Mi Padre putativo fue puro e inmaculado, al igual que aquella Virgen y Madre.
El justo José fue puro antes de nacer.
Soy Yo, el Espíritu de Dios, quien te lo ha dicho.
Saca un mensaje y sabrás que soy Yo.
-En el nombre del Padre: Mt. 9,18-26: Hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo.
-En el nombre del Hijo: Mc. 14, 3-9: Unción en Betania.
-En nombre del Espíritu Santo: Mt. 13, 1-7: Parábola del sembrador.
-En nombre de San José: Mt. 13, 16-17: “Dichosos, pues, vuestros ojos…”
José, el justo, fue puro desde antes de nacer, pues Yo, el Padre creador hice elección al escoger a mi amado José, pues escogí dos azucenas puras e inmaculadas, para entregarlas a mi amado Hijo.
Por su virtud floreció como un nardo perfumado.
Su alma era tan diáfana como la de la Madre del Emmanuel.
Su vida fue santa e inmaculada.
Y subió al cielo en cuerpo y alma, y está sentado a la derecha del Padre.
Vivió siendo un hombre honesto y trabajó para sostener al Hijo de mi amor.
-Me amaba con amor oblativo, y su amor en él era tanto para Mí que, después de mi Madre, no ha habido otra alma que me haya amado tanto como él.
Era tan amado de Mí que en su regazo se unían su amor y mi amor.
Su oración era en amor y contemplación.
Su vida era unitiva.
Y toda su vida era alabanza de Dios.
-Él tenía mi luz y en él tenía mis complacencias.
Sobre él derramé mis siete dones, pues Yo, el Espíritu de Dios, le amé con eterno amor.
-José, amado del Padre, a ti mi Hijo entregué, para que tú le dieras sustento y amor.
Por eso estás tan cerca de Dios, José amado de la Trinidad de amor.
Bendito seas, hijo de Jesé.
Ayuda a los hijos de Dios y enséñales el camino del amor.
A ti, vara de Dios, te entrego la Alianza de amor.
Su cuerpo no sufrió putrefacción.
Murió de amor, no de enfermedad.
Su cuerpo subió envuelto en amor.
Y Yo, el Padre, envié a mis ángeles que vinieran a él y lo trajeran hacia Mí, en arrebato de amor.
Estaba él en un éxtasis de adoración y de profunda oración.
Él todo en Mí, y Yo, todo en él.
Su corazón no pudo soportar el amor, y cayó de amor ante el Amor.
Y mis ángeles levantaron aquel cuerpo mortal, que subió al unísono con su espíritu.
Y Yo, el Padre, lo acogí en mi corazón maternal y lo puse cerca del trono de Dios esperando el retorno del Hijo de su amor, y, gozándose en Dios, alababa a Dios.
Y al igual que los ángeles recogieron su cuerpo, cuando María, la Madre del Amado, murió en un suspiro de ardiente amor, José, el justo, por permisión de Dios bajó y en sus manos tomó a la Amada de la Trinidad de amor, para entregarla en brazos del Dios amor.
Y así fue coronada por la augusta y sempiterna Trinidad de amor.
Mis ángeles cantaban, alabando a Dios; y al subir María en manos de José bendecían a los esposos santos e inmaculados.
José fue el primer mortal que subió al cielo en cuerpo y alma.
Pero el que abrió la gloria para todos los mortales fue el Hijo del Altísimo que le amaba y gozaba al contemplarlo en la gloria que se había abierto para su amado tutor.
Murió antes de que Jesús, el Hijo del Padre, fuera crucificado, dos años antes de su Pasión.
Murió en un 24 de diciembre, aniversario del advenimiento del Hijo.
Por eso os quise decir este secreto de Dios, acerca del advenimiento del Cordero inmaculado.
María le ayudó a bien morir.
Y el Hijo le amó siempre, siempre, pues era un padre amoroso y ejemplar.
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El que el Hijo del Altísimo abriera la gloria significa que por su redención y oblación, por amor a vosotros, os abrió el cielo por la súplica a su Padre, al clamarle en la cruz y decirle: “Perdónales, Padre, pues no saben lo que hacen.”
Por el perdón abrió las puertas del Edén.
Y José por su amor tocó las puertas al Amor y entró por ella, lleno de inmenso amor; no quitando el derecho al Hijo, sino amándole y agradeciéndoselo, pues el Hijo fue el que os abrió el paraíso eterno.
José no quitó el derecho al Hijo, sino que por amor subió al cielo, sin quitar a su Hijo mérito ninguno.
