Comenzamos nuestra reunión con el Himno Trinitario, seguido de la lectura del NT. Nos salió Lc 8,11-15: explicación de la parábola del sembrador. Comentando la obra destructora del Diablo, leímos lo dicho por el Señor el 2 de agosto sobre el demonio. Dios es misericordia infinita. El pecador se condena porque rechaza la voluntad y obras salvíficas de Dios.
Comentamos el caso de Judas que, no obstante el convivir con la fuerza salvífica, se condenó. El demonio entró en él; venta, desesperación y suicidio. Se preguntó cómo habríamos sido redimidos si Judas no le hubiera traicionado…
Se explicó la libertad de Judas, no su predeterminación, al pecado y condenación.
Di a mis hijos: que Yo, vuestro Dios, no tenía predeterminado al hijo de la perdición.
El demonio asediaba a cada uno de mis discípulos.
Yo los enseñaba y los guiaba con la verdad al Padre.
Pero el débil en la entrega, aquel que no se entregó en verdad a la Verdad consintió en aquella tentación que lo llevó a la eterna condenación.
Yo soy el amor.
No soy condenación.
Yo a todos los amo con predilección; pero la correspondencia al Amor es diferente en cada ser.
Unos me aman sin ser auténticos en el amor.
Me aman por temor a la condenación.
Pero la verdad en el amor es la entrega completa.
Yo me entrego totalmente, sin reservas, al alma que se entregue a Mí en verdad, en su totalidad, sin ninguna reserva en el yo personal.
Me entrego al alma despojada en su totalidad para amar al Dios amor, al Dios verdad, al Dios santidad, al Dios omnipotencia.
(¿No hay en Dios preferencias y rechazos?)
Yo te digo a ti que en mi ser no hay diferencias de amor.
A todos amo y es mi deseo que todos gocen de la verdad de Dios, y que todos mis hijos vengan a Mí.
Yo soy salvación, no condenación.
A todos os doy el ósculo de amor y me entrego a vosotros con amor.
Yo soy el amor.
Yo soy la verdad.
Empobreceos para que seáis ricos en la gloria de mi Padre.
Por eso os suplico pobreza, pobreza, amor, soledad para el amor.
No descuidéis vuestra oración, ya que estéis solos o juntos.
Orad, cantad y alabad a vuestro Dios.
Cuando comáis, dad gloria a Dios.
Cuando descanséis, dad gloria a Dios.
En todo momento, dad gloria a vuestro Dios.
Yo, el Amor, necesito amor; necesito almas despojadas por amor; almas silenciosas donde Yo, el amor, les hablaré del amor; almas generosas que vivan en santidad; almas que busquen la verdad; almas que amen en verdad al hermano.
¡Almas! Yo os invito al Amor, pues Yo soy el amor.
(Tras un breve comentario sobre amar a Dios por temor (atrición) y amarle por verdadero amor).
Di a mi hijo que las almas tibias son aquellas que no se entregan totalmente, que no se despojan de sus caprichos, que dicen ‘amo a mi Dios’, pero la verdad es que buscan su propio bien, mas no mi bien; que se entregan con reservas, no en su totalidad.
El alma entregada en plenitud es aquella que se entrega al Amor por amor, que no piensa en su vivir, sino en mi vivir.
(¿Poca entrega y tibieza es lo mismo?)
Tibieza y poca entrega es lo mismo que no entregarse en totalidad.
Hay almas sacerdotales que conocen mi verdad teológicamente, pero que no viven en verdad de mi verdad, porque no aman con autenticidad la verdad.
Hay sabios sin Mí, y pobres (ignorantes) ante el mundo que están en Mí.
Hay almas –como ya os he dicho- ricas, que poseyendo todo, son pobres por Mí.
Y hay otras que, siendo pobres, viven lejos de Mí.
Por eso, almas de predilección, sed pobres por Mí; sed generosos en Mí.
Vivid despojados de vuestro yo personal, para que en vuestras almas sólo viva el Amor.
Pues Yo soy el Dios del amor: el Dios creador, el Dios del perdón, el Dios santificador. El Dios, Trinidad de amor.
El alma que crea estar en la verdad, sin dejar todo en verdad por la Verdad, está engañada en verdad.
El Espíritu de Dios habla al hombre, no como el hombre desea, sino como Dios quiere manifestarse al hombre.
¡Ay de aquellos necios de corazón!
¡Ay de aquellos soberbios de corazón!
Yo os enseñé el camino de la verdad, que es en pobreza, en sencillez, en humildad.
Sed, pues, como niños en brazos de vuestro Dios.
Por eso os suplico que seáis humildes, no soberbios; porque ante el soberbio se oculta la verdad de Dios.
