Alianza y Purgatorio 3

No ven íntegramente el ser de Dios, pero sí contemplan esporádicamente la visión de su Dios; aunque no como la contemplan aquellas almas que están ya glorificadas. 
 
Las almas, al estar en aquel lugar de salvación, creen en Dios y esperan convivir en comunión con Dios. 
El que ama espera, y el que espera tiene fe en lo que espera y esperanza en la espera de lo que ya espera. 
 
Cuando vosotros contempláis el sol decís ese es el sol; no porque lo veáis cerca; aunque sea lejos, lo contempláis y sabéis por conocimiento que ése es el astro sol. Si contempláis el sol, velada su hermosura por algún fenómeno que oscurece su belleza, no por eso deja de ser el sol; sigue llamándose sol. Por lo tanto, aunque velado el astro sol, vosotros lo reconocéis y sabéis que ése es el sol. 
Así las almas que purgan sus pecados: contemplan al verdadero Sol de vida que soy Yo, no igual que los ángeles y santos; pero ellas saben que es el Sol eterno. 
 
El alma en el purgatorio ama a Dios al igual que si estuviera ya en el cielo. 
Me aman con capacidad absoluta, y es un sufrimiento el no ver al Dios, sol de amor. 
 
El alma, aunque está en proceso de purificación, ama en toda su totalidad y con toda su capacidad a su Dios. 
Cuando Dios le toma cuenta de sus obras, lo principal que cuenta en mi presencia es si esas obras fueron hechas por amor al Amor. 
Ya el alma no puede superarse en el amor. 
Tal cual está al salir de su cuerpo, quedará por siempre y para siempre. 
Su espíritu anhela el encuentro total con el Amado, y ahí las almas glorifican al Señor. 
 
El alma cuando muere queda extasiada en el Amor, pues Yo soy el amor. 
 
Cuando el alma tiene vida debe acrecentar su amor hacia Mí. 
 
La recompensa que recibe el alma es el amor de su Dios. 
Las almas que están en el purgatorio se saben amadas de Dios. 
 
El Señor espera con gozo que el alma venga o suba hacia su Dios. 
Pero su Dios espera que, así como cuando vivía le dio libertad de acción, así ahora pasivamente el alma amando espera ser rescatada por su Dios de aquel breve destierro. 
 
Pero las almas no sufren sin paz, pues ya tienen como una semblanza del gozo de los bienaventurados. 
 
—Por eso creced en amor, pues en el cielo lo que cuenta es el amor. 
Y vosotros, si amáis, seréis eternamente glorificados. 
Entre más el alma vaya vaciándose de sus imperfecciones más va anhelando amar, amar y sólo amar a su Dios. 
Y como decía Teresa: ‘Vivo sin vivir en mí’, pues ya su vivir era el deseo de amarme y sólo amarme. 
‘Vivo, mas no yo, sino que es Dios quien vive en mí’. Pablo se refería a ese incendio de amor por el deseo de su Dios. 
 
El alma, aunque no lo comprenda, va extendiendo su espíritu en amar y sólo amar a su Dios. 
Y eso es morir en el amor para vivir de amor con el Amor. 
 
No os vayáis a confundir en cuanto a amarme. 
Si me amáis seréis almas deseosas de más amor, hasta enloqueceros de amor por el Amor. 
Locura en el amor es cambiar por amor al Amor. 
 
Allá en el cielo, como su existir estará identificado plenamente con el amor el alma con amor se quedará extática de amor ante el Amor. 
-Surgió en mí el deseo de saber cómo aumentar el amor hacia el Amor y el Señor me indicó-: 
 
Diles que si un suspiro tenéis, y lo exhaláis llenos de amor, ese suspiro quedará en el ser de Dios para el encuentro de vuestra alma con el Amor. 
No desperdiciéis nada de lo que hacéis: 
 
Si miráis, que sea por amor. 
Si habláis, que sea por amor. 
Si oráis, que sea por amor. 
Si decís algo al hermano con amor, ahí estáis haciendo méritos en el amor y estáis creciendo de amor por el Amor. 
 
Que vuestra vida sea un suspiro perpetuo de amor por Aquel que es amor perenne para el hombre. 
 
Diles que Yo soy claridad. 
Por lo tanto no sólo os quise hablar sobre el amor, sino que también quise complementar diciéndoos cómo crecéis en el amor, para que lleguéis al Amor, envueltos en fuego de amor. 
Por eso Dios os recibirá con santo amor. 
 
Cuando el alma inicia por amor el camino de la perfección, te indicaré en simbolismo para que comprendas, lo que en ella pasa. 
El alma es como un globo que, cuando está en estado de imperfección, no deja de existir, pero es poca la fuerza que tiene para emprender el vuelo. 
A medida que, después de su encuentro con el Amado, va abriéndose a la gracia, y reconfortada con los sacramentos va teniendo más capacidad, se engrandece y luce en todo su esplendor, y ya llena de amor y progresando en desatarse de sus imperfecciones, inicia el vuelo hacia el Amado. 
Y a medida que se unifica en Dios toma mayor hermosura. 
Y sujetándola ya su Dios para sí, se llena del deseo de sólo Dios y vuela sin que nadie pueda evitar su vuelo. 
Y al llegar a la presencia del Amado, en aquel día en que rendirá solemnemente cuentas de los dones a ella dados y de los frutos que debió multiplicar, ese día el Amado reunirá todas las obras vivas que por el amor a su Dios hicieron posible el vuelo hacia el Amor. 
Y todo lo bueno hecho por amor al Amor hará que el alma se ensanche y crezca en toda su capacidad intelectual y moral. 
Y algunas cosas que para ella ya estaban olvidadas ante ella resurgirán y su alma será un fuego de amor y de luz, porque el ama sentirá en toda su plenitud el amor de su Dios. 
Y aquellas obras vivas serán como la leña almacenada para que en ese día sea encendida y deje de tal forma al alma como ella lo deseó. 
Al ver la presencia real del ser de Dios, toda obra vuestra, hecha por Dios, será como centellas de amor que acrecentarán en ese instante todo vuestro amor.  
 
 
16 de noviembre de 1982. 

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