Actitud Evangélica

No quiero que haya murmuraciones, ni críticas, ni malos pensamientos. 
No palabras superfluas o inútiles, sino oración, porque vais a pedir autorización para la Obra de Dios. 
 
Preparaos con vuestro testimonio, en alegría en Mí, en paz y amor, en humildad y fe, y deseando daros a las almas en caridad. 
 
Es mi voluntad que vayáis pensando en lo indispensables que sois para mi Iglesia, y en el modo de vuestra entrega, y en el infinito amor que os tengo. 
No penséis en vosotras mismas, ni en vuestros sufrimientos. 
Pensad y complaced a vuestro Dios, que os ha escogido, y dadle gloria con vuestra entrega en fe, en esperanza, y en caridad. 
No palabras disolutas. 
Austeridad en vuestro mirar. 
Sonreíd para Mí y para vuestros hermanos. 
Recordad mi Evangelio. 
Que no se noten al exterior vuestros sufrimientos. 
 
Sonreíd ante la adversidad. 
Despojaos de todas vuestras propias complacencias. 
Recordad mi evangelio: “El Hijo del Hombre fue despreciado y humillado; no tenía ni un hogar, ni una habitación propia; vivía de caridad y era sostenido por el amor y comprensión de los suyos”. 
Sed cada cual servidora de las demás. 
Vivid de amor para vuestros hermanos, mis pobres afligidos, dolientes, despreciados. 
Ved en cada pobre el rostro de vuestro Dios. 
No despreciéis a los menesterosos: amadlos en Mí. 
No os limpiéis la mano cuando os salude uno de ellos. 
Pensad en Mí que viví con ellos y para ellos. 
Más os valiera despreciar vuestra maldad para transformaros en almas perfectas para vuestro Dios. 
Lo exterior no es lo interior. Muchos de ellos valen más que vosotros ante Dios. 
 
Al pensar en vosotros, hacedlo para quitar lo que desagrade a Dios. 
Pensad en complacer a los demás por amor. 
No os quiero con minuciosidades; os quiero limpias por dentro. 
No os quiero con opulencia; os quiero sencillas y humildes, como fieles servidoras del Maestro. 
Que se refleje en vosotros el amor, la entrega y el deseo de agradarme en pobreza, en pureza, en humildad, en paz, en ternura. 
Poned la otra mejilla cuando os injurien por mi nombre. 
Muchos en mi Iglesia conocen la verdad, la leen y vuelven a leer, pero no la practican, y creen que no es de actualidad; pero se engañan. 
 
Si mi Iglesia fuera como Yo la deseo, cuánta gloria darían al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que les proveen de todo y aman a todos. 
 
¡Cuántas discusiones hay por querer comprender mi doctrina, que es tan sencilla y tan fácil de practicar! 
¡Cuántos volúmenes inútiles, cuando con dos hojas se alcanza la salvación! Mt 10 y 11. Meditad estas dos hojas y practicadlas. 
 
El Demonio querrá destruir esta Comunidad, porque el fin de esta Comunidad es precisamente destruirlo a él. 
 
Teresa fue un alma atacada por el Demonio. Ella lo vencía con fe, oración y penitencia. 
 
Recordad que en mis conventos y seminarios es donde habita solapadamente el Demonio. 
 
Yo me revisto de pobre y no me escuchan ni me socorren. Por eso quiero que en esta mi Comunidad se practique la suma pobreza y el servir por amor a los demás. 
 
También llevad al seguro un manuscrito, exponiéndole los puntos fundamentales de vuestra nueva vida. 
No olvidéis lo indispensable que es para vosotros el auxilio del Espíritu del Padre. 
Pedid el auxilio del Padre y del Hijo y la abogacía de la bienaventurada Madre de Dios y de mi padre putativo, que será vuestro abogado y defensor. Me refiero a José, el descendiente de la tribu de David, aquel hombre noble y sencillo que entregó su vida para mi sostén y cuidado. 
Preparaos con oración y entrega, siendo fieles a mis deseos. 
Que nada os perturbe. Yo estaré con vosotros. 
Sufrid con alegría cualquier desprecio. 
Buscad la tranquilidad en Mí. Yo os sostendré. 
Mirad siempre al cielo cuando estéis tristes por ser humillados y despreciados; allá en lo alto habita el Padre que os ama. 
No vayáis a desalentaros, ni seáis flacos en la tribulación. 
Por eso orad al Padre, para que seáis fuertes ante cualquier obstáculo y dificultad. 
Poned vuestros pies, firmes, en Mí. 
Yo os daré luz y las palabras necesarias. 
Glorificad en todo momento al Padre. 
Cuando sea necesario, ayudad al necesitado para obtener la gloria del Padre. 
Vivid en recogimiento y en soledad. 
Imitad mi obediencia. 
Yo os amo y estaré en cualquier tribulación con vosotros. 
No os preocupéis de qué hablar. 
Pensad en dar gloria a la Trinidad que piensa en vosotros y os ama. 
Gloria y alabanza al Padre, al Hijo y al Espíritu sean dadas en todo momento. 
 
 
                                                .    .     . 
 
 
Al estar leyendo el mensaje de Mateo, cap. 10 y 11 inclusive, dijo el Señor: “Esta será vuestra norma de vida”. 
 
Si dice: “Pero esta norma de vida no es para la actualidad”…  
Muéstrale este evangelio y dile que la doctrina de Jesús siempre es actual. 
 
Si nadie acepta el modo de vida que Yo deseo, se lo manifestaréis a mi Vicario. 
 
Si preguntan: ¿Cómo surgió este deseo? – Porque sabemos que Dios lo quiere y nosotros lo deseamos. 
 
 
27 de febrero de 1981. 
 
¡Cómo arrebatas mi amor! Sois como dos gotas de agua unidas en amor y para el Amor. 
Sed como el agua cantarina de mis campos que sacia, que saciéis la sed de mi amor. 

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