Yo soy Trinidad salvífica y redentora.
Yo el Padre, por mi Hijo, redimí al género humano.
Mi Hijo se ofreció por los pecados al Padre.
Y mi Espíritu toma una actividad funcional salvífica en la obra redentora.
Los Tres amamos, los Tres redimimos, los Tres purificamos.
Pero cada Persona específicamente tiene una función especial.
El Padre es amor.
El Espíritu es amor y
mi Hijo es amor.
(Pero la atribución ¿es algo humano o algo divino?)
Es una atribución humana, relacionada con lo Divino.
Cada Persona toma su actitud funcional, al relacionarse con el hombre.
Cada Persona se individualiza al realizar la obra redentora.
Pero son un solo Dios en tres Personas.
El amor es único en las tres Personas.
En el Padre todo es amor y salvación.
El Hijo es la persona redentora, pues tomó el ser humano para adaptarse al hombre y manifestarle su amor.
El Espíritu es unión de amor del Padre y del Hijo, y en su relación con el hombre es también actividad salvífica.
Yo, el Espíritu de Dios, soy unidad de amor.
Di a mis amigos sacerdotes, que el comprender toda la sustancia del misterio de Dios sería como el querer descubrir toda la verdad del Dios único y eterno.
(¿Pero las atribuciones son expresiones humanas…?)
Son dones que Yo, vuestro Dios, os he dado al hombre por deseo divino.
Es término humano, pero inspirado por el ser de Dios, para que el hombre comprenda un poco del Misterio Trinitario, lo suficiente para que el hombre me ame y conozca la actividad de cada Persona divina.
Diles: en las Personas divinas todo es unión de amor y mutua comprensión.
No queráis comparar vuestro modo humano al divino.
Es un misterio unitivo.
El Misterio Trinitario nunca será enteramente comprendido.
Es como un lucero de bella luz que cuando el alma se acerca más a la luz, no entiende el color verdadero de aquella luz.
Diles a todos que son simbolismos para que podáis entenderme, pero en sí la realidad significada no es como la del simbolismo.
Pero diles a mis amigos Aliados que ese misterio, esencia de Dios, es unitivo por el amor; y lo que vosotros necesitáis para conocer plenamente en el cielo ese misterio es amar al Amor.
Pero no entréis en curiosidad, porque vuestra curiosidad puede llevaros a confusión estratégica.
Advierte a mis amados que es mucho lo dado en mis mensajes, para que vosotros me deis de lo dado y más améis al Dador de lo dado.
Di a mis amigos sacerdotes que, aunque por años hayan estudiado el misterio de Dios, nunca podrán plenamente entenderlo por conocimiento teológico; lo entenderán por el amor. Y el vacío del yo personal facilitará el que Yo, el amor, haga función en sus almas y comience el conocimiento del Dios Trinidad de amor.
El libro para comprender lo que deseo que vosotros comprendáis, se llama ‘libro de amor al Amor’.
Diles que Yo soy el cielo y Yo soy el galardón de vuestra fe en el misterio incomprensible de la augusta y sempiterna Trinidad de amor.
En el Misterio Trinitario todo es unión de amor.
Y también todo se coordina por el amor.
Y en este misterio de amor todo es orden por el mutuo amor.
En el Misterio Trinitario una Persona no hace desunión de las otras.
Cada cual toma su función redentora y salvífica sin desunirse por sus funciones específicas, pues en Dios no hay egoísmos.
Somos unidad, pues somos un solo Dios en tres Personas.
Ese símbolo del triángulo, si sois capaces de entender, veréis que son de igual dimensión y en ellos hay igualdad esencial, pues Dios es uno y en Dios hay tres Personas distintas.
Explícales cómo la unidad es la que sostiene ese triángulo.
Y vosotros debéis de ser unidad para sostén de mi Iglesia, unidos y adheridos al simbólico triángulo que simboliza la Unidad trinitaria en el amor.
No seáis gula de conocimiento, sino amor al Dador de este conocimiento.
Hay en mi sentir tristeza, cuando Yo, el Dador de todo conocimiento, os explico a vosotros sobre este conocimiento, y vosotros, distraídos por el conocimiento, no amáis en verdad al Dador del conocimiento.
Pues mi conocimiento es sustancia del ser del Dios, sabiduría infinita.
De Mí proviene toda sabiduría; y vosotros habláis y os distraéis ante el Dador de todo bien.
Pero aún conociendo vuestras deficiencias, os ama el Amor.
Y por vosotros el Amor está loco de amor.
Dadme amor, porque Yo, el Amor, deseo vuestro amor.
Me entrego a vosotros en una sonrisa de amor.
Yo soy el Dios fuego, que comunica el amor de Dios al hombre.
Les sonríe y abraza el Dios, Trinidad de amor.
Explícales cómo en este mensaje, para aclaración de lo que discutían aquí, el Dios, Fuego de amor, tomó su función de hablaros de amor; y, sin embargo, los Tres estamos unidos en amor; pues somos un solo Dios.
No hubo separación del Dios, unidad de amor.
Adviérteles que cuando una Persona del ser de Dios se manifiesta al hombre, entran en función las demás Personas, pues unidas estamos sin ninguna separación.
Por eso es misterio.
Y cuando se habla humanamente de misterio es algo no abiertamente descubierto, pues si no dejaría de ser misterio.
Os di este símbolo (lucero), para darme a entender, porque en esta era están en boga las cosas astrales que dejan ver la luz del ser de Dios.
