El alma que busque la perfecta perfección debe, como principio fundamental, ser:
1) Preparada debidamente en la moral del Santo Evangelio. Cuando el alma sienta el deseo de la Vida Religiosa, asesóresele perfectamente en las condiciones requeridas para ser un buen Religioso.
2) Debe de valorarse siempre sus principios, pues aquel que es educado en el amor de Dios, difícilmente perderá la fe y el amor a su Dios.
3) Pero si hubiese tenido un desvío de fe, téngale a bien tenérsele en observación, pues no vaya el tal a caer en peores situaciones y vaya a ser ocasión de discordia entre sus hermanos.
4) Aceptad con amor la cruz de este estado santo, para que, siguiendo las huellas de Cristo, vuestro Salvador, podáis vivir en fidelidad y amor, siendo miembros santos de la Iglesia que Él fundó, para que muriendo a vosotros mismos, viváis en santidad.
5) Recordad, hermanos unidos por el amor de la Trinidad, que todo miembro que viva en este ideal deberá despojarse por amor de todo aquello que lo aparte del camino de la altísima perfección, viviendo en abandono total a la Trinidad, que os ha llamado por el camino del amor, transmitiéndoos este carisma específico que es ser una alabanza viva de su gloria.
6) Animaos siempre mutuamente, viviendo en imitación verdadera a la Trinidad de amor, en comunión de amor unos con otros, siendo perfectos como lo es vuestro Padre que está en los cielos.
7) Todos los que abracen este ideal sean conscientes del sublime don de su vocación. Tomen como su abogada a la que fue elegida por el Padre para ser Madre del Verbo santo. Si vivís imitando al Lirio Inmaculado que fue fiel y solícita a la aceptación privilegiada de ser Madre del Hijo del Eterno, viviréis una vida de amor pleno con el Dios santo y verdadero.
8) Que la gracia de vuestra vocación sea para que vuestra vida sea un ejemplo vivo de amor para vuestros hermanos. Vosotros, queridos, debéis de ser testimonios vivos de ese eterno Amor que vive dentro de vosotros, esperando la aceptación a su amor para ser glorificado por vuestras obras.
9) No olvidéis, hijos del que es, que todo apostolado es crecimiento espiritual para vuestras almas. Sed, pues, amados, corredentores con la Trinidad omnipotente. Tomad siempre con conciencia plena que los dones que os ha dado vuestro Dios debéis de compartirlos, para que el Dios altísimo sea conocido en plenitud y amado por toda creatura, para que el hombre alabe y le ame.
10) Vivid siempre en la presencia del Dios santo y verdadero. No descuidéis la oración, cimiento de la perfección, que ella, hijos míos, será el alimento de vuestras almas. Vivid en el recogimiento que habéis elegido. Sabed que el que viva siempre en comunión con el Dios que os habita, irá compenetrándose cada día en ese dulcísimo Misterio y así se irá realizando en el amor a su Dios.
11) Amados, que todo vuestro anhelo sea ser glorias del santo Amor. Recordad que vuestro Dios os quiere santos, imitadores de Él, abiertos al Espíritu santo. No viváis una vida de disipación. Vivid anhelantes de la contemplación, viviendo la altísima pobreza, unidos siempre como vivía la primitiva Iglesia, viviendo siempre en el gozo de vuestro Dios.
12) La unión de amor con vuestro Dios sea cada día mayor, para que, viviendo sólo en el Amor, seáis semilleros de vida, consoladores del Dios amante. Que vuestra caridad sea heroica. Dad a vuestros hermanos de lo que la Trinidad misericordiosa os da. El hombre necesita vivir fielmente el santo Evangelio. Sed, pues, carísimos, portadores de la palabra revelada, para que seáis testigos verdaderos de la Trinidad salvífica.
13) Viviendo en el deseo de ser fieles a vuestro excelso llamado, guiados por el Espíritu de amor, queriendo ser imitadores de Cristo, queriendo vivir siempre en el amor del Padre, toda alma trinitaria sea obediente a la Iglesia del Hijo, participando apostólicamente, como consagrados con el deseo de la salvación de las almas, dando todo vuestro vivir al Amor del Eterno, para que el Amor del Dios verdadero, del cual os ha hecho partícipes, sea esparcido por vuestros corazones por la faz de la tierra, y así seáis otros Cristos vivientes, predicadores del Reino del Padre, del Evangelio del Hijo y del amor de su Espíritu. Vuestro celo será fortificado por vuestra vida de oración. Sea cualquier vuestro apostolado, dadle tiempo al Hacedor vivo de vuestra vida, ya que el alma que ora en verdad alcanzará la perfecta perfección y su apostolado será fructífero. Recordad que vuestro Salvador os amó y se entregó por vuestro amor hasta morir en cruz. Vosotros, carísimos, abrios en cruz, para que seáis cruces de amor y vida, por amor al Dios Trino y Uno.
