Toda alma que interioriza y sublima toda tribulación es digna de ser llamada ‘bienaventurada’. Pero, ¡ay de aquella alma que confundida se ensimisma sin dejar florecer virtudes que brotan de la humillación, e incluso de la misma confusión!
Piedad, amor, humildad, deseo de fidelidad, suma, suma pobreza, despojo de todo, de todo –óyelo bien- de todo.
Posesión absoluta sólo de su Dios.
La inmadurez en la vida espiritual es falta de fe, esperanza, caridad y docilidad.
Nada de engañarse a sí misma y tratar de engañar a Aquel que penetra hasta lo más recóndito del ser del hombre.
El engaño no es de una criatura que ame con sinceridad y practique la virtud excelsa de la humildad.
El empequeñecerse ante el mundo es engrandecerse ante la mirada de un Dios amor.
Los simbolismos no son agradables a un Dios que es el entro de todo lo creado.
(En este caso ‘simbolismo’ es lo mismo que formulismos.)
Yo deseo autenticidad de parte del hombre, humildad, profunda humildad, y paz.
La paz del hombre proviene de Dios altísimo y de la humildad.
Yo soy la belleza, la quietud, la mansedumbre, la benignidad, la omnipotencia, la benevolencia.
Yo soy el amor.
Pero ese amor debe ser comprendido con exactitud.
Amor es donación, es entrega de sí en olvido de sí mismo y generosidad, es posesión de sí mismo en fortaleza y humildad y entrega al Amado.
El amor debe dar, y espera recibir.
Todo el amor debe ser para el Amado.
Se necesita adentrarse sin mirarse a sí mismo: es decir:
adentrarse en la comunión con las divinas Personas, que lo inhabitan;
olvidándose de sí, venciendo y destruyendo todo capricho y voluntariedad, para no encerrarse en sus gustos y poder buscar el querer de su Dios.
Se necesita oración y suplica.
Pero orar no quiere decir simplemente hablar. Oración es expresión de amor.
El amor habla al Amado, le suplica, se le entrega, le hace mención de sus deseos, y reconoce ante su Amado la mínima imperfección.
El amor es locuaz, es sublime, es oblativo, es agradecido, es benévolo, es desinteresado, es real, es beneficioso, es digno.
El amor es plenitud de ser. La palabra amor significa grandeza.
Amor es darse y dar, es recibir y querer recibir más plenamente al Amado.
Amor para Dios es entrega total.
3 de Septiembre de 1981.
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