El Alma en Pecado

Después de un día de cansancio físico, al retirarme para descansar, estando despierta pero con los ojos cerrados, de pronto vi una figura humana de un aspecto monstruoso y horripilante que me causó una conmoción y escalofrío en todo mi cuerpo. Intempestivamente abrí los ojos, pero aún con aquella horrible imagen clavada en mí. 
Sus ojos desencajados y de horrible mirada no los podía olvidar. Tratando de dormir volví a cerrar mis ojos para mi sorpresa, ya que al hacerlo me encontré con otra imagen diferente, pero no menos horrible que la anterior. Pero esta figura parecía un animal monstruoso. El escalofrío por todo mi cuerpo no se hizo esperar. Me quedé inquieta y perturbada, sin saber con seguridad el verdadero significado de lo que había visto. Pero el sólo recordar aquellas dos figuras causaba en mi ser un tormento difícil de poder expresar. 
Después de algunos momentos, después de lo sucedido, aún no me pasaba del todo la impresión, escuché la voz del Señor que me decía repetidamente y con severidad y amor: 
 
“O toda mía, o lo serás de mi enemigo y del tuyo. 
Tú eres la única que lo podrás decidir: o conmigo o sin Mí.” 
 
Durante todo el día no podía apartar de mi mente aquellas dos figuras y las palabras del Señor resonaban hasta el fondo de mi ser. Me hacía a mí misma reproches de mis infidelidades, recordando mis muchos pecados y mi desamor para un Dios que ha sido generoso y que sé me ama tanto. Esto me hacía sentir tan ruin… 
Cuando asistí a la Sta. Misa, el Señor siempre atento a mi llamado y pronto a socorrerme, no quiso dejarme en la oscuridad. Él me confirmó cuán verdaderas habían sido aquellas dos visiones y me explicó el significado de ellas. 
 
“La primera imagen es la de tu alma cuando ha estado en pecado. 
Así como la viste se encuentra. 
La segunda imagen es la del Demonio hostigador del mal que trata de arrancarte de Mí y te induce a pecar.”  
 
Al escuchar esto me sentí más mal que antes de que lo supiera. No podía sentirme bien, ya que tantas veces he pecado y el pensar que así de horrible se encuentra mi alma me hizo sentir mal. Señor –le dije- no me dejes caer en ningún pecado. Ayúdame a sostenerme. 
 
“Cuando la tentación ha llegado a ti, ¿me has invocado?” 
 
Señor, creo que no. 
“Si así lo hubieras hecho, no hubieras caído. 
Yo soy el salvador de las almas y vine a salvarlas de las garras del poder del Demonio –no lo olvides. 
Pero quiero tengas siempre presente que el alma que ora difícilmente caerá en ese estado desastroso en que viste tu alma. 
Si me amas, no querrás apartarte de Mí. 
Ámame y ora siempre. 
No dejes que el astuto pervertidor de las almas, cuando se le permita que te tiente, salga vencedor. 
Tienes dos armas poderosas con qué combatir contra él: la oración y el amor por Mí. 
Disciplina tu cuerpo. Enséñalo a obedecer para que cumpla los deseos de mi Padre. 
La segunda visión es la del Demonio que siempre estará al acecho para tratar de apartarte de Mí.” 
 
¡Oh Señor, qué horrible es! 
 
“Pues aún más horrible lo es, pero morirías de espanto si te lo manifestara tal cual es. 
No aceptes que ese enemigo de tu alma te vaya a apartar de tu Dios que te ama y desea para ti el bien.” 
 
Señor –le dije- si Tú me sostienes lograré vencerlo. Yo soy tan frágil. 
 
“Tienes mi gracia y mi amor. 
Con tu buena disposición y fe en Mí, y siendo fiel a mis inspiraciones serás la que irradie amor. 
Debes entender que el amor lo vence todo. Por eso siempre estoy suplicándote entrega total y amor por Mí.” 
 
Señor –le supliqué- ayúdame. Deseo ser solamente tuya. 
 
“Lo serás a medida que cambies tu modo de ser y te opongas con firmeza y por amor a todas tus malas inclinaciones y ates tu voluntad para hacer la mía. 
Mi amor por ti es para siempre. 
Sé generosa, menos vanidosa, más suplicante; firme en todas tus resoluciones, atenta a mis súplicas, deseosa de mayor perfección; alma orante, silenciosa. 
Que tu espíritu tenga paz y más quietud de las cosas del mundo. 
Alábame a cada instante. 
Piensa que la gloria del mundo es efímera y la verdadera es eterna. 
Conforme vuelvas más tu corazón a Mí, más comprenderás el amor de tu Dios. 
Sé fiel, pues, a todos mis deseos. 
Tengo sed de almas deseosas de ser perfectas, reparadoras de las ofensas del hombre. 
Siempre llámame. 
En todas las ocasiones de tu vida Yo soy tu salvador, -no lo olvides. 
 
 
 
26 de abril de 1982.

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