14) Amados, os quiero exhortar a que siempre seáis testigos ante vuestros hermanos de ese Dios piadoso y misericordioso; pues, sabedores de la inmensidad de su amor, vosotros debéis seguir su ejemplo, para que seáis instrumentos vivos de su amor. No limitéis la entrega de amor hacia vuestros hermanos. Recordad que tenéis una sublime misión que cumplir, que es predicar el Misterio santo, que es la Trinidad de amor, de amor –os lo repito. Por lo tanto, todos, encendidos de amor por el Fuego de amor, dad amor. Que digan de vosotros: mirad su amor, para que vuestro ejemplo sea el testimonio de vuestro ideal evangélico.
15) Todo consagrado viva en la alegría de los hijos de Dios. Recordad que vuestro Amor es la alegría misma. No vayáis a desvirtuar la santa alegría y vayáis a equivocar vuestro anhelo. Sabed que el alegre es mensajero de ese Dios dulzura y santidad misma, y tiene que ser reflejo de la verdadera alegría que debe de emanar de un espíritu que vive en el amor de su Dios. Que la alegría vuestra sea en santidad, gozando de las bellezas creadas por vuestro Dios, para que seáis evangelizadores de este mundo que ha pervertido sus ideales.
16) OBEDIENCIA:
Toda alma consagrada deberá ser siempre íntegra en todos sus deseos, siguiendo el ejemplo de Cristo, vuestro Redentor, que se hizo obediente por amor.
Así vosotros, hijos del Eterno, sed siempre obedientes y dóciles a las inspiraciones que el Espíritu de amor inspira a su Iglesia, sumisos a la autoridad del Sucesor de Pedro, viviendo en fidelidad al carisma teresiano y sanjuanista, de donde se deriva la espiritualidad experimental en el Misterio salvífico.
Tened siempre en cuenta que el alma virtuosa debe de ser sumamente obediente al Superior elegido por inspiración el Santo Espíritu, sabiendo que el que obedece no caerá en confusión espiritual.
La obediencia es nobleza del espíritu.
El alma sencilla nunca entenderá un acto de obediencia con inconformidad, pues deseosa debe estar toda alma consagrada de sumisión, pues el obediente se engrandecerá en su espíritu y el Dios santo y verdadero pondrá en ella sus complacencias y la llenará de mayores dones.
Sométase toda alma trinitaria a su Superior.
Así el alma se irá integrando más íntimamente en la Trinidad.
Y esté segura esa alma de seguir en fidelidad la estructura de santidad a que habéis sido llamados, para seguir fielmente la huella de vuestro Redentor.
Del mismo modo os estáis ofreciendo como ofrendas de amor, por vuestra oblación, al Padre de vuestro Salvador.
De igual forma se ejercitará vuestra fe, doblegando activamente vuestra voluntad.
Aceptando con paz verdadera toda renuncia de vuestra voluntad, iréis venciendo obstáculos que pudieran impedir vuestra integridad con la Divinidad.
Vuestras gracias, regalos del Dios verdadero para vuestra salvación, serán abundantes, pues vosotros habéis sido designados para ser miembros de un pueblo santo y obediente a su Dios.
Haced siempre, lo seguidores del Dios Trino y Uno, la voluntad del Eterno, para que seáis uno con vuestro Dios.
Siempre clamad al Espíritu Santo, para que seáis asistidos por Él en todo acto de vuestra vida, y recordando siempre el fiat de María, vuestra Madre, para que seáis poseídos plenamente por la Trinidad amorosa.
Que vuestra obediencia sea en fe y amor.
Siempre guíese toda alma en la verdad, no de sus sentires, sino del sentir de su Dios.
No vayáis a confundir la verdadera verdad con otras verdades que o parten de la divina verdad.
17) POBREZA:
El alma que se despoja de su yo personal por amor al Amor irá creciendo en ardores de amor.
Por tanto se irá vivificando cada vez más en el Dios amante.
El despojo personal la irá despojando de todo deseo mundano y la irá llenando de un gran deseo e la desnudez espiritual para que el Dios santo la llene de su ser santo.
