Sacerdotes de la Alianza

No temas. Soy Yo, tu Padre Dios. 
Sé que tu corazón sufre. 
Y en este instante quiero, por medio de ti, exhortar con amor paternal a mis sacerdotes en general, pero de un modo especial a los miembros de mi Obra. 
Inicia con estas palabras: 
Soy Yo. 
No es una ilusión formada en tu mente por tu sufrir. 
Escribe, hija mía, y dejaré sentir en mi deseo lo que Yo, tu Dios, solicito de mis amados sacerdotes. 
 
Bendiciéndoos con amor paternal, mi dirijo a vosotros deseando todo bien. 
Yo soy el Padre de amor y misericordia. 
En mis ser sólo hay amor de parte mía para vosotros. 
 
No permitáis que la caridad flaquee. 
Llevad en vuestros corazones sacerdotales el deseo de vivir en amor y fidelidad el carisma sacerdotal que será la enseñanza que vosotros transmitiréis a mis hijos. 
Tened presente que la unidad fraterna será la fuente inagotable del bien en este momento en que la Iglesia del Hijo sufre la desunión y parece sucumbir por la misma. 
No haya en vosotros desigualdad. 
Vivid unidos, a imitación de la Trinidad, siendo uno en el amor. 
Yo soy Trinidad de amor, Unidad sempiterna. 
Vivid siendo amantes de la bella virtud de la caridad. 
Que en vuestros corazones florezca tan bella virtud. 
 
Os exhorto a que seáis almas fieles del Reino de Dios. 
Que no flaqueéis al darme vuestro corazón. 
No miréis uno en el otro vuestros defectos, porque eso será la ruina de vuestro corazón que sólo debe de ser para alabar a la augusta y eterna Trinidad, siendo ejemplos vivos de la unidad de Dios. 
Deberéis de ser almas de oración continua, siendo antorchas encendidas el uno para el otro. 
No cometáis pecados que dañen la caridad que es necesaria para vivir unidos a la Verdad. 
No sembréis en el mundo el mal. 
Sed sembradores de virtudes y veréis que vuestra alma se unificará con mi ser. 
Sed inteligentes, y no caigáis en manos de aquel que es desunión y maldad. 
 
Cambiad en absoluto, que la recta intención de vuestro espíritu es base fundamental para que seáis perfectos. 
Dad a vuestro hermano la alegría de Dios. 
No viváis adheridos a la vid sin dar frutos de salvación. 
 
Seréis auténticos el día en que, despojados del yo personal, os libréis de toda atadura, poniendo los ojos sólo en el Dios santo y verdadero. 
Que no se dañe vuestro espíritu con la fuerza del mal; al contrario crezca en la verdad y ya veréis que mi verdad os hará libres en verdad. 
Tened presente siempre que toda desunión no es obra de vuestro Padre, que os quiere almas caritativas y llenas de celo santo. 
La perfección se obtiene por actos de humildad y sencillez. 
Equivocada está aquella alma que se busque a sí misma y no ponga su mirar en el Amado. 
No seáis insensatos. 
Mirad y entended que la fuerza proviene de la oración perfecta, porque quien ora en verdad y no hace alarde de su oración, sino que la vive en la práctica, tendrá la señal auténtica de su oración. 
 
No viváis pendientes del defecto de vuestro hermano, no vayáis a ser confundidos ante la Verdad. 
Yo soy esa verdad, y ante Mí no existirá verdad alguna que no sea exacta. 
 
La caridad consiste en darse sin el mínimo deseo de reconocimiento personal, simplemente dando gloria a vuestro Dios que os quiere en verdad. 
Mirad al Dios Padre, y en Mí encontraréis un inmenso amor hacia mi Primogénito, y no separación de ideas que nos desunan. 
 
Somos sólo amor y verdad, y relación mutua de un amor perfectísimo. 
 
También os pongo ejemplo de mi Santo Espíritu, que es amor de los Dos, siendo la unidad de Ambos. 
 
Así deberéis ser vosotros, mis carísimos, siempre; no un día o dos: siempre, porque la unidad os fortalecerá en toda circunstancia. 
Y si sois miembros verdaderos y auténticos de la Trinidad Santísima, no viváis obrando diferente a nuestro amor y unidad. 
Debéis y tenéis un compromiso fuerte que transmitir a la humanidad. 
 
Sed santos. 
Transformaos en el Padre, en el Hijo, y en el Espíritu que es amor y verdad. 
 