El cielo se abrió por amor a vosotros.
Y mi Hijo abrió su corazón al hombre, anticipándoos que por Él subiríais al Padre que está en el cielo.
Y subió al Padre para que las puertas del cielo quedaran siempre abiertas para el hombre.
—Esto es como explicación especulativa para la mente de mis teólogos, para que no vayan a deciros que eso está contra la doctrina de la Revelación divina.
La hora exacta fue a media noche. Y quiso morir en el mismo portal de Belén.
Regresó con María a la gruta de Belén, para recordar aquellos momentos en que el Verbo se hizo hombre por amor al hombre. Y estando María y José en éxtasis ante el Amor, él, en un fuerte suspiro de amor, entregó su espíritu en aras del Amor, y en brazos de la Inmaculada cayó el cuerpo inerte de José, el santo inmaculado.
Jesús estuvo en el tránsito de José para entregarlo a su Padre y a su Santo Espíritu.
José fue el primero en comprender lo que significaba el Espíritu de Dios.
Los Apóstoles fueron los que en aquella reunión o asamblea recibieron al Espíritu que posó sobre ellos; pero José estaba iluminado por la luz del Espíritu.
El Hijo es Dios.
Y Dios Hijo es amado del Padre de quien procede.
Y la unión de ambos es el Espíritu.
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P. -¿Cómo se explica: “¿Su esposo José, como era justo y no quería ponerle en evidencia, resolvió repudiarla en secreto?” (Mt. 1,19).
R. –Aclaración:
No era una duda en cuanto que aquella Doncella que había tomado por esposa le fuera infiel; su duda era sobre cómo estaba encinta sin ser tocada por varón.
Y había en él confusión sobre si estaba preñada o si padecía alguna maligna enfermedad.
Y quiso abandonarla, para que aquellos que pensaran mal de ella no la pudieran perturbar, y dejarla en manos de Dios; pues él se sentía impotente para conocer el misterio de aquel acontecimiento.
Nunca cometió un solo pecado venial; y mentir diciendo que él había estado con su esposa no era según su santidad y espiritualidad.
Y para que nada le pudieran preguntar y para no mentir, pensó apartarse de Ella, no por desconfianza, sino por su mucho amor a María.
José, -para que María no fuera a ser vengada según la ley de Moisés, -pues él todavía no comprendía el misterio divino- para huir de cualquier aclaración, y para no mentir, optó por huir, para así no exponerla a ningún juicio.
Él conjeturaba cómo sería lo sucedido, pues no comprendía el misterio, y, conociendo la santidad de su esposa, quiso protegerla con su huida.
Nunca dudó de la honestidad de su esposa pues en tal caso no hubiera sido inmaculado.
Sufría en silencio, sin tener el menor pensamiento de duda, y buscaba la solución de protección para su virginal esposa.
Y fue entonces cuando el Ángel del Señor le llenó de la luz de Dios y todo lo comprendió.
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Esto no fue revelado ni a Tomás, porque es un regalo de mis regalos a mis Aliados amados.
Este arca sacramental os la abro por mi mucho amor y por vuestra entrega al Amor.
Y porque a Tomás se le tomaba ya en cuenta y era mucho para su cuenta. Y en cambio a vosotros, sin que os tomen en cuenta, Yo os doy misterios por mi cuenta, para que vosotros sintáis que cuentan en el Dios que cuenta con vosotros para su cuenta.
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Esto lo digo hasta ahora, para no hacer la voluntad de los curiosos y soberbios, sino mi deseo y voluntad.
No temas que Yo, el Dios Padre, te lo digo, y así sucedió.
Esto os lo he revelado para aquellos que han dicho que en mis mensajes no hay nada nuevo.
A ver si lo nuevo no los regresa a desear sólo lo antes conocido; y luego digan que no les ha gustado lo nuevo; y en base a su especulación ni se queden con lo nuevo, ni tampoco se quede con lo que ya había sido revelado.
El soberbio no retrocede, y en verdad no acepta en plenitud ninguna verdad.
Hay teólogos apegados a la verdad, pero si en esa verdad se les notifica otra verdad, no aceptarán aquella verdad.
Esos que han dicho que el Sacramento del Amor no fue instituido en aquel Jueves Santo, sino después de la resurrección, toman su verdad para aclarar mi verdad.
Aquí os quise decir que algunos de tanto conocimiento no aceptan en plenitud la verdad de la Revelación, y ante otra verdad se quedarán sólo en su verdad.
4 de diciembre de 1982.
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