Mayor Recogimiento

Dile que me hable más durante el día, que me complazco en él y que mi oído está atento a su plegaria.  
Dile que en su recogimiento y oración hallará gran consolación, y que purifique sus sentidos, y que durante el día se una más a Mí en oración. Que ahí encontrará gran deleite, y que su oración es agradable a Mí y que es mi hijo predilecto de mi coraz6n, y que necesito su amor y entrega porque Yo lo haré grande a los ojos de mi Padre.  
Que por la austeridad de los sentidos me encontrará más a Mí, y que su amor será su purificación de tal manera que mi corazón y el de él se unirán de tal forma que será la unión perfecta con mi amor.  
Que tengo sed de él y de su plena entrega; que necesito más unión y más comunicación.  
Que llame a mi corazón, que sólo a él comunique sus deseos y aspiraciones, y que el fruto será abundante y su corazón irradiará dondequiera mi presencia. Que le quiero alma de oración.  
Dile que lo amo y que su oración me complace, que mi corazón desea almas recogidas para Yo hablarles a su corazón.  
 
Que se entregue a Mí en la oración; amor y penitencia.  
Dile que el camino para alcanzar la salvación es estrecho, pero seguro y que mi corazón sufre violencia y que necesito amor para calmarlo. Que se abra a Mí más para entrar en él, y que el Padre lo ama, el Hijo lo ama y el Espíritu Santo lo escucha, y que los Tres lo amamos.  
En el sufrimiento, unido en amor, crecerá y que su entrega no sea por un momento; que la quiero segundo a segundo y que continuamente la renueve.  
Que contemple mi corazón sediento de amor; que mi corazón sufre por falta de amor y que el sufrimiento es la perfecta unión a mi corazón; que esa sequía espiritual pasa, pero que poco a poco llenaré ese vacío con mi amor.  
Que sea sincero conmigo y que pida con humildad. Que se humille ante Mí y Yo lo sublimará.  
Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo esperan su completa entrega.  
Que será un alma transparente y bella, y que su oración llegara hasta el Padre como incienso perfumado, y los Tres nos complacemos en él.  
Quiero entrega y austeridad y renuncia personal, y más oración y mortificación y, sobre todo, (y aquí se me hacía tan dulce cuando me decía…) amor, amor y más amor. Dile que sólo así las almas sentirán mi presencia en él.  
 
 
 
28 de octubre, 1980.  

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