Yo soy el Padre que está en ti.
Tenía deseos de que me escucharas.
No temas. Todo saldrá bien.
El Obispo le escuchará, y cuando Yo lo decida le ayudará, porque la Obra es mía y su vida me pertenece a Mí; sus cualidades son don mío. Su gran solicitud será altamente recompensada.
El cimiento está puesto en tu corazón; lo puse Yo mismo, al igual que en el de él.
Si vosotros vivís en Mí, Yo seré reconocido en el mundo.
La paz es el comienzo de la Obra.
Vosotros sois mis obreros. No desmayéis.
El Paráclito será quien os aliente.
Poned vuestras manos en obra.
Saludad al mundo en nombre del Dios santo y omnipotente.
Vivid con el deseo de santidad.
Sed como el ave que busca el alimento para subsistir.
Yo soy el alimento del alma, el cual será el que le dé vida.
Yo soy el reflejo del Padre.
Sed santos.
Anunciad al mundo corruptor que hay un Dios que es luz, fuerza, esperanza, santidad.
Yo soy el agua que purifica al alma.
Sed como los enamorados que siempre se buscan entre sí.
Vivid de amor en Mí.
Yo soy la luz y la paz.
Amaos en Mí y vivid sólo para Mí.
9 de febrero de 1982.
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