El matrimonio es un sacramento indisoluble.
Pero vosotros, conocedores de mis deseos, poco interés personal manifestáis en hacer hincapié en que el mutuo acuerdo es necesario para planear según mi deseo y voluntad.
Pero cuántos hay que, por no perder tiempo de su tiempo, descuidan a esos hijos de mi amor, que, por la falta de vuestra orientación, llegan a la desesperación.
Pocos de vosotros –me es duro deciros- se preocupan de ver si vuestro hermano tiene el sustento del día.
Muchos de vosotros están en la opulencia y se encierran en su verdad, mas no en la mía.
Si el esposo de la madre de mis hijos es un miembro tedioso, un miembro insuficiente, un miembro que no debería llamarse miembro, y vuestros hijos, llenos de dolor por el desamor y por la ingratitud de aquellos que se unieron por placer, no por auténtico amor, suplican a vosotros, elegidos de mi amor, guías de mis almas, pastores excelsos, y vosotros no escucháis sus deseos y súplicas, ¿cómo decís que sois padres de mis hijos, si en verdad poco os importa su dolor?
Por eso os he dicho: amor por amor al Amor.
Y si más no tenéis dad amor.
(¿Qué hacer ante situaciones desesperadas? ¿Aguantar a toda costa?)
Aclaración.
No es que desee la disolución matrimonial, pues es sacramento que debe ser vida, vida en mi Iglesia; pero hay ocasiones en que es tanto el desamor y el dolor, que mis hijos de mi amor sufren terrible opresión.
En esos casos vosotros, grey elegida, dad a mis hijos tiempo y amor y ved si hay solución y perdón.
Y si la lucha en Dios llega a su culminación, dad gloria y alabanza al Dios amor.
Pero si la gracia de Dios es rechazada, rescatad a mis almas de la desesperación.
Vivid en amor a ellas.
Vivid siendo ejemplos vivos de mi amor.
Dadles la debida y correcta indicación a sus vidas.
No os encerréis en vosotros, sin pensar en el dolor del mismo Dios.
(Actitud ante la unión sexual)
En ese momento definitivo para el amor y la comprensión debéis de tener en cuenta estas frases:
Dios con vosotros.
Dios que es amor.
Dios que es pureza.
Dios que es santidad.
Dios que es unidad.
Dios con vosotros y vosotros con él.
Yo estoy en el hombre.
Por lo tanto no os comportéis simplemente como hombres; comportaos también como hijos del Dios amor.
Cuando vosotros, hombres, estéis en relación con vuestra mujer debéis fungir en mi nombre y en representación del Dios Trinidad salvífica.
Trinidad que es unidad por el Espíritu.
Vosotros uníos no sólo carnalmente, sino espíritu mutuamente.
Vosotros sois reflejo del amor de Dios.
No seáis ocasión de que el demonio se ría de vuestro amor.
Unidos en Mí seréis esposos santos, salvando uno al otro por esa unión en perfección y santidad, gozando lícitamente de vuestros cuerpos, templo inhabitado por el ser de Dios, santificado por mi presencia.
Vosotros no busquéis el placer; buscad la unión en el perfecto amor.
El Espíritu Santo es el que une, en fuego de amor, al Padre con su Hijo.
Vosotros, esposos santos, uníos como el Espíritu Santo, encendidos de amor hombre y mujer: símbolo de la unión trinitaria por el Espíritu santificador.
Hijos míos, padres de mis hijos, por eso antes de llegar a esa etapa del sacramento matrimonial, enseñaos a amar: sin egoísmo, con caridad, con un amor celestial, purificador, sublime, limpio y santo.
No busquéis el gozo de la carne, porque por vuestra carne seréis destruidos.
Buscad el gozo del espíritu.
Uníos con relación de amor salvífico.
Compenetrad vuestros deseos.
Purificad vuestras inclinaciones.
Buscad amar con fe a aquella que abre su corazón para un amor en Dios y para Dios.
Sed santos matrimonios, esperanza de Dios, semilla fecunda de sacerdotes santos.
Vuestra mutua entrega sea alianza de amor.
Amaos pensando glorificar al Dios supremo y eterno.
Vivid en caridad, en sociedad mutua, anhelando vuestra perfección, coordinando en Dios vuestros propios intereses.
Cuando comencéis a amaros decid:
Gloria a ti, Padre del amor.
Gloria a ti, Hijo que viniste a darnos amor.
Gloria a ti, Espíritu, fuego inmenso de amor del Padre en su Hijo.
Y ese acto será sublime, porque Dios se hará presente y santificará vuestra relación.
Y el mismo Dios, que es fuente de amor, os enseñará cordura en el placer mutuo.
Pureza en el amor.
Vosotros sois templos del Espíritu salvífico.
Vosotros sois esperanza de una Iglesia peregrina que va hacia el Padre, por el camino del amor.
16 de agosto de 1982.
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