Señor de los mares, Tú, que eres Rey Sempiterno, ven en nuestro auxilio.
Señor y creador, envía tu mirada sobre esta tierra, que es tuya.
Señor, envíanos los vientos para quitar el calor.
Somete a todo lo creado a que te alabe a Ti, Señor.
Yo sé, Trinidad de amor, que con solo tu mirar se aplaca toda tempestad.
El mar turbulento se aquieta a tu voz y la tierra estéril se convierte en fértil, cuando pones en ella tu aliento, ¡oh Señor!
Señor, que se cumpla tu deseo de que todo es para el ser humano.
Míranos, Señor omnipotente, suplicando tu auxilio en esta nuestra necesidad.
Danos el consuelo de que, por tu bondad, esta tierra vuelva a su estabilidad normal, y envía sobre nosotros el agua necesaria, para que podamos con paz darte gloria ahora y siempre, ¡oh Augusta Trinidad!
Santo, santo, santo eres, infinito Dios.
Los montes te aclaman.
El mar te da loor, y todo lo creado te da honor a ti, Señor.
17 de mayo de 1983.
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