El Corazón que te Ama, por Tí Ultrajado

Soy un corazón vivo, lleno de amor para ti, amigo sacerdote, abierto para ti. 
Mi sed de amor es grande. 
 
Cuando el alma sacerdotal se ofrece como víctima de amor, mi amante corazón la recibe en un pacto de amor mutuo. 
 
Sublima, hijo mío, tu sacerdocio. 
Vive como llama ardiente, inflamando tu corazón, para que, unidos Dios y hombre, transformes, con los dones a ti regalados, almas para Mí. 
 
Mi corazón, herido por el desamor de mis almas consagradas, sufre profundo dolor. 
Yo te atraje hacia Mí con amor Eterno. 
Quise que tú fueses mi amigo, salvador de mis almas. 
En ti clavé mi mirada, llena de amor maternal. 
Yo quise grabar en ti una huella indeleble e inextinguible de eterna amistad. 
Descargué en ti una misión sublime: la de amarme y la de amar en Mí a los demás. 
Te he dado poder sobre todo poder. 
En ti tengo puesta mi esperanza. 
No defraudes a este Dios limosnero de amor. 
Que tu esfuerzo por el celo a mis almas sea para mayor gloria mía. 
 
Tú serás olvidado de los del mundo, pero Yo, tu amigo y Señor, me ofrezco a ti como tu amigo y servidor, porque no vine a ser servido, sino a servir. 
 
Mis ojos derraman lágrimas de dolor ante tu frialdad. 
Me doy en amor a ti y, ante el desprecio de mi amor, me siento solo, sin el amigo que me consuele, sin el alma que me ame. 
 
Predica mi Evangelio con celo santo. 
Vive siendo alabanza de mi gloria. 
Este corazón está abierto para ti; penetra en él sin miedo. 
Soy un Dios generoso, dador de todo bien. 
 
Que tus manos bendigan en mi nombre. 
Que en tu mirar encuentre el hombre mi mirar. 
Que de tu boca salgan preces de amor para Mí y tus hermanos. 
Busca el Reino de Dios y Yo, el mismo Dios que te habla y te busca, seré tu eterno galardón. 
 
Que tus pasos sigan mis huellas de pobreza y humildad. 
Que tu corazón sea arca abierta, donde tu hermano encuentre alivio en sus penas. 
Habla a mi pueblo de Mí, que soy un Dios desconocido y desamado. 
Que tus obras sean el fruto de la intimidad de amor. 
Que mi corazón, transverberado de gran amor para el hombre, reciba consuelo. 
 
Alma sacerdotal, ¿qué buscas en el mundo, si vosotros, mis amigos y elegidos, no fuisteis llamados para el mundo? 
Vivid la soledad sonora. 
Corred a mi llamado. 
Acudid con amor y gratitud a mis sagrarios: ahí estoy Yo, escondido para ser amado por el hombre. Espero con anhelo vuestra visita de amor. 
Soy un Dios humanado que en ti confío. 
 
Cuando al atardecer del día tú, amigo sacerdote, ya fatigado por el trabajo del celo por la salvación de las almas, te sientas abrumado, ahí, en tu silencio, tiende tus brazos en mis brazos y descansa en Mí. 
 
Yo soy el padre que te espera, el amigo que quiere conversar contigo y el que aliviará tu dolor y tus tristezas. 
 
Si el mundo no agradece tu labor, ¿qué te importa si Yo, el Dios amigo, soy tu recompensa? Eso es penetrar dentro de mi ser. 
 
Que tu pensar y tu mirar estén fijos en mi amante corazón. 
Que en tu vivir reine mi existencia. 
Que al terminar de tu vida Yo, el Hijo de Dios, venga hacia ti para entregar tu espíritu, lleno de amor y trabajo, en las manos de mi Padre. 
 
Sé dulce como la miel, virtuoso como tu Dios, celoso de las almas como lo fui Yo. 
Ámame en ellas. 
Atráelas a Mí, te lo suplico. 
Háblales de Mí. 
 
Yo seré el que vele por tus asuntos. 
Yo soy un Cristo vivo que desde la eternidad velo por el bienestar del hombre. 
¿Acaso hay mejor amistad? 
¿Por qué vosotros, mis amigos, os apartáis de Mí, si soy el camino, la verdad y vuestra seguridad? 
 
