(Expresión de tristeza por no haberse recogido a orar durante el día. Al comenzar a orar se dan fuertes ataques del enemigo, al anochecer…).
Ved el desasosiego que sienten las almas que abandonan a su Dios y lo apartan por la disipación y la falta de oración.
Yo soy el Dios Padre, que habita en ti y te ama.
Sé fiel amante de tu Dios que te ama.
Soy el misericordioso, el Dios que dejó como ley las bienaventuranzas.
Busca el refugio que tienes en soledad, en el interior.
Ahí hablaré a tu corazón.
Lucha contra la maldad que te pueden ocasionar las perturbaciones hechas por el Demonio y sus secuaces contra ti.
Vencerás con la penitencia y oración.
¡Gracias por tu amor!
Yo soy el Dios que fortifica al alma.
Yo soy la luz y la fuerza.
Yo soy el Dios Espíritu Santo que tranquiliza tu ser, si tú me atiendes y me buscas.
Salud y paz.
Los dos unidos llegaréis a Mí y a mi gloria, si vosotros me aceptáis y queréis.
Bienaventurado el que desee poseerme, porque Yo viviré en él y seré su amante fiel y su único aposentador.
Yo soy fiel a mis seguidores.
Yo soy como el remanso que ahuyenta toda la maldad que el enemigo quiere poner en vuestras mentes.
Glorificad al eterno Padre que, con infinita generosidad, envió a su Unigénito para entregarlo en poder de los secuaces del Demonio, que es el usurpador de las almas, que está cautivas en sus garras.
Bienaventurado será aquel que durante su vida perdura en gracia y fidelidad al Dios que mora en gloria desde la eternidad.
¡Oh clamor de un Dios, deseoso de amistad y de amor, y que vive abandonado y despreciado!
Vosotros, amadme y sed mi consolación.
Transformad vuestro entender y abandonaos a Aquel que tanto os ama.
Loor a la Trinidad, que os quiere santos, muy santos.
Recordad que el desasimiento es grato al ser de Dios.
Brillad como antorchas que iluminan la oscuridad que hay en la tierra.
Salid de la penumbra y escapaos de toda perturbación que os puede apartar del Ser supremo y absoluto.
Mirad si en el cielo hay estrellas sin luz. Vosotros sois infinitamente superiores a ellas.
Brillad, pues, para que sea amado Aquel al que vosotros buscáis y tanto debéis, Aquel que os desea y desea que vosotros le améis.
¡Oh bienaventurada pobreza!
Vivid en profunda soledad y caridad.
Reflejad que la Trinidad inhabita en vosotros, y que no sólo inhabita, sino que vosotros la amáis y la deseáis.
Descubrid ante el mundo la verdad con vuestro amor y comportamiento.
Vosotros valdréis ante vuestro Dios según vuestro amor.
No desfiguréis con vuestra actitud a vuestro Dios, que vive y debe vivir en ese misterio que se llama alma, donde Dios está y permanece siempre.
Buscadme siempre y veréis que Yo habito en vosotros, Yo, el Dios de la eternidad.
Glorificadme.
Yo os lo pido, y deseo ser aceptado y amado.
Amadme como Yo amo a mi Padre.
Deseadme con grandeza, como Yo os deseo.
Despreciad el pecado, que es la ofensa de ingratitud que Dios no olvida.
Yo, el infinito, os bendigo y deseo que Yo sea siempre el Sol que habita en vosotros.
Alabanza a Mí.
Bienaventurados los que me amen.
8 de febrero de 1981.
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