Soledad

Por la mañana, como a las 5:30 me desperté y comencé a rezar el “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”. Después de un breve silencio, el Señor me hizo sentir su presencia y me decía: 
 
Eleva siempre tu cuerpo y alma hacia el cielo. Aquí estoy contigo. 
 
Y yo con mis ojos volteaba a ver a todos lados, le dije: “Señor, siento tu presencia, pero ¿dónde estás? – El Señor me contestó: 
 
Estoy dentro de ti, deseándote y amándote. Búscame tú a Mí. 
 
La soledad es un don especial de tu Dios. 
 
Retírate y háblame más. 
 
Busca la soledad y ahí siempre me encontrarás, ahí encontrarás la ciencia de mi amor, ahí me verás, ahí encontrarás la paz. 
 
Vive para Mí. 
Entrégate de una vez. 
Estoy esperando tu respuesta de amor, de entrega completa y de abandono. 
 
El dolor purifica lo que hay que purificar. 
No mires lo de la tierra. 
Pon tus ojos en Aquel que te ama y te busca. 
Consuélame, alábame y dame gloria. 
Yo soy tu Señor. 
Yo soy la paz, el consuelo, el bienestar, la sabiduría, la ciencia, la verdad y la eternidad. 
 
Yo soy el principio, y siempre seré el eterno Dios. 
Yo soy; no temas y no te apartes de Mí. 
Sé más silenciosa y comunícate siempre conmigo. 
Te amo. Ámame. 
 
                                                        
 
6 de mayo de 1981. 

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