Mencioné ‘mujer’ porque es la palabra correcta del ser. Es decir, lo correcto es decirle al sujeto su ser correcto. Mujer es femenino, y hubiera dicho masculino al hombre, para especificarle al hombre a quien se dirigía el Hijo de Dios.
Mujer: dignidad santa.
Mujer: procreadora para dar vida de mi vida al hombre.
Mujer: amor para el hombre.
¡Mujer! Tú eres y debes ser la creadora de almas santas para la Verdad.
“Mujer, he ahí a tu hijo”.
“Hijo, he ahí a la que va a ser tu madre.”
La explicación es verdadera, pues mujer es aquella que en su ser engendra otro ser.
Madre es aquella que engendra, y aunque a veces no engendra es madre por el amor.
Por eso dije ‘mujer’, porque la misma palabra ‘mujer’ significa amor, porque la mujer auténtica y verdadera se da en plenitud de amor.
Y esa mujer, llena de amor, era la Madre del Amor, y por amor Madre de la Iglesia del Amor.
Tú decías María; y María era, antes que madre, mujer; y por ser mujer fue Madre del Hijo de Dios.
Y por eso la palabra ‘Mujer’ para todo ser evoca en su mente el amor, la maternidad, la sublimidad, la entrega por amor al Hijo de su amor, y, por amor, a Juan, el elegido para representar a la Iglesia del Dios salvador.
María era la Virgen del Amor, la ungida por la Trinidad de amor, la unidad misma de la Nueva Alianza que se unificó con aquella Alianza de Dios con el hombre.
Unió lo antiguo con lo nuevo, siendo Ella la Madre del Eterno, corredentora.
Y Ella abolió con su fiat lo antiguo, para que la Iglesia del Hijo fuera la exaltación de la Trinidad de amor.
Nuevo y antiguo, siendo todo para la gloria de Dios.
Viernes Santo. 1 de abril de 1983.
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