El Soberbio

En el sentir no está la falta de humildad. En el sentir sublimado estará tu gloria. 
 
Soberbio es aquel que siente el deseo de ser y aparecer, y que todo es poco para su grandeza. 
Soberbio es aquel que actúa según su sentir, sin siquiera sentir el sentir de su hermano. 
Soberbio es aquel que ora para obtener, no por amor, aquello que suplica. 
El que se reviste de vanidad para aparecer. 
El que interiormente se carcome de deseo de venganza, de ira concentrada, de deseo de aplastar a su adversario, de deseo en su deseo de matar, aunque sea de intención y no lleve a cabo su deseo por acción. 
Soberbio es aquel que quiere que todo hermano se humille ante su deseo. 
Soberbio es aquel que ora sin siquiera saber lo que está haciendo: lo hace porque debe de hacerlo, sin hacerlo como un acto de amor y adoración al Altísimo. 
 
Soberbio es aquel que impone lo que de antemano él dispone sin pensar en absoluto en el daño que causa al alma que impone su deseo. 
Soberbio es aquel ser engreído de su sabiduría, que se vale de su intelecto para destruir la imagen del Dios que es sobre todo intelecto. 
Soberbio es aquel que, sintiéndose herido por su hermano, piensa en su interior y actúa exteriormente para vengarse. 
Soberbio es aquel que dice yo, y siempre yo, reafirmando su yo sin perder su yo, y siempre sale el yo de su yo. 
 
Soberbio es aquel que busca su verdad, sin ser verdad ante el Dios verdad. 
Soberbio es aquel que complace a su cuerpo por el deseo de todo bien. 
Soberbio es aquel que piensa que Yo, su Dios, porque lo crie tengo el compromiso de salvarle sin él siquiera aspirar a la salvación. 
Soberbio es aquel que no acepta la Verdad, porque él se siente verdad y desprecia al pobre, al desposeído, al hombre inculto, a aquel sin poder, a aquel que sufre, a aquel que es marginado, a aquel que tiene apariencia de inutilidad, a aquel pobre de cuerpo, a aquel que no tiene su espíritu, a aquel que suplica y pide, y al cual él nunca le da nada, nada y nada. 
 
Soberbio es aquel que no es como un niño, limpio de corazón y entregado al amor de Dios. 
Soberbio es aquel avaro que no da de lo que se le ha dado. 
Soberbio es aquel que de sus poderes siente tanto poder que quisiera destruir a aquel que tiene mucho, mucho, mucho, mucho más poder. 
Soberbio es aquel que señala el mal de su hermano y a sí mismo cubre su ignominia y su maldad, y no reconoce su miseria y deslealtad al Dios de verdad. 
Soberbio es aquel que no reconoce como supremo Señor al Señor de los señores. 
Soberbio es aquel que, sintiéndose todo, desea que todos vayan hacia él. 
Soberbio es aquel que vive en frialdad ante el Dios verdad. 
Soberbio es aquel impío, lleno de deseo de destrucción y de maldad. 
Soberbio es aquel que todo y de todo se siente merecedor. 
Soberbio es, en fin el alma que se cierra a mi gracia, y a la cual poco le importa el Dios de verdad y santidad. 
Soberbio es aquel que no quiere ser alma de amor y de verdad. 
 
¡Pobre del soberbio que siente que su poder siempre lo tendrá! 
Pobre del soberbio, porque Yo, la Divinidad, lo aniquilaré. 
 
El niño es siempre puro, deseoso de amor, sacrificado, juguetón y lleno de alegría. 
Yo te digo en verdad que el soberbio sucumbirá cuando frente a frente vea al Dios verdad. 
Vosotros estáis llamados a la alta perfección. 
Si sentís soberbia, ofrecedla al Amor con humildad y esa vuestra soberbia Yo, el amor, la tornaré a vosotros en humildad. (N.B.) 
 
Dadme gloria, sintiendo, mas no consintiendo; sabiendo, sin pensar en vuestro saber; siendo, sin sentir que sois. 
Y si vosotros cargáis vuestras flaquezas con amor y deseo de perfección, esa cruz os llevará al Amor, y Yo, el amor, os llenaré de mi amor. 
 
