-Mi alma ha sentido un profundo dolor por mis ingratitudes e infidelidades, sintiéndome tan profundamente acongojada, mas no desesperada. Mis ojos los sentía tan extraños de llorar, sabiéndome amada del Dios majestad y omnipotencia, que mi cuerpo se resintió del dolor del alma.
Es tanto el sentir de ese dolor que mis entrañas parecían desgarrarse.
Volteando mi mirar a Aquel que sé me ama, gemía con lágrimas de profundo dolor y esperanza. “Mi Dios Padre, en esta agonía que padezco, muéstrame tu misericordia y dame ver tu rostro. No me abandones, Amado de mi alma, que sin ti moriré de tristeza y de dolor.”
Le gritaba en el fondo de mi ser: “Espíritu de vida y de amor, ven en mi auxilio, que gimo ante ti.”
Mi alma no escuchaba su voz, pero era una paz la que sentía en mí, que por eso sentía su sentir en mí; me escondía en la profundidad de mi ser para ahogar en mi interior mi agudo dolor, sin oír al Amado deseado.
Hubo unos instantes en que sintiéndome ruin deseé alejarme del camino y sentarme y quedarme en la postura en que agonizaba mi alma. Experimentaba el deseo de adelantar en la perfección, pero mis ataduras son tan fuertes que me parecía imposible salir de mi miseria.
Me parecía que por lo mismo la Obra de Dios no aventajaba y que yo, siendo tan ruin, dañaría a los miembros de la misma. Entre llanto y dolor le dije a mi Amado: “Señor, soy un mísero gusano. Abre el capullo de mi corazón para que lo transformes y se vuelva en amante y generosa mariposa.”
“Te amo.
No me abandones, que te perderías sin Mí.
Tomo en cuenta tu miseria, pero amada mía, ¿no te basta mi amor?”
¡Oh Señor, qué grande es tu misericordia! Tú, hablándole así a esta mísera alma.
“En lo escondido estoy Yo.
Aquí, aquí. Ven a mis brazos.
Dime, amada mía, si mi amor te hacía falta.”
Esto me lo acaba de decir, después de que me mandó que abriera la Biblia. Me salió Introducción a Isaías de Nacar-Colunga, pág. 889 (toda la pág.)
Después de leer unas palabras el Señor me hizo estremecer:
“Tú eres la elegida de Dios, la amada del mismo Dios, la mensajera de la divinidad de Dios, la miseria a la cual Dios la convertirá en un ave hermosísima.
Te amo. Te amo.”
-Señor, ¿dónde estás?
“Aquí, en lo escondido de tu ser.
Ven a mis brazos y no te apartes del calor de mi amor.
No temas, pequeña amada, que en ti desea vivir el que es santo e inmaculado.
Ven. Sosiega tu espíritu y acreciéntalo al calor del Amor.
Yo soy el Dios de inmenso amor.
“Ven a Mí, que un acto de amor profundo es más bello que la aurora, porque tu alma se abrillanta y se agiganta.
No temas. Aquí estoy. Escucha que nuestro es nuestro amor.
Corre a Mí. Corre.”
También me citó 1 Macabeos 11,5:
“Yo soy Yahveh, tu Dios Padre, el que te ama.
No temas.”
Me arrodillé. Parecíame iba a desmayar. Era una experiencia que parecía mi espíritu se desprendía de mi cuerpo.
….. ….. …..
El hábito de penitencia es para que el alma se perfeccione e implica el comienzo de la renuncia al mundo.
Mi corazón está dolido y desgarrado por la falta de respuesta del hombre a mi amor.
Comprenderás por qué os dije: “muchos son los llamados y pocos los que responden al llamado.
La luz del cirio o vela es símbolo de la luz que proviene de vuestro Dios e ilumina por el sendero del amor al hombre.
Yo soy la luz de vida y el que tenga mi luz no sucumbirá ante ninguna tentación u obstáculo.
Yo te digo que espiga que crece en el fango y no desea salir de él, no podrá dar frutos de vida.
Todas las almas son grandes ante mi mirar, pero que un alma dañada, sin deseo de ser curada, es mejor apartarla.
Tu paz y su paz son de verdadera importancia.
Logra esclarecer en mi verdad toda situación que os provoque incertidumbre y desasosiego.
Yo os amo en verdad, dándoos el saludo de mi paz.
Yo envío almas a mi mies, para que sean fértiles, cultivándolas vosotros en verdad.
20 de diciembre de 1982.
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