Renovación y Oblación

(Ante el rechazo y oposición sacerdotales.) 
 
Por eso os pido renovación y oblación por mis almas sacerdotales; y por eso sufre enormemente este corazón. 
No desmayéis, que en vosotros me refugio y a vosotros voy cuando el hombre me desprecia. 
No digáis no a vuestro Dios, cuando el Hijo de Dios murió por vuestro amor. 
No me digáis no, os lo suplico. 
No miréis lo pasado. 
Vivid lo venidero. 
Haced oración y penitencia. 
Llevad vida monacal, viviendo en el mundo. 
 
Que no os señales por borrachines y deseosos de mundo. 
Que florezca en vosotros toda virtud. 
Dadme amor y loor, que en vosotros, mis amigos, he puesto mi confianza; y a vosotros, que deseáis escucharme, os hablo de mi mucho dolor. 
Os amo, hijito de predilección. 
Dadme amor con vuestro dolor. 
Dadme amor. 
Os habla el Amor. 
 
Si os pidiera renovación litúrgica o cambio en el Orden sacerdotal, de modo que os sintierais complacidos, veríais cuántos os seguirían. 
Pero como mi súplica es de oblación y penitencia, por eso no os escuchan y os desprecian. 
¡Pobre mundo! Sin Mí ¿a dónde vais, si os he querido llenar de calor y os vais al frío en lugar de venir a Mí? –Ahí moriréis. 
Vosotros encendeos de amor y dadme ese vuestro amor. 
 
Soy el Hijo del Dios altísimo. 
Os amo en mi Padre y en su santo Espíritu, y os doy a mi Madre, para que acudáis a Ella. 
Ella es la salvaguardia de mi Alianza, pues sois esperanza del Dios Trino y Uno. 
 
Os amo. 
Os amo. 
 
No temáis, hijitos, pues Yo soy la Madre de Dios. 
Yo os protegeré y os daré fuerza en la lucha. 
El cielo está lleno de mártires por amor. 
Vosotros seguid al Dios amor y haced oración y penitencia por los pecados de infidelidad, por las faltas de amor, y por la ingratitud de aquellos que hieren el corazón de mi Hijo. 
Yo soy la siempre Virgen Madre de vuestro Dios. 
Os bendigo y os doy mi amor, que es salvación. 
 
Es mi deseo que todos agrupados, pues el amor vence barreras que parecen indestructibles, que todos vosotros, como Alianza, hagáis horas de desagravio, para que vuestros enemigos sean convencidos y perdonados; y para que vosotros os arméis de valor; y, unidos en oración, perseveréis en el amor fiel ante el obstáculo, y no desmayéis; pues cuando el alma sangre con amor, almas incontables se salvarán. 
 
*Enemigo es aquel que, aún sin saber, desea destruir mi Obra. 
Y en vosotros enemigo es también aquel que os desprecia. 
 
Os digo que mi Obra es Obra de vuestro Dios, y que hay una comisión destinada a destruirla: la autoridad representativa del Reino de Dios, que no desean buscar en mis mensajes verdad, sino que tienen tinieblas y se envuelven en su verdad. 
 
Son cuatro los acérrimos que buscan la destrucción. 
 
 
8 de octubre de 1982. 

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