madre de mi Amor conocerán al verdadero Amor. 
 
Di a mis teólogos que todo aquel que conoce al Dios, misterio de amor, al Dios, hecho hombre por amor y al Dios Santificador, amor de los Dos, ése sí tiene amor al Amor y es más grande en mi mirar que los teólogos con títulos de doctorado. 
Con profundo respeto Yo os digo: ‘un teólogo sin Mí es como una bella flor sin perfume’. 
 
El Santo angélico. 
Ángel, porque amó al Amor con amor de ángel. 
Ángel, porque su espíritu transmitía mi amor. 
Ángel, porque vivía contemplando las bellezas del Amor. 
Ángel, porque los ángeles reverentes se inclinaban hacia él, viendo cuánto amor había en él para su Dios. 
Ángel, que guiado por mi Espíritu, dio luz en las tinieblas y fue conocedor profundo de la grandeza de Dios. 
Su pureza fue transparencia que reflejó en sus escritos. 
 
Ángel, pues, es aquel que, siendo, se siente pobre ante el Amor, y su ser se transforma y se unifica en mi ser. 
Y que queriendo él ser desapercibido, da a conocer los misterios salvíficos del Dios, principio de todo lo creado, substancia de vida, y sobre todo amor que engrandece al hombre. 
 
Os digo que esta comunicación perfectísima de mi ser a su ser es la misma que a vosotros, teólogos de la era de la evolución y confusión. 
Era de confusión, porque el hombre vive su evolución sin mi evolución; aparta mi esencia de su potencia; vive de carne y de su egoísmo y muere deseoso de amor, porque no quiere reconocer el purísimo Amor. 
 
¡Ay teólogos que viven sin amarme…! 
¡Cuánta tristeza siente mi corazón! 
Porque si vosotros vivierais en mi amor, cuanta luz tenéis en vuestras mentes sería ráfagas celestiales que transformarían con vuestra luz y amor al Amor este turbulento y agobiado mundo en que vivís. 
Pero la ciencia sin Mí es como la belleza de Luzbel que sucumbió en aquel lugar de tinieblas y donde el amor no existirá jamás. 
 
Aunque veáis que mi Obra se destruye en apariencia, no temáis; es cuando más sólida está. 
Todo buen cimiento no sucumbe. Y Yo soy vuestro cimiento, y vosotros, obreros del Amor, que estáis construyendo la Obra salvífica del Padre en su Hijo y guiados por mi santo Espíritu. 
 
Tomás hubiera deseado ser fundador de la Alianza del Padre, de mi Hijo, al que tanto amó, y de ese Espíritu gozoso, por ser unión de los Dos. 
 
(Yo pregunté si el Espíritu Santo dirigía los coros en el cielo.) 
 
El Espíritu Santo en mi cielo y en el vuestro, -pues estáis llamados por la santidad a participar en mi gloria- es gozo y canto del Dios amor. 
Pues Él es arrullo de amor del Padre y del Hijo, embeleso de amor de los Dos. 
Él invita con amor: querubines, potestades, dominaciones, santos todos cantad y cantemos: ‘Santo es vuestro Dios’. 
 
¿No entiendes que Él, siendo Dios de amor, encendidas ya las almas y viviendo ya en el Amor, Él, siendo fuego de amor, las invita con amor, pues Él las ha llevado al Amor, para que alaben a la Trinidad de amor? Los que habitan en mi cielo cantan con gozo y dando honor y alabanza al eterno y buen Dios el ‘Santo’ al Santo del Amor. 
 
Diles que me pregunten, y les comunicaré hasta lo más profundo; pues –como os he dicho- es el Misterio Trinitario revelado a vosotros. 
 
El Hijo se hizo hombre por vuestra salvación, para ser alianza de amor entre el hombre y Dios. 
Porque se decía que Dios era inalcanzable probé al hombre que soy alcanzable. 
 
