A los dos amo, pero quiero que tú vivas en profundísima oración, siguiendo la espiritualidad de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, olvidada y poco practicada, aunque sí estudiada; pero a la cual se le pone poco interés para vivirla.
Vívela y hazla realizable en ti.
Asimílala y verás que aún viviendo en el mundo, ya participas de una gloria anticipada.
Aplícate, pues a practicarla.
Ama a Dios en tu vivir.
Vive de Dios dentro de ti, y exterioriza a ese Dios que habita por amor en ti.
Gloria al sempiterno y excelso Dios.
El vivir la mística de Juan de la Cruz es valorar las virtudes teologales, que son esencia de la vida mística y de la transformación en la vida espiritual.
—Yo le pregunté: ¿qué significa ‘espiritual’? Y me contestó:
Es la relación y comunicación del alma con el Ser de Dios.
Quiero y es mi deseo que, al estudiar la bella mística de Juan de la Cruz, tú hagas esquemas o resumen de lo explicado.
Juan de la Cruz, hija mía, veía con tal claridad el misterio de Dios que derramaba su sabiduría como una ráfaga de luz celestial, que hacía que, teniendo su entendimiento y voluntad unidos por su inmenso amor a Dios, escribiera su Cántico Espiritual como el lanzar de una finísima saeta dirigida directamente al Ser de Dios. Y al llegar al Ser de Dios su amor y capacidad aumentaban en el conocimiento del misterio de Dios.
Vivía la esencia de la presencia del Dios Trinidad.
Sus escritos son un misterio para el hombre que desconoce la esencia de mi amor; pero son dulzura, envuelta en poesía y prosa, y son belleza del misterio de Dios.
Su canto es aliciente para el alma que, ansiosa de amor, profundiza en mi amor.
Ahógate, alma mía, en ese canto de un ruiseñor que murió cantando al Amor, y glorificando al ser de Dios.
¡Oh don del misterio del Amor que todo lo puedes!
Si permaneces fiel a mi amor, las tinieblas se harán luz, la apatía se volverá dulzura, la pobreza será riqueza, la obediencia será sublimada, y la bellísima castidad os hará santos en el amor.
4 de Septiembre de 1981.
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