No proclaméis que sois Alianza de Dios, cuando en vuestros corazones no vivís en rectitud. 
Yo soy un Dios misericordioso, y vosotros, que estáis adheridos de un modo especial a la Trinidad unificadora, deberéis ser puros de intención y no obrar contrario a la unidad del Misterio Trinitario. 
Yo soy amor y verdad infinita; vosotros sed auténticos en el amor. 
 
No seáis superfluos y voluntariosos, que entonces estáis engañadoos y vais por el camino contrario de la Verdad. 
Yo soy la verdad, y si sois Trinitarios en verdad, no oscurezcáis mi verdad bajo vuestra falsa verdad. 
 
Que la unidad sea vuestro anhelo. 
No desvirtuéis mi deseo. 
Clarificad vuestras intenciones, no sea que alguno de vosotros caiga en tentación. 
Tended vuestra mano al que lo necesite. 
No sea uno más que otro. 
Unidad permanente y absoluta sea vuestra amistad. 
No os dejéis confundir por vuestros deseos y hagáis caso omiso a los míos. 
Sed santos en verdad, no sea que vosotros destruyáis mi Alianza con vuestras obras. 
Vivid en el Misterio salvífico. 
Transmitiréis mis deseos con vuestras obras. 
Que al mirar en vosotros esa perfecta unidad digan vuestros hermanos: ‘son alianza’ y no os vayan a señalar como falsos profetas. 
Dad al hermano la verdad, siendo vosotros auténticos. 
No difaméis al hermano; dadle amor. 
No viváis en tinieblas, cuando se os ha dado la luz. 
No seáis lámparas sin vida verdadera, cuando el Dador de la vida os ha transmitido vida de su vida. 
 
Tened un corazón compasivo y auténtico. 
No seáis incomprensibles con vosotros mismos. 
No sacrifiquéis a vuestros hermanos, cuando no os sacrificáis a vosotros mismos. 
Sed hombres de santidad verdadera. 
 
Yo soy el camino, y el que quiere seguir mi camino no camine fuera de él. 
Un mandamiento nuevo os di: que seáis uno en el amor. 
Vivid siendo aliados del Amor. 
Superad vuestros anhelos. 
Sed perfectos, como lo es Aquel de quien proviene toda verdad. 
 
No seáis sepulcros blanqueados, que habléis de santidad y en vuestro ser no la deseéis. 
Sed almas de oración perfecta. 
Yo os enseñé la oración que debéis de entender y vivir: “santificado sea tu nombre, ¡oh Padre!” 
Y el nombre de mi Padre será santificado si vosotros sois rectos y santos. 
 
“Perdona, ¡oh Padre!, a mis hermanos.” 
Así clamé a mi Padre. 
Y vosotros ¿no podéis perdonar cuando se os ha perdonado tanto? 
 
No seáis como aquellos fariseos que bajo apariencias vivían sin ser auténticos en sus corazones. 
No lleguéis al altar de Dios con un corazón lleno de rencor y de maldad. 
Sacrificad vuestras imperfecciones. 
Cambiad y seréis saciados. 
 
Amaos como Yo amo a mi Padre y a su Santo Espíritu. 
 
Caminad con vuestra cruz sin renegar. ¿Acaso yo renegué de la mía cuando por ella sabía que seríais salvos? 
Así vosotros dad con amor absoluto a vuestro Dios esa cruz de vencimientos personales y de incomprensiones mutuas. 
Seréis liberados de vuestro yo personal el día en que en verdad veáis vuestras propias flaquezas y no busquéis la paja en el ojo de vuestro hermano, cuando en el vuestro no hay luz. 
La luz de Dios os hará libres en verdad. 
No busquéis luz fuera de la caridad fraterna, que no la encontraréis. 
Seréis perfectos en verdad el día en que decidáis ser humildes. 
Yo fui siervo vuestro; vosotros sed siervos. 
No vayáis buscando los primeros sitios, ni el reconocimiento el mundo. 
Cuando busquéis ser los últimos, entonces veréis mi luz. 
Caminad en el camino de la oración. 
Que ella sea oblativa y llena de un profundo amor al Dios que es amor. 
No digáis al Padre: ‘mi hermano ha pecado’ –cuando oréis. 
Decid: ‘Padre, son mis pecados los que pongo en tu presencia; y si mi hermano me ha ofendido, perdónale, que de mí ya está perdonado.’ 
No será auténtica vuestra oración si en vuestro corazón existe el rencor, y buscáis, engañándoos, quedar bien con aquel vuestro Dios que es todo bien. 
 