Serán confundidos aquellos que se guíen según el mundo y no quieran reconocer al Creador del mundo.
No es de mi agrado que digáis signos, con los que, según vosotros, os relacionáis. Yo soy vuestro signo y no necesitáis de signos que no son el signo de la Trinidad sapientísima.
Es de mi agrado que a cada una de las Personas divinas se les dé culto y adoración, porque en ello se da adoración y amor a un solo Dios, que en tres Personas hace su función en la salvación del hombre.
(A la pregunta si al pensar en una Persona abandonamos a las otras…)
Di a mi sacerdote que no es correcto decir ‘abandonar’, pues el que ama al Hijo incondicionalmente, ama al Padre por medio de su Espíritu; pues mi Espíritu es el que hace mover al alma a amar a Dios.
Y como os decía anteriormente, al amar al Hijo, se está amando al Padre, del cual provino el Hijo.
Pero como os dije, mi deseo es que cada persona reciba adoración y reconocimiento, pues cada Persona toma su papel como Dios salvífico.
(Ante la reacción de un sacerdote…)
Yo sabía que vosotros os defenderíais diciendo que en las fórmulas se nombra al Padre, se habla del Hijo y también se da a conocer al Espíritu de Dios. Pero Yo os pregunto: ¿Se habla en relación al hombre del Padre igualmente que del Hijo del Padre?
Se menciona al Padre, pero sin darle el merecimiento y la gratitud debida a la Persona que engendró al Hijo.
El culto es diferente al amor a Dios Padre.
Se menciona al Padre, como ser lejano al Hijo.
A mi Espíritu, que está sosteniendo la Iglesia del Hijo, se le da ya en conciencia adoración y reconocimiento.
Pero vosotros –no generalizo, hago esta observación- habláis de Mí sin decirle al hombre la función salvífica del Padre de vuestra salvación.
Muchos lo hacéis por lo escrito, sin dar al hombre el conocimiento, y al Padre el reconocimiento merecido.
Muchos de mis amados hijos temen hablar al Padre, porque vosotros no habéis dado a conocer a mis hijos que soy un Padre, un Padre providente, lleno de ternura y misericordia; y me toman como un Padre lleno de ira e incomprensible para vosotros, pues soy para muchos un Padre que envié a mi Hijo por deseo a morir en cruz.
Pero no lo olvidéis que fue por mi amor.
No me temáis que soy mejor Padre que vuestros padres.
Venid a Mí.
Es mi deseo que digáis al hombre que mi corazón es maternal; que al que venga a Mí lo cobijaré y lo estrecharé en mi corazón.
No tengáis temor, que no os castigaré, sino sólo os amaré.
El castigo no es de un Padre lleno de amor; pero sí la amonestación por el mucho amor.
Entended que es mi deseo que como se habla de mi Hijo, se hable también de Mí, pues soy vuestro Padre, y de igual forma se hable de mi Espíritu, sin desunión, pues Yo soy unión.
Soy un solo Dios en tres Personas unidas, no desunidas.
Tomad en serio al Dios Padre que os ama.
Yo soy el Padre que os hablo en este momento y os doy el ósculo de paz y de amor.
Y sobre todo recibid la bendición de vuestro Padre, pues mucho os amo.
Vosotros amadme y dadme honor y gloria.
Gloria al Padre, al Hijo de Dios Padre, y al Espíritu, amor de los Dos.
Somos Tres en un solo Dios.
Amad a los Tres, pues son un mismo Dios en Tres Personas.
Si se habla del Padre, hablad del Hijo y no olvidéis mencionar al Dios, sonrisa de Dios.
Di a mis hijos: si este misterio os ocasiona malestar mental, amadme, pues vosotros sois mis amados.
Si no comprendéis todo lo que os digo, dad amor a vuestro Dios, y seré por vuestro amor glorificado y por vosotros amado el no Amado.
Podéis poner en el himno que gustéis esta estrofa:
Unidos de la mano
cantad al no Amado,
pues Yo, el Amado,
os deseo amar,
pues en Mí seréis
siempre amados.
Di a mi amigo que es mi deseo que no dejéis de invitar a mis almas a esta Alianza de amor por amor al Amor.
No vayáis a caer en el error que vosotros sois los únicos que podéis ser miembros de esta Alianza eclesial.
Muchos, que no nombro, no creáis que estáis olvidados; sólo amados sois de este corazón de un Dios lleno de amor.
Os ama el Amor.
Yo soy el Amor.
Dadme amor, hijos de mi amor.
Venid al Amor y os llenaré de mi amor.
Yo soy fuente de amor.
Bebed de mi amor.
Morid al mundo por amor y viviréis en el Amor por amor.
Diles a mis Aliados que así como gozáis cuando Yo os hablo de mi amor, es gozo para Mí el que el hombre hable por Mí ante todos los que desean amarme sólo a Mí.
Este es remembranza de mi cenáculo, donde Yo hablaba al hombre y el hombre me hablaba a Mí.
Ahora no os invitaré a mi Alianza por la súplica, sino pidiéndoos amor y dándoos muestras de mi amor.
Yo soy la inteligencia sobre toda inteligencia.
Y de mi inteligencia vosotros tenéis vuestra inteligencia, sin ser mi inteligencia, pero sí reflejo de mi inteligencia, pues mi inteligencia es sapientísima.
13 de septiembre de 1982.
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