Di a mis Sacerdotes:
Que los quiero santos en Mí.
Que sean humildes en Mí.
Que sean pobres en Mí, entregados por Mí, generosos para la gloria de Dios y amantes de la verdad.
Yo os amo a vosotros, hijos del Padre.
Amad a vuestro Dios.
Que ya cese la injusticia.
Que ya el hombre se ame en verdad.
El humilde será hijo de predilección.
Bajad vuestra cerviz los que sois sabios sin Mí.
Escuchad al Amor que os suplica amor y santidad.
Yo os amo y os abro mi corazón maternal.
Os repito: os amo, hijos de mi amor.
Di a mi amigo:
Que hable a mis sacerdotes de mayor amor, de mayor pobreza, de mayor entrega.
Que ellos deben de ser ejemplo vivo de perfección y santidad.
Que vivan llenos del celo de Dios.
Que busquen en verdad al Amor.
Que cesen en sus corazones el egoísmo y la disipación.
Que Yo, el amor, necesito almas en actitud de oblación.
Yo sufro por el desamor de mis elegidos.
Y gozo ante aquellos que, viviendo en el mundo, no son del mundo, porque se apartan del mundo, por amor al Amor.
Hay muchos que se excusan y viven como los del mundo, diciendo a los del mundo que se vive en un siglo modernista e intelectual.
Pero la santidad nunca se modifica.
Los principios son básicos.
La santidad auténtica está en el amor y en la renuncia por amor de todo aquello que hacen los del mundo.
Por eso a vosotros, amigos de esta mi Alianza, os suplico: que vuestras obras no sean como las obras de los del mundo.
Vivid en pobreza: dando amor, y cambiando vuestras vidas por amor al Amor.
En este encuentro de amor Yo, el Amor, en estas palabras de amor, te entrego todo mi amor.
Sé santo, santo por amor.
Que Yo, el amor, sufro por el desamor.
Te habla el Amor.
Venid a Mí, hijos del amor.
Yo os doy mi amor.
Cambiad, pues, por amor, para que el Amor sea reconocido y bendecido.
A ti, pues, me dirijo en mi deseo que des a mis predilectos este mensaje de salvación y de amor.
Porque aquel que viva sin Mí, será confundido en el día de la verdad.
Por eso me abro ante vosotros y os digo con amor que viváis según el Amor.
Yo os amo.
Dadme amor.
Necesito amor.
Hablad del Amor.
(Referencia a la era de la comunicación)
Esta es, según el hombre, la era de la comunicación.
Y Yo, el amor, deseo comunicarme con vosotros, manifestarme ante vosotros, hablar con vosotros y enseñaros a vosotros.
Yo estoy aquí con vosotros.
Necesito ser amigo del hombre.
El hombre, aturdido por las cosas del mundo, no escucha mi voz, ni practica fielmente mis enseñanzas.
Por eso es mi deseo que se reúnan mis amigos, Aliados al Amor, para que vivan de mi amor y den amor por amor a sus hermanos.
Son pocos los que viven en verdad el camino de la perfección.
Están engañados.
Pero a un Dios omnipotente no podrán engañar.
Dejad todo por amor y seréis del Amor.
Vivid en oración y conoceréis la contemplación.
Yo deseo ser amado y reconocido.
Y seré amado y seré reconocido, si vosotros, Aliados de Dios, cambiáis; porque el mundo os verá y pensará: “¿por quién cambian esos hombres?
¡Existes, pues, Dios! (dirán). Pues aman en verdad, son pobres en verdad, buscan en verdad la santidad, oran en verdad.
Por eso, hijos míos, cambiad, cambiad. Amad al Amor.
Yo soy el Paráclito, deseo de la perfección del hombre.
Escuchad mi voz y atended a mis súplicas:
-sed almas abiertas al Amor,
-almas despojadas por amor,
-almas amantes y deseosas del Amor.
Es mi deseo que todos mis Aliados desagraviéis a mi corazón por el desamor especialmente de aquellos a quienes Yo, el amor, invité al Amor, y despreciaron mi amor.
Y que mis Aliados seáis almas donde Yo, el Amor, me manifieste con amor; pues Yo, el Amor, soy ultrajado y despreciado.
Vosotros debéis de darme mayor amor, por aquellos que me odian y desprecian.
Pero solicito de vosotros cambio por amor.
Porque no os engañéis: hablar del amor es fácil, pero manifestarlo con vuestras obras es lo esencial.
Por eso os pido que cambiéis, que seáis obras, para que después iniciéis ese transformar a vuestros hermanos.
Ya os he dicho: es apostolado para los de mi Alianza hablar de mi amor.
Por eso, hijos del amor, no descuidéis ser santos.
Vivid la santidad.