No difaméis a vuestro hermano. 
Orad al Padre por sus deficiencias, que Él obrará en su corazón. 
No seáis como aquel sacerdote que, viendo la desgracia de su prójimo, pasó de largo sin tenderle la mano. 
Vuestra oración salvará al prójimo de cualquier desgracia. 
 
No seáis almas que sacrifiquéis con vuestra lengua a un templo de Dios. 
Cuando entendáis en verdad el mandamiento del amor, lo viviréis en verdad. 
No un amor mezquino, sino un amor de entrega. 
No un amor imperfecto, sino un amor leal. 
No un amor pasajero, sino un amor de lazos fuertes que os unan en verdad. 
No un amor ambiguo, sino un amor en Dios. 
No un amor de reproches, sino un amor de caridad. 
 
Cuando os digáis el uno al otro lo que os parece mal, al hacerlo, tened recta intención, poniéndoos en la presencia de Dios y suplicando a Dios que obre en vuestro hermano. 
No busquéis vuestras complacencias, al exhortar al hermano; buscad el Reino de Dios y su justicia. 
Aplicad a vosotros mismos lo que vais a decir a vuestro hermano; buscad el Reino de Dios y su justicia. 
Aplicad a vosotros mismos lo que vais a decir a vuestro hermano. 
Sed perfectos. 
Que vuestra pureza de intención sea para la gloria del Altísimo. 
 
No busquéis nunca ser comprendidos; buscad comprender. 
No busquéis la perfección en vuestros hermanos; buscad cada uno la propia; y cuando así obréis, seréis almas de oración perfecta. 
 
Si algo os lastima del otro, dialogad con un espíritu recto. 
No deshonréis a vuestro hermano, sino amadle. 
¿No veis que Yo os amo y me entregué al dolor pensando en vuestra salvación? 
Tened un corazón maternal, como es el corazón de vuestro Dios. 
Si comenzáis buscando la caridad perfecta, seréis libres y caminaréis seguros por el camino de la verdad. 
Pero si sólo vais buscando vuestra verdad, desde ahora os digo en verdad que no sois fieles a la Verdad. 
El cielo se alcanza por el amor; y si no tenéis amor lejos estáis de ese cielo. 
Yo soy el cielo. 
Y os digo en verdad que seáis llenos de amor, como lo fui Yo; y que vuestra caridad sea en amistad y sencillez. 
 
No busquéis destruir a vuestro hermano. 
Sed almas de amor verdadero. 
Crucificad vuestros impulsos. 
Sed hostias oblativas, y entonces vuestro Padre que está en los cielos será glorificado. 
 
Bienaventurado el que humillándose por amor dé amor. 
Bienaventurado el que al exhortar lo haga deseoso de la verdad, pues en él moraré y será saciado. 
Bienaventurado el que busque la santidad en la verdad, porque de él será el Reino del Padre. 
Bienaventurado el que tenga misericordia de los defectos de su hermano, porque el Padre tendrá misericordia de los suyos. 
Bienaventurado el que por mi amor calle los defectos de vuestro hermano y los ponga ante la Verdad, porque Yo, la verdad, cambiaré en verdad aquel corazón que sólo buscaba su verdad.  
 
Yo soy el Dios del amor, deseoso de que seáis santos en Mí, por Mí y siempre buscándome a Mí. 
Yo soy el Espíritu de Dios que os guiará en verdad al camino de la Verdad. 
No busquéis vuestro propio Reino; buscad el del eterno Dios. 
Yo soy el Dios unión del Padre y del Hijo que quiero uniros a vosotros, para que seáis en verdad sacerdotes Trinitarios. 
 
No apartéis de vosotros al Espíritu que os dará vida. 
No os apartéis de la fuente de la verdad. 
No seáis almas mediocres. 
Buscad siempre aventajar en la vida espiritual. 
Si no habéis cambiado, no culpéis al Espíritu de Dios, que Yo os he buscado y he tocado a vuestro corazón. 
No neguéis a vuestro Dios el derecho que tiene de guiaros, haciendo vosotros vuestra propia voluntad y no siguiendo fielmente mis inspiraciones. 
 
Yo soy unidad. 
Vosotros debéis, si sois en verdad Trinitarios, ser unidad. 
 
