Madre del Amor

Estoy contento, hija mía, de la decisión que habéis tomado, ya que tú eres hija de predilección, mi amada y mi elegida. 
No confíes en ti, pon toda tu confianza en Mí. 
Abandónate a mi voluntad. 
Es deseo mío que me desagraviéis cada viernes. No lo olvides. 
También deseo que cada sábado se honre con amor, de un modo muy especial, a mi Madre, ya que ella fue la mujer que abrió todo su corazón para amar y servir a su Dios. 
Su corazón es como arca abierta, lleno de amor y fidelidad, destinado para colaborar en el misterio de la redención. 
Entregad todo vuestro amor a la que es Madre abnegada, Madre del Amor, Madre corredentora, Madre llena de dolor, Madre gozosa, Madre llena de esperanza, Madre de Dios y Madre del género humano. 
Ella es estrella de David, como vosotros le decís. 
Amadla y siempre imitadle. 
Ella escuchará vuestras súplicas y enjugará vuestras lágrimas. 
Ella pondrá su mano amorosa a quien la aclame.  
Ella es la amada de la Trinidad. 
 
Buscad su amor. 
Dadle la honra que merece. 
Mirad que su entrega hizo que se engendrara en su purísimo vientre virginal el Hijo de Dios altísimo. 
Ella es, pues, la salvación del género humano, porque ¿qué hijo puede negar algo a la Madre que ama con infinito amor? 
 
Imitad, pues, a la mujer pobre, humilde, sencilla, pura, sacrificada y amante. 
Ella os ama en Dios. 
Vosotros amadla, para que os guíe al eterno y único Dios. 
 
Yo soy el Hijo de Dios Padre y de María el que os lo dice: el que clame a María obtendrá lo que desea y será salvo. 
Entendedlo: María y Dios son palabras que se unen en una sola: amor. 
 
 
23 de Septiembre de 1981.  

Comparte esta publicación:

Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

Copyright © Todos los Derechos Reservados.
Se puede compartir e imprimir para fines apostólicos.
El material en esta página web irá aumentando.