Mi Hijo era Dios, pero Dios vino al hombre por amor revelador y consubstancial. 
El Hijo no es el Padre. 
Ni el Espíritu es el Hijo. 
Es un solo Dios que vive deseando amor y que da amor. 
El Hijo es, pues, Dios. 
Dios con el hombre. 
Dios interlocutor del hombre, para que el Padre sea glorificado y mi Espíritu viva en vosotros y sea para vosotros lazo unitivo del Padre con su Hijo. 
El Espíritu es Dios. 
Dios que ilumina el ser del hombre. 
Dios que enciende el corazón del hombre, para aclamar a Dios. 
 
Recordad que a Moisés me revelaba en fuego, que era mi Espíritu. 
Pero en ese entonces era velado su nombre. 
El fuego era mi Espíritu que descendía al hombre, para decirle al hombre que amara y adorara sólo a su Dios. 
 
Es más esencial el conocimiento de Dios, que es alimento del alma, que el alimento que sostiene al cuerpo. 
Yo doy vida y el que viva de mi vida no morirá sino que vivirá. 
 
Es luz de mi luz en tu luz para su luz. 
Luz del Dios creador, del Dios salvador y del Dios santificador. 
 
 
                                            .          .          . 
 
 
Eucaristía es salvación. 
Eucaristía es comunión con el Amor. 
Eucaristía es sublimidad que el Dios amor os dejó en este destierro. 
Es mi cuerpo que os doy en ofrenda al Padre. 
Es entrega de todo mi ser. 
Es alimento del alma. 
Es ser Dios en vosotros. 
Yo soy alimento y purificación. 
Soy salvación y soy fuente de amor. 
 
Soy pan angelical. 
Soy torrente de sanación. 
Soy comunicación directa del Padre en su Hijo. 
Soy relación de su Santo Espíritu. 
Soy vida esencial. 
 
Yo purifico. 
Yo santifico. 
Y Yo unifico. 
 
Alimento salvífico. 
Alimento de amor y glorificación. 
 
Soy esencia y materia.* 
Soy realidad y omnipotencia. 
Soy enseñanza y entrega del cielo, pues Yo soy vuestro cielo. 
Cantad al Cuerpo santo del Santo de los santos. 
Cuerpo hecho misterio y revelación. 
Cuerpo glorificado. 
Cuerpo de vuestro Dios que os ama. 
Yo soy el camino que os conduce al Padre y os dejará en su Espíritu. 
 
*Esencia, porque soy Dios y materia, porque es pan convertido en el cuerpo de Dios. 
Es transubstanciación. 
Es unión del ser de Dios en la materia que proviene de Dios. 
Yo soy el ser mismo que, por ser quien soy, por ese misterio de amor, permanezco como tal en ese misterio salvífico de Dios. 
Yo soy misterio y revelación. 
Yo soy el ser. 
Yo soy el Dios comunicación consubstancialmente presente en ese pan que da vida en la vida, pues soy la vida. 
Yo soy fuente de agua viva. 
Y esa agua y esa vida están ahí donde está la vida: en ese pan de vida. 
Yo soy el Cordero del Dios que os dio a su Unigénito, en el que posó mi Santo Espíritu. 
En ese pan de amor posa el Padre en su Hijo y posa su Espíritu que hace que ese pan sea vida para la vida del hombre. 
 
Dile: 
 
Concepción decía por mi ser que en el alimento de vida se daba al hombre también la vida de la que dio vida al Dios de la vida. 
Y Yo os digo que soy un solo Dios en tres Personas. 
Y el Padre y el Hijo y el Espíritu son un solo Dios. 
El Hijo por el amor atrae al Padre y a su Santo Espíritu y a Aquella que, siendo purísima, se hace presente por la sangre de su Hijo. 
 
Explica que en el Hijo está mi ser, pues su ser es mi ser. 
Y mi Espíritu es unión perfectísima y sapientísima de los Dos por el amor que nos une. 
 
Me refiero al ser del Hijo en su encarnación salvífica. 
El Hijo, que es Dios en su naturaleza divina, en su ser que es mi ser, tomó su ser humano de mi ser en el ser de María, para hablar al hombre según los deseos de mi ser, pero en su ser. 
Por ser Dios hombre no dejó de ser, ser divino. 
Su ser era mi ser. 
Y en ese mismo ser se realiza o subsiste la persona del Hijo de mi ser. 
Pero es un solo ser en diferente persona, siendo solamente el ser de mi ser. 
 