No veáis en vuestro hermano toda imperfección. 
Cuando vuestro corazón esté dañado por el egoísmo, acudid a Mí: Yo os enseñaré a ser rectos y a amar en verdad a vuestro prójimo. 
 
Yo soy un Dios justo y recto, y os hablo en nombre del Padre y de su Hijo, exhortándoos a que seáis rectos. 
 
Cuando en vuestro corazón no haya paz ante cualquier situación, ahí no estoy obrando Yo. 
Yo soy la fuente inagotable de paz y unidad. 
 
Si en vuestro entendimiento sólo hay deseo de venganza y de desunión, ésa no es mi inspiración. 
Cuando sintáis odio y digáis palabras llenas de repudio para vuestro prójimo, desconoced, que ésos no son los frutos de mi Espíritu. 
Cuando sintáis dentro de vosotros un resentimiento con deseo de perjudicar, ahí no está mi presencia. 
Cuando discutís sin orar, ahí no me invocáis y no habrá frutos de vida; os estáis engañando pensando que estáis en Mí. 
Cuando vuestra intención es difamar por sus defectos a vuestro hermano, ahí Satanás se está apoderando de vuestro entendimiento. 
Cuando en vuestro interior no hay verdad, ahí vosotros no estáis siguiendo a la Verdad. 
Cuando en vuestro espíritu hay un desasosiego que os debilita y desespera, ese espíritu no es de mi Santo Espíritu. 
Cuando no buscáis la exhortación con generosidad y caridad, ahí vosotros estáis haciendo a un lado mi Espíritu. 
 
Cuando oráis con rencores interiores y no os reconciliáis con vuestro prójimo, ahí no veréis al Dios que buscáis. 
Cuando reflexionéis libres de toda soberbia y busquéis la humildad, ahí os estáis abriendo para ser guiados por Mí. 
Cuando sintáis el deseo de perdón y no lo ahoguéis con vuestros resentimientos, ahí Yo, el Espíritu de unidad, sanaré vuestro rencor. 
Cuando busquéis en la palabra de Dios la verdad y no la vuestra, ahí está el Espíritu sobre vosotros. 
 
Cuando hagáis actos de amor y dais perdón, ahí Yo, el Dios santificador, os perdonaré de lo que habéis hecho en contra del mandamiento del amor. 
Cuando os pongáis en mi presencia con docilidad, entonces sentiréis la paz. 
Cuando un alma se abandona en mi Espíritu será enriquecida con la paz, la fortaleza, la longanimidad, la mansedumbre y el deseo de santidad. 
Cuando sentís venir la cruz, pero estáis en paz, ahí está mi presencia que os ayudará. 
Cuando seáis rectos y obréis en la presencia de la Trinidad, entonces seréis saciados del deseo de unidad. 
Cuando por amor a vuestro Dios perdonéis, entonces vuestra alma se abrirá a la gracia y seréis llenos de mi gracia. 
Cuando vosotros os unáis para el bien y no busquéis vuestro bien, ahí estáis siendo dóciles a mis inspiraciones. 
Cuando seáis amantes y generosos por amor al Amor, estaréis plenamente seguros de que soy Yo quien os dirige. 
 
No busquéis la libertad de vuestro espíritu cuando obréis sin amor, porque mi Espíritu sufrirá ante vuestro desamor. 
Desalojad de vosotros todo lo que obstruye las inspiraciones del Espíritu que os ama. 
No busquéis la alabanza personal bajo la falsa caridad; sed alabanzas de Dios para que vuestro Dios sea alabado. 
No os opongáis a mis deseos. 
No busquéis ser amados; buscad que vuestro Dios sea el Amado. 
No os quiero imperfectos, sino perfectos. 
No os quiero desintegrados, sino unidos. 
 
Ayudaos a ser perfectos. 
No seáis hombres que sólo busquéis ser látigos de desunión. 
Os quiero unidos, como Yo soy. 
Trinidad quiere decir unidad perfectísima. 
Por tanto vosotros, sacerdotes Trinitarios, unificaos. 
 
¡Ay de aquel que obre sin verdad y dañe a su hermano con su verdad! 
Ahí Yo, la verdad, me doleré ante su verdad. 
 
No provoquéis discordia, porque entonces no estáis en el deseo de vivir en el misterio del Amor. 
 
Clamad a Mí y Yo os llenaré de mi luz; y daréis complacencia y verdadero amor a mi Hijo y seguiréis las inspiraciones de mi Espíritu. 
 
 
29 de enero de 1983. 

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