Si veis al hermano que sufre, dadle amor; id todos a darle amor.
Si uno sufre desolación, habladle que hay un Dios que le ama en verdad.
Pero vosotros cambiad en verdad.
Sacerdotes: sed santos, sed manifestación viva de la verdad.
Casados: vivid en amor por amor, siendo fieles en el Amor, santos por amor.
Padres: sed santos por amor, siendo también vosotros ejemplos vivos de mi vivir.
Jóvenes y niños, hijos de mi amor: manifestad ante el mundo que el verdadero amor consiste en ser puros por amor.
Vosotros solteros, hijos del amor: vivid unidos al Amor.
Todos debéis de ser miembros activos y vivos del Amor.
Hablad al mundo del Amor.
Predicad el Amor.
Vivid, vivid de amor y para el Amor.
Escuchad, llenos de amor, las súplicas de amor de un Dios que sufre el desamor.
Os encomiendo a aquellas almas pobres, olvidadas, que sufren persecución, que viven en soledad, pero no en la soledad de Dios: mis almas atormentadas y desoladas.
Haced penitencia, para que a ellas venga la paz.
Sed vosotros oblación perenne al Amor.
Os habla el Amor.
Yo os amo y deseo hablar al hombre, y que el hombre escuche mis deseos y viva de mis deseos.
No debéis temer cuando el Dador de la vida y del amor está con vosotros.
Seréis despreciados, seréis difamados; pero Yo, el amor, seré vuestra verdad, y me entregaré con amor a aquellos que sufran con amor por mi verdad.
Debéis de vivir la pobreza interior y exterior.
Os pido nuevamente que viváis en mi amor.
Apartaos del mundo, viviendo de Mí en el mundo, orando y suplicando, siendo almas de profunda oración, siendo almas penitentes, siendo almas sacrificadas por amor, siendo almas que me den amor y consolación.
Amad, pues, al Amor.
Amad al Amor.
Amad al Amor.
Vivid de mi amor para que podáis dar verdadero amor.
Es mi deseo que cantéis al Amor: “Te damos gracias por todo tu amor”: Te Deum laudamus.
Yo soy vuestra Iglesia y en toda solemnidad de entrega al Amor, mi Iglesia viviente le canta al Amor el Te Deum de gracias al Amor.
Es el deseo de vuestro Dios que todos mis Aliados, consagrados al Amor, se unan a vuestros hermanos y hagan actos constantes de amor, como preparación a esta solemne entrega por amor a la Trinidad beatífica que solicita amor.
Y en ese día solemne Yo, el amor, me entregaré solemnemente por amor a aquellos que en el amor me darán todo su amor, para vivir íntimamente en el Amor, y ser Aliados del Amor para decir ante el mundo: ¡VIVA EL AMOR!
Que días antes de vuestra completa entrega, para dar gloria y amor al Amor, hagan todos mis Aliados actos de amor por el desamor del hombre; y como señal de hermandad supliquen por aquellos hermanos vuestros para que perseveren en el Amor y sean alabanza eterna de mi Amor.
Supliquen, pues, al Padre, para que Él los proteja de cualquier ocasión de deserción al Amor.
Porque todos unidos por amor venceréis al desamor.
Deberéis ser llamas ardientes de amor por amor.
Y el día de la entrega al Amor, en presencia del Amor, entregaos fielmente al Amor por amor.
Es también mi deseo que ante todo renunciéis a todo lo del mundo.
Viviendo en el mundo y revestidos de penitencia hablad al mundo del amor penitente.
Y no descuidéis que al vestiros debéis de darme honor y gloria, recordando vuestro deseo de vivir de amor por el Amor, renunciando cada día a toda pompa de este mundo, siendo pobres, para ser alabanza de mi gloria.
La oblación solemne es el Sacrificio, donde el Espíritu habla al hombre en mi Palabra, el Padre entrega al hombre a su Hijo, y mi Hijo es alimento consustancial al ser del hombre.
Vivid alimentados del alimento que proviene de Mí; pues Yo soy el Dios alimento esencial para que el hombre viva.
Yo soy vuestra esencia y presencia.
Deseo de vosotros compañía y amistad.
Amor a Dios amor.
(¿Serán muchos los niños y jóvenes que son condenados por Dios?)
Yo no condeno, no seáis necios en afirmar eso que es blasfemia contra el amor de un Dios, eterna misericordia.
Yo no condeno.
Yo amo y me entrego al hombre por amor.
Es el hombre el que negando mi amor, negando mi existencia, pisoteando mi voluntad, él solo se condena.
Y él solo, porque tiene libertad de elección, decide su amistad con Dios, o su deseo de prescindir de mi amor.
12 de agosto de 1982.
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