Ama al Amor de mi vida.
Sé fiel y dócil a su llamado.
No obstaculices sus deseos.
Es fácil el seguirle; es decir simplemente:
‘Señor mío, quiero vencerme por tu amor.
Sé Tú mi luz, mi fuerza y mi sostén.
Vive en mí y yo muera venciéndome para ti.
Quiero y puedo.’
No olvides que el camino de santidad es difícil y doloroso, pero consolador cuando se desea ayudar a Jesús con su cruz.
Sé amante y perseverante.
Lucha con paz y amor, y vencerás.
El camino de la sencillez transformará todo tu ser.
Yo era sensible, como tú;
Era arrogante, era casquivana, era indomable y caprichosa; pero el amor destruyó todo esto y lo venció.
Florece para tu Dios.
Simplifica poco a poco tus deseos y afectos.
Ridiculiza al Demonio con el amor a tu Dios.
No digas ‘no’, cuando puedes decir: ‘sí, Dios mío, te acepto a ti como mi único dueño y Señor’.
Domina al mundo con tu firme determinación de entrega a Jesús.
Sé flor sencilla y desconocida.
Exhala tu aroma envuelta en amor y purificación.
Oculta tu belleza ante los demás y descúbrela para tu Dueño.
Sé paciente y tolerante.
Destruye tu amor propio y tu falsa voluntad.
Ilumina tu alma con la luz de tu Amado.
Sé fuerte y perseverante en la oración.
Irradia a los demás que la Trinidad es tu único amor y consuelo.
Ama a las divinas Personas, entrégate a Ellas y purifícate para Ellas.
Acepta con docilidad esta experiencia tan bella y profunda y tan bellamente clara.
20 de marzo de 1981.
Comparte esta publicación:
Copyright © Todos los Derechos Reservados.
Se puede compartir e imprimir para fines apostólicos.
El material en esta página web irá aumentando.