En Mí tendréis humildad. 
En Mí encontraréis la paz. 
En Mí seréis sabios en verdad. 
En Mí prosperaréis de vuestras debilidades. 
En Mí seréis saciados. 
En Mí seréis limpios de corazón. 
En Mí encontraréis al amigo que os llenaré de deseo de santidad. 
En Mí seréis santos, santos, santos. 
En Mí seréis verdad. 
En Mí todo pensamiento será purificado. 
En Mí todo deseo cambiará. 
En Mí seréis llamas de amor vivo. 
En Mí caminaréis en rectitud. 
En Mí seréis como niños. 
En Mí sublimaréis vuestro sentir. 
En Mí todo vuestro yo desaparecerá. 
En Mí seréis uno solo. 
 
Y Yo te digo en verdad que aquel que luche por ser verdad será grande en el Reino del Eterno. 
Os digo en verdad que Yo os digo que el amor todo lo puede junto al Dios de amor. 
 
Vosotros debéis ser sal de la tierra. 
Vosotros debéis ser servidores. 
Vosotros debéis ser uno con el Amor. 
Vosotros sois los que estáis dentro del corazón del Amor. 
Vuestros nombres están escritos en el Reino del Padre. 
 
Amigos, Yo os digo con amor que seáis humildes. 
La humildad implica el desaparecer, para que en vosotros aparezca la imagen de Dios. 
 
Amigos, ¿qué más pedís del eterno Amigo, si Yo, el Dios del amor, me abro en verdad, pidiendo humildad y santidad? 
Vuestro pasado ha sido olvidado. 
Yo os digo que vengáis al camino del amor que os llenará en aras del Amor. 
 
Sed santos. 
Sed santos. 
Buscad siempre la santidad. 
Sed hombres de rectitud incomparable. 
 
No temas que tu sufrir es mi sufrir, y tu sentir está en Mí, pues Yo velo por vosotros, y lo que alguno de vosotros sufre, Yo, vuestro amigo, participo en vuestro sentir. 
 
Bienaventurado el que padezca persecución y lo padezca con amor, pues Yo, el Dios de verdad, lo coronaré aquel día en que todo será verdad. 
 
No temáis al dolor; dadme ese dolor para que seáis santos ante el Amor. 
Las penas pasarán, pero mis palabras nunca pasarán. 
 
Vosotros sois predilectos del Amor, por eso no os espantéis de ser perseguidos, injuriados y despreciados. 
El que me sigue sufrirá al igual que el Amado. 
Toma tu cruz con amor. 
Ven y sigue la huella de la Cruz viva de amor. 
No pienses que el Dios del amor te abandona. 
Estoy cerca de ti y velo por ti. 
Pero ¡ay de aquel que por la injusticia haga sufrir el corazón sacerdotal!, pues ése será juzgado con severidad. 
 
Eso os lo digo para que penséis y comprendáis que nada se pasa ante el ojo de Dios. 
Todo está escrito, y Yo, el que todo lo veo, siempre velaré por vosotros. 
Por eso, si sufrís, hacedme partícipe de vuestro dolor. 
Dadme loor y amor, aún en el dolor, y eso os purificará. 
Y si sufrís con paz y con deseo de ser mejores, Yo os digo en verdad que seréis partícipes del trono de Dios. 
 
           …..                                      …..                                     ….. 
 
Si supieras y comprendieras lo mucho que Yo, el amor, siento por ti todo, todo lo efímero te daría gozo al saberte amado del Amado. 
 
Tú que sabes del Amor, di a mis almas que el Amor desea ser siempre amado. 
 
Sostén al Amado, pues soy despreciado. Dame amor y serás muy grande ante el Amor. 
 
Ámame. Tengo sed de tu amor. Dame todo tu amor. Sé oblación ante tu Amor. No olvides que el que ama al Amado participará de todo lo del Amado. 
 
No seáis como niños ciegos y no os compliquéis. 
Yo os dije –ya reconociendo vuestra soberbia y deseando el cambio hacia el Amor-: 
Suplicad al Amor, para que el Amor ante vuestra súplica os vaya cambiando en verdad y santidad. 
No es que me guste que me deis vuestra maldad, pero es señal de humildad, cuando el hombre reconoce su verdad y suplica a la Verdad venga en su auxilio, pues desea ser santo en verdad. 
 
 
22 de abril de 1983. 

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