Así el alma irá abrazándose al espíritu evangélico y se irá purificando de toda imperfección, será saciada en plenitud en el amor de su Dios y será siempre humilde, pues el despojo por amor hará de toda alma una alabanza del Dios verdad.
Vivirá solamente en las verdades eternas.
Vivirá en santidad.
El alma despojada será más agradable al Eterno.
Vivirá en su amor y será amada del Dios que es y será.
Vivirá sin la preocupación en la que viven los que buscan la satisfacción en las cosas de este mundo.
Procurad, no la satisfacción de los gustos, sino dar gusto al que os llena de amor.
Abiertos al Espíritu de amor, vivid con la dignidad de hijos de Dios, pero con la aceptación de seguir el ejemplo de Cristo, el Hijo de Dios, que vivió en pobreza, amando a los pobres y a todos los hijos de su Padre.
No os desanime si padecéis. Sabedores sois de que el Dios providente estará siempre al cuidado de lo que vosotros necesitéis.
Sabed dar a vuestro Dios el despojo de vuestros gustos, pues recibiréis el cien por uno de todo lo que ofrezcáis al Dios Trino y Uno.
La unidad en toda situación en que os encontréis será para la gloria de Dios.
Dad a los pobres con gozo, sin pensar en la retribución de lo que deis.
Todo hacedlo por amor a vuestro Padre y Señor, y así seréis glorias vivas del Sempiterno.
Recordad que no basta el despojo de la pobreza de vuestras cosas.
Sabed que el verdadero pobre es aquel que en abandono verdadero se entrega en verdad en las manos de su Padre providente.
Así, en despojo verdadero, seréis luz de mi luz, grandeza de mi grandeza y almas que en despojo sean una con el eterno Amor.
La pobreza por amor os hará ricos de espíritu, os fortalecerá, os transfigurará y os hará amanes perfectos de la Divinidad.
En el despojo por amor el Espíritu de es glorificado y exaltado.
Vivid, pues, siempre en espíritu de pobreza, anhelando sólo la gloria de Dios, para que siendo pobres por amor seáis ricos en el Reino de la Trinidad.
18) CASTIDAD:
La castidad es dulcísimo tesoro para el alma, pues ahí el alma que la vive en verdad está en el camino de la perfecta santidad, pues está siguiendo al purísimo Salvador, al que es la divina pureza, siendo el gozo verdadero del Padre y del Santo Espíritu.
El alma virgen deberá siempre ceñirse con el amor, para que viva fielmente en el camino de la sublime perfección.
Así el alma, sin atadura ninguna en cuerpo y alma, Será Toda en plenitud para la Trinidad sapientísima.
Su alma se vigorizará en la práctica de tan sublime virtud, pues su esposo verdadero es sólo Dios. Para él es su amor y su vivir.
Ese templo vivo del Espíritu Santo proclamará ante los hombres que ese sublime estado que ha tomado es para gozarse sólo ene l que es la perfecta pureza.
Almas trinitarias, siempre buscad ser castos en verdad.
No os involucréis en circunstancias donde peligre vuestra alma.
Tened siempre el cuidado debido para que seáis rectos en el actuar, imitando a los ángeles del cielo que existen para amar y glorificar a la Trinidad santa.
Atad siempre vuestra imaginación.
Sed vigilantes con toda actividad que realicéis.
Y cuando entendáis que el camino hacia Dios es el perfecto, amaréis el estado de amor, al cual habéis sido elegidos desde la eternidad.
Tened cuidado de someter vuestros sentidos, para que seáis alabanzas el Eterno.
No vayáis a querer intervenir en situaciones que dañen la hermosura de vuestra alma.
Imitad a Cristo, Hijo del que es la fuente de todo bien, que vivió siempre para amar a su Padre y glorificarlo con sus hermanos en adopción.
Tened cuidado del ruido del mundo.
No tengáis distracciones que os puedan llevar a la tentación y al pecado.
Vigilad, que el demonio anda como león rugiente queriendo seducir a las almas.
Tened cuidado, pues, carísimos, que siendo humildes, seréis más castos.
Humillaos ante el Dios eterno.
Reanimaos, siendo imitadores de la Virgen pura que Cristo os dio por Madre.
Ella sea vuestro guía, pues ella es maestra de la perfección y de ser alabanza de Dios.
Acogeos bajo su protección.
No abandonéis la oración, pues el perfecto orante será casto, obediente y verdaderamente pobre.
Diciembre de 1983.
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