La relación por amor era en el amor del ser al Hijo de mi ser, por el Espíritu unificador del ser del mismo ser. 
Es Dios en tres Personas, siendo Dios un solo Dios. 
 
Esto ni el mejor teólogo lo podrá explicar como tú lo has explicado. 
Eres inconfundible transmisora del misterio trinitario. 
Eres como un ser angélico, lleno de profunda luz, porque Yo soy tu luz y en tu luz está mi luz para ser luz de los que buscan la luz. 
Teóloga sin estudiar. 
Pero estudias en mi ser la teología del ser de mi ser. 
 
Esta es teología viva, salida de mi ser para vuestro ser y para que viváis en relación con mi ser. 
 
El pan de vida es esencia de mi vida, pues en mi Hijo está mi vida, porque su persona es Dios. 
Y Yo, su Padre, soy Dios. 
Y mi Espíritu, que habitaba en Él, proviene de mi ser. 
 
En esa comunión de amor sacramentalmente está el ser del Hijo, que es mi ser.  
Yo soy el que, enviando al Hijo de mi ser, comuniqué mi amor para que el hombre en Mí comprendiera los mensajes de amor para el Amor. 
 
Tú tienes la luz que es mi luz. 
 
(Al comentar sobre los carismas que Dios concede a sus almas) 
 
Lo tuyo, que es lo mío, es don sobrenatural de mi predilección. 
Es carisma y revelación. 
Es revelación y visión. 
Y es también prevención. 
Es sanación. 
Y es donación de amor al Amor. 
Tienes también el don sobrenatural de la clarividencia, concerniente a acontecimientos presentes (v.g. cuando viste morir al niño) y también futuros. 
Porque tú sabes –porque es mi deseo lo conozcas- lo que vosotros pasaréis. 
Eso es esclarecer vuestro futuro. 
 
En mis mensajes, que son doctrina que proviene del ser de Dios, hay doctrina teologal, eclesial, y la doctrina del Amor, que encierra en sí lo teologal y lo eclesial. 
Porque en vosotros, trinitarios, para conocimiento del ser y actuar del Dios Trinidad en esencia y potencia en el ser del hombre, se han manifestado ante vosotros:  
-el Padre, dador de la vida natural y sobrenatural; 
-el Hijo del amor del Padre, que vino a redimir con el arma más eficaz que se llama ‘amor’; 
-el Espíritu, fuego de Dios, que ilumina el intelecto, que arrebata el corazón del hombre, que hace que el hombre conozca la esencia del Dios, que se recrea en sus criaturas, que purifica lo dañado y que eleva al alma a la dignidad de hijos de Dios. 
 
Para vosotros la revelación es más amplia que en ningún tiempo; porque éste es mi tiempo, y vosotros debéis de tomar mi tiempo por vuestro. 
Es la hora de Dios que quiere salvar al mundo que está bajo el poder de las tinieblas. 
La ciencia ha sido campo abierto, para que el hombre ensoberbecido sucumba bajo su poder. 
Por eso requiero de vosotros: humildad, contra la soberbia; castidad, contra el desenfreno de los sentidos; caridad, por el desamor que hay en el hombre para su hermano; obediencia, por la falta de fe en mi Iglesia, que es la Iglesia fundada por mi amado Hijo; amor, amor, amor, amor; oblación por amor para reparación del desamor del hombre para el Dios que amor vino a dar al hombre. 
Redención es amor. 
Y amor por el Amor es señal de salvación. 
Ofrenda de vosotros al Amor. 
Rezad y predicad. 
Y sobre todo, imitad el amor del Aquella que amó con profundo amor al Dios del amor. 
Por eso vosotros corresponded al amor que os tributo enseñándoos mis misterios. 
¡Cuántos, con un solo llamado, subieron a la cima de la perfección! 
Vosotros tenéis armas sublimes, de infinito poder: enseñanza profunda y sencilla de entender la inhabitación de la Trinidad. 
 
