Yo me dirijo a todas las almas, pero el dirigirme a ellas no es de la misma forma, aunque la esencia es la misma, pues es el llamado a la transformación por el amor, para que el alma venga al Amor.
Pero no todas las formas de mi hablar son iguales.
Yo llamé e inspiré a Pablo el hablar de mi amor a los plebeyos.
Llamé e inspiré a Agustín a ser un hombre fundador, al igual que a mis almas llamadas al mismo ministerio.
Pero ni Pablo, ni Agustín, ni Francisco fueron llamados por el mismo camino.
Uno halló al Amor por la humildad; otro halló al Amor en la sabiduría; y otro lo halló por la pobreza.
Pablo fue humilde y sabio en el Espíritu.
Agustín fue sabio y humilde en el Espíritu.
Francisco fue humilde y pobre y conoció la sabiduría del Dios amor.
Todos son sabios en el amor.
No todo lo que proviene de la mente es infundido directamente por el hablar de Dios.
Yo, el Espíritu, transformo e inquieto y guío al alma hacia Dios.
Pero cuando Dios habla directamente al alma es un don de infusión directa al alma.
Es infusión directa de mi Espíritu a tu espíritu.
Es transformación por el Espíritu que debe irradiarse en tu transformación.
Es un don de amor, para honrar al Amor, y atraer a las almas al Amor, y dar testimonio del don de mi amor, y hablar a las almas por Mí.
Porque Yo soy sabiduría infinita y me comunico como Yo deseo.
(Discernimiento)
-Lo mencionado anteriormente es para que os guieis para distinguir lo directo que viene de Dios y lo que el hombre, por su celo o egoísmo, dice es de Dios.
Esas normas debéis seguirlas vosotros.
Puestos en mi presencia debéis de observarlas, porque en muchos de ellos no está mi deseo, sino su deseo.
Porque vuestro enemigo se ha valido de las cosas de Dios para querer acabar con las obras de Dios.
20 de julio de 1982.
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