(“Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará.” -Fátima-)
María, la Inmaculada, la que ha sido difamada en su concepción inmaculada, será la embajadora de la Trinidad.
Será a través de María cómo se reconocerá el Reino de Dios.
Rusia, Rusia, que haces sangrar el corazón de tu Dios…
Tu renovación será cuando contemplen en lo alto de tu cielo a la Inmaculada Concepción.
Todos los ojos contemplarán a la Madre del Amor; y es entonces cuando se recorrerá el velo que el sistema comunista ha puesto en las almas; es entonces cuando será la Madre, la Misionera del Amor, la que atraerá la mirada del incrédulo, el cual, ante tan divina contemplación, se vivificará en la Trinidad de Amor.
Rusia, que eres látigo de dolor, tu Dios te ama con verdad.
Vuelva tus ojos al Señor, pues necesaria es tu conversión.
Tú, la altiva, serás aplastada ante la hermosura de una Virgen Santa que se dio al Amor y que fue un pesebre vivo donde reposó el Amor.
Ella es salvación.
Ella es del Amor.
Ella será la que aplaste al soberbio que destruye la verdad de Dios.
María, la llena de gracia, se manifestará al mundo con su corazón abierto, de donde se irradiará la omnipotencia del Dios verdadero.
Por eso, hijos míos, preparad vuestros hijos. No sabéis si en un futuro tendrán que derramar su sangre para que la verdad florezca.
28 de junio de 1985
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