Vosotros sois mis elegidos.
En los síntomas los reconoceréis.
Yo os auxiliaré con mi presencia y solicitud.
Manifestaré ante el mundo mi poder.
Hay demonios peligrosos, vigilad, y también engañosos; pero no os desanime nada.
Ya es hora de detener a mi enemigo.
Vosotros tenéis el poder.
También deseo que a los que sean atribulados con dolores se les unja con el óleo santo para la sanación.
. . .
En poco tiempo has escalado la cima del amor.
No desmayes.
Aumenta tu fe y constancia para amar al infinito Dios.
Supera las adversidades.
Aumenta la seguridad en Mí.
Sé fiel, a Mí confiada.
Yo soy el Dios Uno y Trino que habita en ti.
Te amo.
¡Cuánto os amo!
Sois dos gotas de agua que sacian mi sed de amor.
¿Qué os importa lo que dice el mundo de vosotros, si vuestro Dios os ama tanto y se complace en vosotros?
Alabado, pues, sea la Augusta Trinidad. A Ella el honor y la gloria.
24 de febrero de 1981.
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