Lo que él intenta es desvirtuar las verdaderas y auténticas obras, venidas del amor de Dios.
Puruarán es manifestación abierta de desasosiego y limitación de gracia actual y habitual.
Limitación, porque toda obra de mi Obra debe de ser eclesial, bajo la jurisdicción, no de un ministro, sino –explico- explícitamente de varios elementos de mi Iglesia, que deben de ser miembros activos en toda obra.
Toda obra que proviene del celo de un alma, pero que no viene directo del ser de Dios traerá como consecuencia la desunión en mi Iglesia y se formarán grupos limitados que no serán mi Iglesia, sino que estarán en contra de la misma.
El alma en Dios, por Dios y para Dios nunca será confundida.
Y el alma que crea en su mente revelaciones y que quiera por su celo no podrá dar testimonio vivo del misterio revelado a mis almas elegidas.
Podrán aconsejar, podrán valorar, podrán vivir en Dios, pero nunca dar doctrina del Misterio sapientísimo del Dios Trinidad de amor, en la persona del Padre, o del Hijo o de mi Santo Espíritu.
Yo soy el Padre, fuente de amor, de amistad, de santidad.
Yo soy la altitud, la latitud, la profundidad, principio y fin.
Amor, sólo amor.
Y de mi amor os vendrá lo que conocéis y tenéis.
¿Quién os podrá revelar lo que vosotros tenéis ya dado?
¿Quién podrá hablar de mi Misterio con tanto celo y verdad? Sólo Dios, pues Yo soy el que soy y me manifiesto como soy y quiero que vosotros seáis alabanza fructífera de amor y de celo vivo y sapientísimo por un Dios que vino con amor a daros amor y a morir por amor, para que viváis en Mí, por Mí y para Mí.
Vosotros, si sois fieles en mis deseos, no sucumbiréis.
Pobreza sea vuestro lema y vuestra defensa.
El que pobre es por Mí, grande será en Mí.
Os ama el Dios único y verdadero, fuente de sabiduría y de amor.
La verdad de Dios nunca sucumbirá.
Pero aquel que diga mentira de mi verdad será confundido.
Toda obra salida de Dios fructificará y crecerá.
Toda obra salida del hombre sucumbirá.
Reinos enteros han sido olvidados, pero el Reino del Padre celestial persistirá hasta el fin de vuestro tiempo pues vuestro tiempo no es mi tiempo, pero mi tiempo es vuestro y vuestro será el Reino de Dios.
En el Apocalipsis de San Juan se os habla de un tiempo de confusión, donde vendrán a vosotros a hablaros del Reino de Dios y también supuestamente en mi nombre, y será tiempo de confusión y desolación.
Pero aquellos hijos del Reino de Dios verán la verdad que proviene de mi Espíritu, pues nunca el justo será confundido.
Quise citaros esta parte de la Revelación porque vosotros acabáis de preguntar sobre esas señales de estigmas, de revelaciones, de prodigios llenos de portento ante el mundo, pero por los cuales el mundo seguirá igual.
A vosotros os pido pobreza, obediencia, castidad y amor.
¿Qué más podéis desear de vuestro Dios?
El amor es lo más grande ante Dios.
No necesitáis fenómenos metapsíquicos.
Vosotros necesitáis sólo amar a la Trinidad que os ama.
El amor no se compra, ni se inventa: se vive y se suplica.
Y el amor llegará a vosotros por el deseo de vuestro corazón, pues Yo soy el amor.
El corazón del hombre está hecho para amar y ser amado; y eso no es de ahora, sino de siempre, pues el amor es don de Dios, y el hombre ni lo inventó, ni lo puede crear; sólo Dios lo puede dar.
El hombre puede, por su evolución científica y por el descubrimiento de todo el poder que Dios dio a su mente, crear por su fuerza fenómenos asombrosos, por su fuerza, teniendo poder de aquel que se ha apoderado de su mente.
Pero el amor ni lo puede crear, ni puede vivir en él, si no es que Dios por amor le hace sentir amor.
Me estoy refiriendo a fenómenos de estigmas, de éxtasis creativos, de fenómenos que pueden confundiros y llenaros de estupor, y por los cuales no se busca a Dios por Dios, sino al hombre, y se queda el alma vacía del Dios amor.
Francisco, siervo de Dios, no revelaba el regalo que su Dios por amor le dio; se ocultaba, pues deseaba sólo ser de Dios y que Dios fuese amado, sin restarle nada de amor.
Los hombres buscan con afán cosas sensibles sin llegar a la médula del amor; y ése soy Yo. Y Yo vivo en ellos, por ellos y para ellos.
Él era humilde y no daba clases de exhibicionismo, sino que vivía sólo en Dios por Dios y para Dios, y a todos les hablaba de Dios y los quería para Dios. Y él desaparecía para que Dios fuese amado y reconocido.
No seáis como niños en cuanto al pensar.
Ved cómo vuestra mente tiene poderes que debéis de darlos al servicio de Dios; pero el hombre, ante el asombro científico de lo descubierto, busca con su fuerza crear fenómenos que pueden confundirlo y llevarlo a la ruina.
Hablo de poderes naturales, pues los sobrenaturales están solamente para aquellos que Dios desea.
Ponles una explicación: se busca un tesoro y, hallado el tesoro, se cree más en el tesoro que en el dador del tesoro.
El hombre puede hacer sangrar su cuerpo; puede también extasiarse, elevarse e iluminarse, pero no puede decir lo que ya os dije.
8 de septiembre de 1982.
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