Que en el mundo viváis como mis elegidos. 
Que no os desconsuelen vuestros fracasos. 
Que no os desanime ninguna incomprensión. 
¿Acaso vuestro amigo y maestro recibió en este mundo amor y consuelo? 
Yo vine al hombre amándole, y el hombre no me conoció y me llevó en ignominia a una cruz cruenta. 
Vosotros no seréis menos que Yo. 
 
Venid a Mí, que Yo soy vuestro Dios y en Mí encontraréis al hermano que no os defraudará. 
Yo quiero ser amigo del hombre. 
Que mi amistad sea por siempre. 
Me gusta escuchar al hombre, y que el hombre me busque y sienta que soy un Dios humano y divino. 
 
Tú, sacerdote, alianza entre Dios y el hombre, tú no te apartes de Mí. 
Yo soy tu eterna gloria. 
Aquí, ante ti, están mis manos amigas y mi amante corazón que en este mensaje os quiere decir un poquito de mi dolor y de mi esperanza en vosotros. 
 
Mostrad ante el mundo que existo y que vivo amando al hombre, y decid al hombre que mi perdón y misericordia son para él, que soy un padre amoroso, que vengan a Mí, que en Mí encontrarán lo que sus corazones desean. 
 
Este mensaje, salido de mi corazón, es la recompensa por haber puesto atención a mis súplicas. 
Yo sabré recompensaros en todo. 
Proclamad a mis hermanos que Yo soy su Dios y que el hombre sin Mí morirá eternamente. 
 
Sacerdotes amigos: si el hombre no me ama es por vuestra falta de fe y por vuestra falta de amor, porque vuestras almas están vacías, sin Dios. 
¡Son tan pocos lo que, fieles, siguen de cerca al Hijo de Dios! 
 
Grítales: ¡Que sean santos! 
 
Este gemido sale de mi corazón amante. 
 
Os amo. 
¿Por qué vosotros no me amáis? 
¿En qué os he defraudado? 
¿Acaso no vine por vosotros? 
¡Sed santos por amor a mi Padre! 
 
¡Que ya cese la infiltración del mundo en vuestros corazones! 
Buscad mi Reino, siendo pobres. 
La pobreza ennoblece y os alcanzará toda victoria. 
Despojaos de todo lo que sea baladí y superfluo. 
Más amor auténtico. 
 
Que la sabiduría no os aparte de Mí. 
Que vuestro agradecimiento por los dones recibidos sea constante. 
Que la soberbia sea apartada de vuestros corazones. 
Que la concupiscencia sea vencida por amor. 
 
Buscad mi amor. 
Necesitáis celo de amor. Yo soy el que os lo dice. 
No desconfiéis de Mí. 
Por vuestros frutos me reconocerán todas las almas. 
 
Os dejo sentir estos lamentos que salen de mi corazón dolido por la ingratitud de mis hermanos y amigos. 
Amadme y glorificadme. 
 
Soy un Dios ultrajado en mis altares. 
Vosotros reparad mi dolor. 
Hay manos manchadas que son sacrílegas y elevan al Hijo de Dios. 
Clamad al Padre para su perdón. 
 
Hay corazones llenos de odio hacia Mí, y son los elegidos de mi Padre para ser colaboradores de la salvación del hombre. 
Suplicad por ellas, para que sean perdonados. 
 
El mundo necesita renovación. 
Empezad con vuestras propias vidas. 
Yo soy vuestro Dios que os ama. 
 
Sacerdotes que estáis manchados del alma por el pecado, venid a Mí. 
Yo soy el inmaculado. 
Yo os doy mi perdón. 
 
Almas tibias, encendeos de amor. 
Almas inseguras, aumentad vuestra fe, 
Almas que estáis atormentadas, acudid a mi corazón y Yo seré vuestra salvación. 
Almas irreverentes, pensad en Mí que me doy a vosotras por amor. 
Yo soy un Dios vivo, un Dios divino y un Dios humano, que me doy en alimento de vuestras almas, para que viváis eternamente en Mí.  
 
Transmíteles con fervor y amor mi súplica envuelta en amor. 
Y, a la vez, después de dirigirme a ellos como limosnero de amor, quiero depositar en ellos todo el fuego ardiente de mi amante y misericordioso corazón. 
 
 
22 de mayo de 1982. 

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