Que tu fidelidad para Mí sea perenne. 
Piensa siempre que mi amor es duradero y eterno. 
Yo soy el Dios omnipotente y misericordioso, el Padre que te crio por amor y que se complace en tu entrega y en tu generosa donación de tu vida que me haces a cada instante. 
Tú eres un alma que significas mucho para Mí. 
Yo soy un Dios que en lugar de que el hombre me dé gloria, me olvida y quiere apartarme de su vida. 
Ámame, hija mía, por esas almas. 
Dame todo tu amor desagraviándome. 
 
Yo soy el Hijo que abre su corazón para que penetres en él y te identifiques con él. 
Tú eres hija de predilección. 
Mira que mi corazón sufre por el desprecio del hombre que con amor y entrega vine a redimir. 
Parece como si para ellos no importara la sangre que derramé en la cruz. 
Pide, hija mía, al Padre por mis almas sacerdotales, porque sus pecados son los que más hacen sufrir mi corazón. 
Despójate de tus deseos y abandónate a Mí. 
Yo soy la infinita misericordia. 
Ámame, te lo suplico. 
Estoy deseoso del amor del hombre. 
Mira que mi corazón necesita ser amado y desagraviado. 
Sé atenta a las inspiraciones del Espíritu del Padre que se regocija en ti. 
Escucha su voz. 
 
Yo soy la luz infinita. 
Soy el Dios amor, benigno que está complacido en ti. 
¡Oh esposa amadísima!, sé fiel a mis deseos. 
Sigue el camino de la perfección que te llevará a gozar de aquella mansión de alegría y gloria donde mora la Trinidad altísima. 
Sé fiel a mis preceptos. 
Invócame. 
Yo deseo repartir al hombre mis dones que les llenarán de gozo. 
Yo soy la paz y la alegría y la fortaleza. 
Ámame. 
Interiorízate y háblame. 
La soledad es primordial, porque ahí hablo al hombre. 
Ora y haz penitencia, porque el mundo lo necesita para su salvación. 
Sé alma de absoluto despojo. 
Empobrécete, para que Yo te ensalce. 
Alábame y glorifícame. 
Yo estoy con vosotros. 
La paz y mi amor estén contigo. 
Soy la Trinidad que te ama y piensa en ti quien te lo dice. 
Gloria y honor sólo a Mí, ahora y siempre. 
 
 
20 de Septiembre de 1981.