Redención y Amor

Yo soy un Dios vivo que existo dentro y fuera de ti, un Dios benévolo, un Dios sempiterno, omnipotente, supremo juez, Deidad y hermosura. 
Soy magnificencia. 
Soy el amor. 
 
La transmisión de mi amor le manifesté al hombre mediante mi Hijo. 
Yo soy tres Personas distintas, siendo un solo Dios, único y verdadero. 
 
El Padre, que soy Yo, soy Dios eterno. 
Mi Hijo es Dios sempiterno, mediador mío para el hombre. 
Él es Dios, no lo olvidéis. 
Un Dios humanado por vuestro amor, que se asemejó a vosotros por amor, para manifestar al hombre el infinito amor de parte del verdadero Dios. 
Mi Espíritu es Dios, porque es esencia del mismo Dios. 
 
Dios Espíritu es vuestro consuelo, vuestro guía. 
El motivador del alma en gracia. 
El que lleva al alma a Dios Padre en Dios Hijo. 
Y es también el que ilustra al alma y la enciende en fuego de amor para su Dios. 
Es el consolador del alma. 
 
Dios Trino y Uno: tres Personas que infunden en el alma diferentes y determinadas enseñanzas de la sabiduría del Dios omnipotente. 
Cada Persona infunde en el ser del hombre el amor. 
Los dones los reparte al alma según el deseo de vuestro Dios y del amor de vosotros dirigido hacia Mí. 
 
Yo soy, pues, el dador de todo bien. 
El Dios misericordia infinita. 
El Dios salvador. 
El Dios amor. 
 
No olvidéis que Yo soy Divinidad increada, Dios humanado, y Dios, guía del hombre. 
 
Para Mí no hay dimensiones. 
Yo soy longitud, altitud y exaltitud. 
Yo soy el ser de Dios que guía al hombre a gozar eternamente de este misterio de amor. 
 
Yo soy el Padre que crie al hombre a mi imagen, para que me amase y se postrar reverente ante su creador. 
Yo soy el Dios Hijo, que vine para ser amigo inseparable del hombre, para que el hombre compartiera sus gozos y dolores, para que hablara directamente con su Dios, para que el hombre no se sintiera lejos de un Dios que le ama desde la eternidad. 
 
Yo soy el Dios alegría, que fortalece al alma, la motiva hacia el camino de salvación, la protege de toda adversidad, la guía al Padre en su Hijo, mediante la gracia de su Espíritu. 
Yo soy el que inspira lo bueno en el hombre. 
Yo soy fuego perenne de amor. 
 
Soy Padre del Hijo de Dios. 
Y soy Dios, fuente de amor y de amistad. 
 
Yo, el Padre, soy la magnificencia, manifestada en la belleza de mi Hijo y en la virilidad del Dios encarnado en el vientre de una Virgen que amó sin medida, hasta el extremo de su ser. 
 
Ella era purísima e inmaculada; la intachable, la que, amándome, descubrió dentro de su ser mi presencia y prestó su cuerpo de mujer para que posara en su vientre maternal el Dios niño, hecho hombre por deseo mío, que soy su Padre. 
Ella fue la azucena de Jesé. 
Ella fue el gozo del Padre, que en estos momentos se está dirigiendo a ti por el amor que os tengo. 
 
Aprended de esa Mujer entregada a amar y servir a su Dios. 
Ella abrió su ser de mujer inmaculada para que mi Espíritu depositara en su purísimo ser a mi Hijo muy amado. 
¡Oh misterio de amor del Dios humanado y del sí del hombre a su Dios, manifestado por el amor y obediencia de aquella creatura, hermosísima de alma y cuerpo, donde mi Hijo tomó posesión de todo su ser! 
Amor de un Dios y manifestación del hombre que se abrió en aquel amor, manifestado en el fiat de una Doncella inmaculada. 
 
¡Redención y amor! 
¡Oh bella transfiguración, cuando en aquel solemne momento Dios se unió y se encarnó en un cuerpo virginal, amante y humano. 
María, sencillez. 
María, Madre, Madre, flor aromática del género humano. 
Sed como Ella, abiertos a mi amor. 
Dejad que Yo, el ser de Dios habite en vuestras entrañas y more en intimidad en vuestro interior. 
No os preocupéis qué haréis con mi amor. 
De un sí provino el Salvador. 
De un sí de vosotros podrá surgir la salvación de almas que necesitan conocerme y amarme. 
Si vosotros decís a vuestro Dios sí, Él se encargará de daros amor, consuelo y bienestar. 
 
Yo os llenaré de dones infinitos. 
Yo seré amigo fiel de vosotros. 
Yo posaré dentro de vosotros. 
 
Vivid abiertos a mis deseos. 
Procurad ser engendros productivos de mi ser. 
Predicad con vuestra palabra y ejemplo el Misterio de un Dios, siempre antiguo y nuevo. 
Yo soy alianza verdadera del hombre. 
Fijaos que os envié a mi Hijo muy amado, para que predicase a vosotros mis deseos y fuerais semejantes a Mí. 
Sed semilla del bien. 
Uníos en amistad con un Dios que os ama. 
Vivid de fe, en amor y caridad. 
Aprended de mi mansedumbre. 
Buscad mi Reino. 
Vivid como el sarmiento unido a la vid. 
Sed generosos y obedientes como aquella Doncella inmaculada, predestinada desde la eternidad para ser vuestra corredentora. 
Imitad su amor maternal. 
Vivid en obediencia, en castidad y desposeídos, para que en vuestro ser viva amado el Dios Trino y Uno. 
Despojaos de vuestra vieja investidura, para que, revestidos de nueva vestidura, deis honor y gloria al misterio de Dios, Trinidad suprema, fuente de amor y de verdad. 
 
 
13 de mayo de 1982.  

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