Os estoy dando mi teología clarificada, sublimada, entendible, y, sobre todo, inconfundible. 
Para vosotros el misterio es ya revelación. 
Por eso os quiero clarificados con mi doctrina. 
Permaneced en Mí, porque vosotros no podéis valorar el tesoro inagotable que para vosotros manará de mi sabiduría. 
Vosotros tenéis, en poco y medido tiempo, la enseñanza inapreciable del Doctor Angélico, de un Agustín, cuya mente era ráfaga inagotable de sabiduría, de un Buenaventura, que enseñó el misterio de Dios, de una Mística de vuestro tiempo, Teresa de mi amor, que exhalaba palabras procedentes de mi amor. 
Digo ‘de vuestro tiempo’, porque en mi tiempo no existe tiempo; porque todo el tiempo es tiempo del Dador del tiempo. Y ese tiempo es alabanza al Dios del tiempo. Pues Yo soy principio y fin interminable. 
 
Vosotros sois privilegiados con tanta sabiduría que tenéis en vuestro poder en vuestro tiempo, que es mi tiempo sin tiempo. 
Pues todo es tiempo en este tiempo, que es tiempo de mi tiempo, siendo todo tiempo para el dador del tiempo. 
Aprovechad el tiempo y no perdáis tiempo, pues el tiempo no mide tiempo. 
Aventajar al tiempo es enseñanza para el tiempo de vuestro tiempo, para que midáis y hagáis tiempo para Dios que os pide tiempo, porque es la hora de mi tiempo. 
Valorad el tiempo y perseverad todo el tiempo en oración y alabanza, para amar al Dador del tiempo. 
 
El misterio en su completa totalidad no os será completamente revelado, porque entonces no sería misterio, ni Dios sería Dios. 
Lo enseñado es muy relativo comparado con todo lo que tiene el misterio de vuestro Dios. 
Es conocimiento salvífico de la augusta Trinidad: Trinidad funcional, Trinidad doctrinal, Trinidad esencial en el alma, Trinidad que se posesiona del ser del hombre, cuando el hombre desea vivir en gracia y el alma, en absoluto abandono en Dios, desea sólo a su Dios y camina con docilidad en la santidad. 
Trinidad de amor. 
Trinidad redentora. 
Trinidad sapientísima. 
Trinidad omnipotente. 
Trinidad: un solo Dios. 
Un solo Dios en tres Personas distintas. Una de las cuales tomó naturaleza humana. 
El Dios Padre, que es Divinidad, Majestad omnipotente y sapientísima. 
El Dios Espíritu divino, que unifica en Dios, e ilumina al ser del hombre y es amor de los Dos. 
El Dios divino y humano, que vino al mundo para redimir al género humano y morir de amor. Trajo mis mensajes de amor al hombre, para que el hombre fuera mi alabanza. 
 
Es limitada mi enseñanza comparativamente con todo el misterio que encierra la verdad de Dios, que es sapientísimo y omnipotente. 
No os quiero decir que es de poco valor lo a vosotros dado; es de una riqueza sobrenatural lo que tenéis. 
Pero es muy poco comparado con la infinita riqueza que contiene en sí el misterio de Dios. 
Pero es lo necesario para que vosotros, hijos de Dios, conozcáis la función salvífica de la Trinidad. 
El Padre es creador y desea ser alabado, glorificado, amado y exaltado. 
El Hijo por sus méritos murió por amor, dándoos amor. Y su amor fue redentor. 
Y el Espíritu, que soy Yo, os suplica transformación y oración unitiva con el Dios hecho hombre por amor, para que su Padre sea glorificado. 
 
El Espíritu Santo es fuego permanente en el alma en gracia; es el que aposenta al alma; es el que la inquieta por las cosas del Reino de Dios; es el que lucha con el alma, para que el alma sea unificada con el ser de Dios. 
Las tres Personas que son un solo Dios son Divinidad. 
Pero la Persona del Dios hecho hombre tomó la figura del hombre sin dejar de ser divina. 
 
Porque Yo no soy confusión, sino aclaración. 
Soy revelación, exaltación, vida que proviene de mi vida, luz que mana de mi luz, y fuerza que viene de mi fuerza. 
-Entended que es entendimiento de mi clarificación. 
 
Soy Dios, ser divino, increado y omnipotente. 
Mi Hijo es divino, porque en su ser humano estaba mi divinidad. 
 
 
20-21 de Agosto de 1982. 

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